P R O L O G O

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Deán terminó de leer la carta de su paciente con una expresión seria, alzó la vista lentamente y miró a la muchacha

   —Veo que aún no logras perdonar

   —no

   Deán Pablova no era fácil de intimidar, cuando se trabajaba en un hospital psiquiátrico era necesario, los pacientes eran manipuladores y agresivos, sin embargo el caso de la joven frente él había despertado su curiosidad y aún después de siete años ahí encerrada no le saciaba

   ¿Como una pequeña nena de seis años pudo aguantar tanto?

   No, no había aguantado porque de haberlo hecho, no habría acabado aquí

   —pequeña, sabes que si sigues así no saldrás de aquí

   La niña apartó la mirada y se enfocó en el lapicero sobre la mesa

   —inclusive si salgo de aquí ¿a donde iré? No tengo familia

   —podrías venir conmigo

   —¿no le da miedo vivir con una psicópata?

   Deán la miró a los ojos, ojos vacíos y sin brillo se habían apagado hace tiempo, ¿por qué una niña debía vivir este tipo de cosas? Debería estar libre, jugando bajo el sol, no en un manicomio

   ¿Como pudieron ser tan crueles con ella? La hicieron explotar a tan corta edad

   Pero aún así, por muy enfermizo que fuera le fascinaba como había vivido una semana junto al cadáver de su madre, el cuerpo de la mujer en descomposición sentada sobre un sillón frente a la televisión, le había cortado el cuello.

   Y después el niño descuartizado cerca de una fuente y al final, su padre (un abusivo) encontrado con un cuchillo enterrado en sus partes bajas y una puñalada en el cuello, todo eso con solo seis años

   —admito que das un poco de miedo, pero con esa mirada ¿a quién no?

   Ella lo miró entrecerrando los ojos y le dedicó una pequeña sonrisa

   —no tienes más razones para matar, ¿no es así?

   —no, no las tengo

   Deán sonrió

   —ese es el primer paso para recuperarte, ¡vamos, que si se puede!

   —está bien

   —bueno, empecemos entonces

Cartas Para Mamá✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora