CAPÍTULO 1: ANTESALA A LA INSURGENCIA

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AUTOR: Hans Rothgiesser

La noche era oscura a pesar de que había luna llena, algo que Corsair no se detuvo a pensar.  Él no era de los que se fijaba en los detalles y mucho menos de los que le dedicaban tiempo a pensar en asuntos que no eran concretos o necesarios para cumplir una misión.  Y esa noche su misión era averiguar el origen de esa señal.

Volaba por la noche en dirección a una isla en Tailandia de la que venía un pulso. ¿Tailandia? Sí, Tailandia.  Hacía unos cinco años a Corsair le habría llamado la atención, pero hoy en día ya no tanto.  La tecnología necesaria para poder emitir esa frecuencia podía ser comprada en el mercado negro y transportada a cualquier parte en el mundo.  No obstante, era cara.  Corsair quería saber quién había pasado por todo ese problema con el único objetivo de llegar a él.  De llamar su atención.  Y si bien lo más probable era que se tratase de una trampa, él se había propuesto averiguar de quién se trataba.

Así que volaba por el cielo con la misión que él mismo se había impuesto, como era la costumbre.  Volaba a una velocidad mayor a la de cualquier jet supersónico humano.  Volaba mirando fijamente hacia el frente, con las manos cerradas en puño por delante.  La velocidad azotaría su pelo, si no fuese que parte de su uniforme era un casco.

No es que necesitara el casco.  Después de todo, Corsair era invulnerable.  Tampoco necesitaba la protección que llevaba en los hombros, en los codos y en las rodillas.  No obstante, cuando comenzó a ser superhéroe alguien le había recomendado (ya ni recordaba quién había sido) que llevara esos pedazos de armadura para despistar al enemigo.  En poco tiempo se convirtió en parte de su uniforme y la gente esperaba que los llevase.  Los niños lo dibujaban con esas cosas encima, lo cual le pareció un indicador de que debía mantenerlos.

La señal que rastreaba esa noche se había originado hacía unas horas.  Él se encontraba en su casa en Nueva York, cuando le llegó a su celular un mensaje iniciado por la computadora principal de su base automatizada en el fondo del mar en el medio del Océano Pacífico.  Alguien había logrado infiltrar los sistemas de seguridad y había dejado ese pulso emitiéndose cada 10 segundos.  Corsair en ese momento se encontraba descansando, pero esto era algo demasiado inusual como para dejarlo pasar o para hacerlo esperar.  Tuvo que dirigirse al sótano secreto en el que guarda su uniforme e irse volando a Tailandia.  En el camino, gracias al intercomunicador que tiene en su caso, pudo recoger información de la computadora central de la base.

La verdad era que no esperaba que esto fuese muy problemático.  Después de todo, locos que buscan llamar su atención abundan.  Desde que Corsair se hizo público y quedó establecido que era uno de los superhéroes más poderosos del planeta, los aspirantes a líderes de organizaciones criminales habían visto en él la oportunidad de catapultarse a la fama saltándose algunos pasos.  Aquél que lo venciera quedaría definido como supervillano.  Eso dejó a Corsair con muchas amenazas entre manos que no eran más que nuevos jugadores que llegaban a probarse a sí mismos.  Nueve de cada diez de ellos eran dominados por Corsair en menos de medio día.  Estos eran los mediocres que se consideraban mucho más peligrosos de lo que en realidad eran.  Luego de un buen susto, casi ninguno de ellos regresaba a las andadas después de haber sido vencido y entregado a las autoridades.

Pero uno de cada nueve era realmente peligroso.  Era realmente un genio loco o un sicópata o un calculador con un buen plan.  Esos eran los que había que contener y deshacer.

Varias veces le habían insistido en que no gaste su tiempo en eso.  En que no atienda esa clase de alertas y que deje a esos aspirantes a supervillanos para cuando sean realmente una amenaza.  Que uno de los superhéroes más relevantes del planeta no tiene por qué perder el tiempo con eso.  Pero Corsair pensaba distinto.  Él creía que mejor era enfrentarlos ahora, que no habían llegado a su potencial, que recién comenzaban y aún no conocían los trucos.  Corsair pensaba que era lo más inteligente.

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