Ese shinigami, conociendo

244 15 0
                                    

En algún lugar de Londres en el año del poder de la Reina Victoria, en las oficinas secretas de extraños seres que eran llamados por distintos nombres. Algunos les decían parcas, otros los nombraban como "los blancos", aunque su nombre más conocido era "la muerte".
Ellos mismos se hacían llamar "shinigamis", dioses de la muerte. Éstos desempeñaban la recolección de almas humanas el Cinematic Record (nombrado así por los mismos shinigamis), era una tira de película que salía del pecho de los humanos al momento de tener un pie en el limbo, cuando se encontraban más muertos que vivos.
Los shinigamis son pulcros, exactos, saben lo que hacen, nunca fallan, en ningún momento titubean para lograr su cometido.
Dos dioses de la muerte acreditaron su exámen: uno con diez perfecto y otro con siete, por fallas técnicas al momento de la recolección de almas. Ese siete correspondía al shinigami William T. Spears, quién ahora se encontraba en la oficina del jefe, acompañado por otro de sus colegas. Para ese momento, el jefe ya había salido de la oficina, dejando a los dos chicos solos.

—Bien, pasamos el exámen y tenemos ya nuestras gafas. Grell, ¿ahora qué sigue? —El shinigami pelirrojo sacó de un gabinete dos copas y un vino.
—A festejar, ya somos shinigamis y una pequeña copa no nos hará daño, quédate a beber conmigo —pronunció mientras vertía el vino en ambas copas, extendiéndole una de ellas a William.
El pelinegro suspiró y alzó una ceja, mirando con molestia al pelirrojo. Aún así, tomó la copa de vino y comenzó a beber.
—Sólo un poco, mañana trabajaremos temprano y es nuestro primer día, no quiero inconvenientes. —El shinigami de cabellos rojizos se aflojó la corbata y se despeinó un poco. Tenía una gran sonrisa en el rostro al notar que el chico serio había aceptado la bebida.
—Oye, ¿siempre has sido serio, Spears? ¿O te haces? —Tomó el vino de sopetón y antes que su compañero pudiera contestarle, lo interrumpió abruptamente—. ¿Y tienes novia? Digo, por lo amargado y serio que eres. —Al mencionar esto, su rostro se puso igual del color de su cabello, estaba un poco apenado. William, en cambio, miró la copa y después dirijió la vista hacia su compañero, negando.
—Pues no, no tengo interés en las mujeres. Antes me dedicaba a estudiar, pero ahora me dedicaré a trabajar —dijo en un tono serio.
Grell sonrió sonrojado. Volteándose, comenzó a contonearse con la copa de vino en mano, sin darse cuenta, un pensamiento extraño había pasado por su mente al escuchar la frase "no tengo interés en las mujeres”. Sacudió la cabeza y se limpió los labios, estaba babeando.
—Ah, así que estudiar… ¿Sabes? deberías divertirte, Wiru. —Aún con la sonrisa sobre sus labios, le sirvió otro poco de vino a su compañero, o quizá… ¿A su nueva conquista?
—¿Divertirme? Para mí, divertirme es leer un buen libro y opinar sobre ello con alguien al nivel de mi intelecto. —Extrañado por como su compañero lo había nombrado, lo volteó a ver con un poco de asco. Después terminó el contenido de la copa y jugó con ella entre sus manos una vez vacía—. Bueno, ya brindamos… Me iré a dar un baño para mañana estar excelente, hasta luego.
Grell se desató la camisa al ver que el serio salía de la oficina, aún teniendo la copa en mano y brindando.
—Ah, Wiru... Gracias a mí vives, me debes mucho, agradece que estaba ahí cuando la cinta de ese lindo escritor se enredó en tus piernas. —Rió recargándose en la puerta y murmuró—: Ese hombre será mío, no debe notar que he estado enamorando después de que le salve la vida y me demostró ser un verdadero hombre al superar esa prueba…
Grell, imaginándose las miles de cosas que pasarían si William se enamorara de él, decidió ir a dormir, no sin antes realizar una llamada. Ordenó que dejaran en la puerta de William un libro con un moño rojo, un libro que supuso que a William le encantaría.

Cuando el pelinegro salió para apagar las luces e irse a dormir, notó aquel libro, lo levantó y miró a ambos lados en busca de alguien, sin encontrar nada. Leyó el título y volvió a meterse a su hogar.
—"Bases para ser el mejor shinigami... Para: William T. Spears, de: ¿?" —dijo en voz baja—. Qué sorpresa… sin duda saben lo que me gusta, gracias anónimo.

Uniendo Hilos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora