Después de tanto indagar y practicar sin ningún resultado, estaba harto. No tenía solución alguna y sinceramente me di por derrotado.
No soy así, pero cuando no logro algo, me duele.
Mi única salida para olvidarme de todo fue agarrar una pequeña consola y encerrarme en una habitación donde nadie pudiera encontrarme. Después de todo, no había nadie más que yo aquí.
Siempre notaba que los personajes principales salen victoriosos, derrotan al oponente, consiguen lo que más aprecian y/o tienen nuevos retos. Aunque fuera muy cliché, me sentía como si yo en realidad fuera ellos.
Hasta que me di cuenta de algo...
Ellos siempre luchan y luchan a pesar de que los derroten por primera vez. Respawnean, reviven, regresan de nuevo por aquella cosa que los mueve. ¡Era verdad! ¡Eso era!De pronto sentí una pequeña brisa, la cual era surrealista, puesto que estaba encerrado en un cuarto muy alejado del afuera; pero no me importó, mi cuerpo estaba estático en seguir con el juego.
Hasta que un portazo sonó y me sobresalté. "Son ladrones, lo doy por seguro".- dije.
Intenté moverme pero el cuarto me lo impedía, era muy angosto, haciendo que lo único que cabiera fuera yo y la pequeña TV donde jugaba a la consola.
Hice un movimiento brusco hasta lograr estar detrás de la TV. Por el contrario, sonaron los golpes y vibraba mi mando.
¡ESTABA POR PERDER!¡NOOO, Yolimu, yo te salvaré!
Cogí el mando y me adicta ente veía la pantalla...
Abrieron la puerta.
Volteando lentamente, vi que de pie estaba una señorita a quien no reconocía. Pero me preguntó el porqué estaba encerrado. Estaba boquiabierto y no pude responder. Solo me paré mientras mis ideas tropezaban una tras la otra. Ella se dio media vuelta y se fue al mostrador.
La seguí, pregunté cómo había llegado y quién era. Pero antes de terminar mi pregunta se abalanzó hacia mí. Estaba atontado........
No.
Se supone que yo
¡HAZLO!
Le respondí el abrazo.