Sorpresa ... Regrese

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Los shinigamis trabajaban sin ningún conflicto, hasta que Alan, alarmó a todo el despacho gritando con fuerza.

—¡Muchachos! ¡Hay actividad en la guadaña de Grell! ¡Está en Londres, ha vuelto! ¡Coméntenle al jefe!

Eric corrió hacia donde se encontraba su superior, informándole del asunto. El mayor, ilusionado, emocionado y sorprendido salió de su despacho para buscar al pelirrojo.

—Se ve que lo ama demasiado, qué lindo. ¿O acaso está molesto con él, jefe? —William se sonrojó y los miró golpeándolos a ambos con su guadaña.

—Guarden silencio y vayamos a buscarlo. Sí me gusta, ¿y qué?

Los shinigamis comenzaron la búsqueda de su compañero, y pasando medio año sin lograr dar con él, comenzaron a darse por vencidos. Mientras tanto, Grell acompañaba a Madam red a casa de los Phantomhive, le habían llamado al enterarse que su sobrino estaba con vida; ambos se encontraban en el carruaje, camino a la mansión.

—¿Quién es su sobrino, madame? Pensé que era única y no tenía familiares. —Mirándolo feliz, le revolvió el cabello.

—Debes arreglarte como un mayordomo, no puedes presentarte con cabellos rojos. Ven, te arreglaré ¿sí? —La mujer cepillaba el cabello carmesí de Grell, mientras éste, cambiaba extrañamente su color a
castaño. Era todo un misterio—. Mi sobrino es Ciel Phantomhive —El shinigami de congeló al escuchar ese nombre. Era el mismo niño que había condenado al infierno por no haberlo salvado a tiempo.

Angelina bajó del carruaje y corriendo, llegó al cuarto de Ciel y lo abrazó con fuerza. El pequeño se mantenía quieto, con la mirada sin brillo; tenía vendas sobre uno de sus ojos y un mayordomo serio y delgado permanecía a su lado.

—Me alegra que estés bien, querido sobrino. —La mujer besó la frente de Ciel mientras seguía estrujándolo entre sus brazos.

Grell no despegaba la mirada de Sebastian, de vez en cuando le guiñaba el ojo, pues al parecer, le había agradado. Dándose cuenta de su distracción, sacudió la cabeza y miró a Ciel, quedando sorprendido por el cambio del pequeño y frágil niño a un joven que se veía lleno de fortaleza.

—Él es mi mayordomo, Madam Red. —Al decir esto, el hombre delgado a un lado de Ciel hizo una reverencia.

—Soy Sebastian Michaelis, será un placer atenderlos, estoy a sus órdenes.

—Él es Grell, mi mayordomo, es algo torpe pero lo quiero. —Madam red tomó a Grell y lo colocó enfrente de ambos, inmediatamente el joven shinigami se sonrojó y desvió la mirada hacia el reloj.

—Iré a verla, no olvide la coartada, nos están buscando y es la única manera de desviarlos… —susurró el castaño a oído de Angelina— Me paso a retirar, necesito arreglar unos pendientes y Madam debe ir a su junta, ¿no es cierto? —La dama sonrió levemente y sacó su abanico, mirando a su sobrino.

—Cierto pequeño Grell, debemos irnos. Aunque antes… Sobrino, me enteré que ayudas de nuevo a la reina, así que te entrego la invitación de una fiesta sospechosa, para que investigues ahí sobre el problema de Jack el destripador. Bueno, tengo algo de prisa así que me retiro —dijo y salió del lugar junto con Grell.

Sebastian dirigió la vista hacia Ciel, sonriéndole al mismo tiempo que el menor alzaba una ceja.

—Sebastian, debemos capturar a Jack el destripador, ya sabemos quiénes son. —El mayordomo se hincó frente a él poniendo una mano en su pecho.

—¡Yes, my Lord!

Uniendo Hilos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora