Cuando Noctis cumplió 21 años había sido hechizado por la bruja Gentiana a petición suya.
En todo Eos era sabido que los herederos de las familias reales, por decreto de los Silderos, tenían derecho a que se les cumpliera un deseo antes de ascender al trono. Esto tenía un propósito, pues si el heredero era digno el deseo sería concedido, pero en caso de no ser así el deseo jamás se cumpliría o éste se volvería en su contra, permitiendo así al pueblo elegir a un nuevo gobernante.
Era así que Gentiana, la poderosa hechizera bendecida por Shiva, la Sildera del hielo, era la encargada de llevar a cabo dicha tarea.
La enigmática bruja entonces había gozado de la vida eterna y estaba destinada a vivir hasta el fin de los tiempos.
A lo largo de toda su existencia había concedido cientos de deseos a todos aquellos herederos al trono. Se había encontrado con toda clase de peticiones, desde deseos de sabiduría y poder hasta deseos para encontrar objetos perdidos.
Cada heredero al trono había tenido un deseo, pero ningún se comparaba con aquel que por algún motivo fue muy significativo para ella.
El príncipe Noctis, heredero al trono número 114 de la corona de Lucís tenía una petición especial.
Su intención era simple pero profunda. Deseaba encontrar a aquella persona con quien compartiría el resto de su vida. Aquella persona a quien los Silderos habían destinado para él. Alguien a quién denominar "su otra mitad". Pero no quería solo encontrarla, sino que quería esforzarse en hayarla él mismo.
Gentiana entonces concedió el deseo.
A partir de ese momento el ojo izquierdo del príncipe ya no era suyo.
La hechicera le había explicado que había hecho un cambio, su ojo izquierdo había desaparecido dejando en su lugar el ojo de aquella persona que debía convertirse en su destino. Así mismo el cambio también se había dado con aquella otra persona. Sus ojos solo volverían a la normalidad una vez que se encontrasen o si alguno de los dos llegaba a morir antes del encuentro.
Noctis agradecido se retiró e inmediatamente comenzó a admirar aquel ojo de enigmático color. Era de un tono índigo claro que le recordaba el color de las lejanas galaxias en el universo.
Desde entonces admiraba con cariño ese ojo que no era suyo, esperando algún día encontrar a su dueño.
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Prompto vivía en Niflheim.
Desde que nació su vida no había sido fácil en lo absoluto. Sus padres habían muerto cuando era un bebé y había quedado a cargo de su abuelo Verstael Besithia, quien era un científico obsesionado con la ingeniería mágica y que no dudaba en hacer lo que sea por sus investigaciones.
Era tanta la obsesión del hombre en sus experimentos que no dudó ni por un momento en usar a su propio nieto en su propósito de lograr crear el arma perfecta.
Fue así que desde pequeño Prompto fue sometido a un sin fin de duros entrenamientos hasta convertirse en un especialista en armas de fuego.
Ciertamente Prompto buscaba el cariño y reconocimiento de su abuelo, quien solo le complacía cuando el joven era capaz de demostrar valía en misiones que requerían de un alto nivel de habilidades físicas y cognitivas.
Verstael se encontraba muy satisfecho con los logros de su nieto y llegando a la edad adecuada donde el joven se encontraba en la cumbre de su potencial físico decidió que por fin podría proceder con lo que más le apasionaba, la ingeniería mágica, pero no sería como cualquiera, sino que por fin podría aplicar sus conocimientos al espécimen perfecto que daría vida a una nueva generación de soldados de elite.
Sin embargo, cuando Prompto estaba a pocos meses de cumplir los 20 años de edad sucedió algo inédito a lo que Verstael no podría haber dado crédito si no hubiera sido presenciado por él, pues en medio de una prueba que daría paso a realizar la primera modificación magitec su nieto había sufrido un cambio repentino en su ojo izquierdo.
Verstael ante la repentina manifestación de magia puso un alto total al experimento y procedió a analizar lo sucedido, pues quizá se trataba de algún tipo de hechizo de espionaje de algún enemigo del Imperio y siendo ese el caso no podría dejar expuestos todos sus avances.
Cuando Prompto fue informado por su abuelo de tal acontesimiento entendió la repentina debilidad visual en ese ojo.
-¿Por qué no lo extirpan?- preguntó
- Necesito estudiar el ojo antes de hacerlo, podría abrinos las puertas hacia el conocimiento de magia antigua.
Prompto comprendió y no hizo más preguntas, deseaba poder ayudar a su abuelo en todo lo que fuese posible. Así mismo debía admitir que la aparición de ese ojo llamaba su atención, llevaba ya dos semanas con él y no había tenido la oportunidad de apreciarlo.
Fue hasta que tuvo un tiempo a solas, lejos de las constantes misiones que al fin pudo observar ese ojo. La orbe se había colocado en su cuenca izquierda y el color era llamativo. Un precioso azúl eléctrico que le recordaba los rayos de una una tormentosa noche, con una mirada tan penetrante que pensó que podría consumir su alma en cuestión de un instante.
Y junto con aquella apreciación un cálido apretón se hizo presente en su pecho manifestándose en forma de taquicardia y calor en sus mejillas.
Quizá su abuelo tenía razón y estaba en presencia de una poderosa magia antigua.
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Pasados cinco años el Imperio de Niflheim y el Reino de Lucis entraron en guerra, forzando así a Noctis, ahora Rey de Insomnia, a detener la búsqueda de su otra mitad y dirigir a sus tropas en el frente.
Su ejército había sido mermado a causa de un soldado misterioso, quien había sido capaz de acabar con la vida de sus soldados tan solo usando armas de fuego y sin la necesidad de algún tipo de hechizo o implemento mágico que lo dotase de algún poder especial.
Ese soldado lo había forzado a encontrarse ahora ahí presente, se había visto en la necesidad de acabar él mismo con la vida de aquel hombre que en poco tiempo ya se había convertido en una leyenda, pues nadie había sido capaz de verlo y vivir para contarlo.
Le llevó tiempo dar con la localización de aquel sujeto oculto tras una lluvia de balas qué escondían en su paradero.
Estando frente a frente, Noctis, en honor a su enemigo, se quitó la máscara que cubría su rostro y ocultaba su verdadera identidad como una manera de honrar a su adversario antes de quitarle la vida.
Pudo notar el pasmo de su contrincante ante sus acciones y antes de poder propinar aquel golpe mortal el contrario realizó la misma acción retirando aquello que cubría su rostro.
La espada del Rey se detuvo milímetros antes de atravesar aquel ojo, par del izquierdo que él poseía, y enfrentarse con su propia mirada.
Un silencio sepulcral y una luz cegadora invadió a ambos contrincantes regresando a cada cual su mirada original.
Vacíos y completos en medio de un enfrentamiento. Dualidad de emociones manifestadas.
- Quizás después de todo no soy un digno Rey... no encuentro otra forma de que un deseo se me ponga en contra.
Ambos dieron una última mirada.
El rubio notó que tenía razón pues esos ojos consumieron su alma.
Quizá el deseo se volvió realidad, pues sus últimos minutos, aquellos segundos que fueron el resto de sus vidas solo les pertenecieron el uno al otro.
Una bala atravesó corazón del de ojos tormentosos y el filo de la espada detuvo el palpitar de aquel en cuyos ojos podías encontrar galaxias.
La hechicera observaba a lo lejos.
- Quizá en otra oportunidad...
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Mini Promptis
FanfictionPequeñas historias sin relación entre si sobre los personajes Noctis y Prompto de ffxv.