«He comenzado a vivir de nuevo», esta frase resuena en mi cabeza una y otra vez como si fuera parte de una melodía de autodefensa en mi interior, ¿pero realmente qué significa esta frase para mí? Todos hemos tenido la sensación de comenzar a vivir de nuevo en algún momento importante en nuestras vidas: una meta personal, alcanzar el éxito o inclusive el amor en sí.
A los veintitantos, la vida puede ser realmente dura, te das cuenta que has pasado más de la mitad de la vida promedio de un ser humano estudiando, escuchando a personas que realmente no les interesa si aprendes o no, conviviendo con personas que no te conocen y solamente se reúnen cuando hay alcohol de por medio. Después, comienza tu vida en el mundo laboral, el cual es una mierda total, te la pasas en una jornada de ocho horas o más, para llegar a tu casa completamente agotado y sin ganas de hacer nada, solo de comer y dormir. Para que, después tu pareja comience a reclamar que porque mierda siempre estás tan exhausto, pero probablemente él o ella está igual o peor que tú. ¿Realmente los humanos somos tan egoístas? O simplemente, el egoísmo es rechazado por la moralidad de una sociedad corrompida por el individualismo. ¿Existen las personas buenas o malas? O simplemente existimos y ya. Todas estas preguntas giran alrededor de mi cabeza con una respuesta ya prediseñada.
¿Por qué le damos tanta importancia al amor? ¿Por qué nos aferramos a personas que simplemente no les interesamos? ¿Por qué están complicado decir que "NO"? Es suficiente de tanta flagelación con situaciones que están afuera de nuestro alcance. ¿Por qué pasar la mayor parte de tu vida sufriendo por personas que simplemente no te quieren en su vida?
¿Por qué la felicidad es tan difícil de complacer? A mis veintitrés, es difícil encontrar estabilidad emocional, personal y afectiva. Un día quiero vivir al máximo y al otro simplemente se desborda la ansiedad que vive en mí, saliendo como resplandor por mis poros, sin previo aviso, sin invitación, simplemente evadiendo mi vida como si fuera suya, abriendo camino a un sinfín de emociones que no sabes que tienes, pero que están rezagadas dentro y que pelean por salir al mundo para combatir la lucha que te corresponde pelear a ti.
La vida es una ironía total, siempre logrando hacer "el bien" como lo establece una sociedad corrompida por la muerte, la violencia y el odio. Hay millones de personas que sufren a cada hora, minutos y segundos del día, pero nadie piensa en ellos, porque nuestra vida ya tiene suficientes problemas.
Se estarán preguntando ¿Quién le hizo tanto daño para expresarse así del mundo? La respuesta es nadie, el daño te lo haces a ti mismo. No expresando lo que quieres expresar por el miedo al qué dirán, al rechazo, a la soledad, a una soledad que debe existir por si misma, no es malo sentirse solo, sería peor sentirse solo acompañado de alguien que significa todo para ti, pero tú para esa persona no eres nada.
Vivimos en una sociedad con una híper sensibilidad, donde no analizamos que todos tenemos problemas, conductas y comportamientos diferentes, vivimos en una sociedad donde se está olvidando ser prudente y se actúa con autodefensa para no salir lastimados.
El control ya no es parte de nuestra vida diaria o de nuestra vida personal. ¿Por qué no pensamos antes de que nuestros impulsos salgan en nuestra defensa? Vivimos en una sociedad donde exigimos el respeto, pero no respetamos a los demás, y no existe el mínimo de tolerancia en nuestro entorno cotidiano.
-Maura Palacios (@hardcorestrawberry)
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EspiritualVivimos en un mundo con demasiado información en donde el amor y la desilusión es parte de nuestros días. ¿Cuándo decir que ya es suficiente?