The gay book // Vkook//

Gay chapter 2º

Así es, se había ganado un buen castigo de parte de su mamá.

Jeon Jungkook, incluso siendo ya un chico de diecinueve años recién cumplidos y apunto de mudarse hacia su casa propia (principalmente porque su madre no pensaba mantener a un "viejo ocioso" bajo su techo), se encontraba en su habitación, encerrado por orden de su madre y encontrando refugio en videojuegos para nada maduros, pero vamos, estamos hablando de Jeon Jungkook, el mismo que amaba sobre todas las cosas la leche de plátano.

Había matado ya diez veces al mismo jefe, y por obvias razones estaba aburrido a más no poder, por lo que, aprovechando que su mamá estaba cocinando, se escabulló fuera de su habitación hacia el ático.

Nunca le había gustado ese lugar de niño ya que le aterraba, y luego de los dieciséis años jamás había estado lo suficientemente aburrido como para querer hacer una investigación allá arriba.

Nunca digas nunca dirá su mamá.

Subió de la manera más silenciosa que pudo, intentando no arruinar todo gracias al irritante chirrido que proporcionaba la escalera corrediza.

Con cuidado, subió por ella hasta llegar al esperado lugar, arreglando por fin la molesta escalera y cerrando la pequeña puerta del suelo.

Al ver a su alrededor, quiso morir.

¡Tanto esfuerzo para nada!

Lo único que había en ese aburrido lugar era un par de ratas muertas, un enorme y viejo espejo, y una caja.

Baúl, para ser más exactos. Uno mediano, marrón y polvoriento.

Parecía estar forrado con cuero, ya que al toque era frío y liso, no llevaba llave, por lo que no hubo problemas con tirar de la manijilla de metal.

Y deseo no haber hecho semejante estupidez.

Como si miles de moscas le hubieran escupido en su bella cara, un horrible olor atacó sus fosas nasales, seguido de unas inmensas ganas de estornudar.

Y Jeon Jungkook no era el mejor estornudando.

Al primer estornudo, cayó sentado. Al segundo, le dolía la cabeza, y al tercero, se echó un gas.

¿Qué? Este no es un chico común.

Respirando con dificultad, volvió a pararse, ignorando que al acercarse al baúl podía volver a pasar por lo mismo.

No se dejaría vencer fácilmente por una enorme caja de cuero la cual dudosamente estaba limpia y libre de enfermedades.

Con cautela, revisó su interior, encontrándose con que todas aquellas cosas eran de su difunto abuelo.

Pasaportes, pasajes para avión y tren, un saco, un gorro, un par de lentes, un dildo, dientes postizos-

Esperen.

Algo andaba mal.

¿Quién en la tierra usaba un saco amarillo? Que poco sentido de la moda.

Y así siguió revisando el contenido del viejo baúl, encontrándose con diarios viejos, periódicos de la Edad Media de seguro, libros de filosofía y ciencias, un chicle y...

¿Y eso qué era?

Un grueso libro rosa, de apariencia realmente llamativa, se encontraba al fondo de todo.

La tapa del libro brillaba, pero no era alguna clase de brillantina muy gay.

Es que esa mierda literalmente brillaba.

Lo sostuvo suavemente, con miedo a hacerle algún daño, pero vamos, es Jeon Jungkook, apenas lo sacó del baúl de cuero, lo abrió tan fuerte y brusco que fácilmente pudo haberse roto el libro entre sus manos.

No habían letras en la tapa, tan solo era un color rosa que brillaba llamativamente, sin embargo, algo impulsó a Jeon a pasar sus dedos por aquella lisa superficie, cosa que fue una buena idea, al parecer.

Un brillo aún más intenso comenzó a salir del libro, no dejando que Jeon despegara sus ojos de aquel místico y casi mágico suceso, a la par que unas letras en brillantina muy gay comenzaban a aparecer.

Jeon, sintiéndose en una película de suspenso, leyó en voz alta cada palabra que iba apareciendo.

- El...

Estaba impaciente.

- Libro...

¿Esto terminaría bien? ¿El estado lo buscaría por esto? ¿En qué se estaba metiendo?

La última palabra apareció en aquella antigüedad.

Jungkook la leyó detenidamente, tan solo reparando en su significado al final.

- ¿Gay...?

Bueno, Jungkook admitía que no se esperaba algo muy grande ni "mágico".

Pero tampoco algo tan...

Gay.