Prólogo: Éxtasis

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Fragilidad

Prólogo: Éxtasis

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Cómo si se tratara de un choque eléctrico, su cuerpo se sacude recibiendo las ondas de electrones bajo su piel sin resistencia ni rechazo, simplemente listo para darles la bienvenida en su sistema. Su corazón se detiene por un momento antes de revivir y emitir de nuevo pulsaciones: primero es un latido casi muerto, tan pequeño y débil que pasa desapercibido. El segundo por el contrario viene con más fuerza, resonando abruptamente contra sus oídos. Cuando por fin se genera el tercer latido, una salvaje ola de calor abraza su pecho desde adentro y lo consume en una increíble calidez que se expande por todo su ser. Dura solo un instante ya que pronto el calor evoluciona y se convierte en un incendio que se va extinguiendo a medida que el fuego se apaga, hasta dejar sobrante una pequeña llama ardiente instalada en el centro de su pecho. Dicha llama sin más preámbulos se funde sin culpa, dejando atrás únicamente la exquisita sensación de satisfacción y suficiencia que sólo se podría comparar con lo que siente un hambriento al probar bocado luego de meses de negligencia.

Más. Necesito más.

La urgencia por llegar a sentir de nuevo tal éxtasis se hace fuerte y desenfoca su mente por un momento, permitiéndole al deseo dominar su razón y acallar su sentido. La sensación de satisfacción a la que había llegado segundos atrás se había desvanecido completamente, y su interior, rugía en reclamo.

Dando un paso hacia adelante, —sin preocuparle mucho el ruidoso crujido procedente al contacto de la suela de su zapato contra el cuerpo que yace inconsciente bajo el mismo— procedió a arrojar los restos de plata, que alguna vez habían formado parte del aro de un anillo, al suelo de cerámicos del baño. Las pequeñas partículas destrozadas se perdieron inmediatamente en el desastre de pedazos de vidrios y polvo que inundaban el piso, siendo fríamente olvidadas ante cada paso que daba, acercándose con decisión a su único objetivo.

No es suficiente.

Con los ojos bien abiertos, atentos a todo movimiento por parte de él, el último hombre que aún quedaba consciente en la escena comenzaba a retroceder con piernas temblorosas hacia el extremo final de la pared del cuarto, más que evidente su terror y nerviosismo reflejados en sus dilatadas pupilas oscuras. Un paso que daba el otro, significaba un paso suyo hacia atrás como inevitable acto reflejo, pues su mente colapsada lo condicionaba a reaccionar instintivamente. A rendirse ante una dominancia de superior entendimiento.

Ah, este es el final, pensó, cuando su espalda chocó contra la pared toda destartalada. Su corazón dio un vuelco y rogó por primera vez en su vida por un milagro, cualquier cosa de hecho, mientras que lo salvase de la peligrosa situación en la que se encontraba envuelto.

Vio que la distancia que los separaba ya era prácticamente inexistente y sus piernas flaquearon, haciéndolo ceder hasta quedar prácticamente tendido en el suelo. Su determinación había llegado a grado cero al igual que la temperatura de su cuerpo al ver los terroríficos orbes naranjas chocar con los propios oscuros de él.

No eran humanos. Eran la mismísima encarnación de los ojos de una creatura infernal. Los ojos de una...

Bestia. Así es como la gente había apodado a la persona frente a él. Sumido en las sombras del bajo mundo, pocos habían tenido el privilegio de conocerlo personalmente. Su existencia misma era todo un misterio incluso para los líderes más prominentes del underground. Corría el rumor de que trabajaba independientemente y no pertenecía ni estaba asociado a ninguna familia. Lo único que podían asegurar diversas fuentes externas parecía ser el hecho de que perseguía a los usuarios de la última voluntad —los peces gordos de la mafia en su mayoría— y consumía sus llamas hasta saciarse. Un ser despiadado que acabaría con cualquiera que se interpusiera en su camino.

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⏰ Última actualización: May 28, 2019 ⏰

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