Capítulo II

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Capítulo II

Los rayos de sol entraban por mi ventana dando directo a mi rostro. Los párpados ya no me pesaban tanto como ayer, de hecho, sonreí, asombrosamente, en la mañana recordando lo que había pasado anoche. No me lo creía, seguía impresionada. Mordí mi labio y escondí la cabeza debajo de la almohada apretando más la sonrisa que estaba en mi cara. Giré mi cabeza para ver qué hora era, 9:30 a.m. no tan tarde... Me levanté de la cama y caminé a la ducha con una toalla en mano. Prendí el agua y dejé que el líquido transparente recorriera mi cuerpo mientras masajeaba mi cabello. Salí del baño con la tela enrollada en mi cuerpo y busqué algo que ponerme. Abrí el armario y saqué mis shorts de mezclilla, una polera suelta que tenía estampado el escudo de U.S.A y decía Freedom Rules combinada con mis converse azules. Agite mi cabello con la toalla y finalmente me dedique a desenredarlo. Luego de una hora batallando con mis rulos, bajé a tomar desayuno.

Santiago y mi primo ya estaban allí, lanzándose hojuelas de cereal, tal vez ya se habían aburrido. Caminé y abrí la puerta del refrigerador analizando cada compartimiento para ver si algún alimento estaba listo para ser ingerido. Solo había un par de pedazos de tarta y una bebida. Suspire, cerré la puerta del aparato y estire mi mano para tomar una manzana para llevarla a mi boca y darle un mordisco, sabrosa.

-¿Qué hay de almuerzo? -preguntó Santiago.

-Por lo que veo, nada. Los dos ogros se comieron toda la comida que había. Se supone que nos debería durar dos semanas -dije cruzándome de brazos. Ellos solo sonrieron como dos "Angelitos", aunque poco tienen de santos.

-¡Bueno! ¡Tendremos que comer McDonald’s! -dijo David feliz. Rodee los ojos y fui en busca de mi celular. Mi habitación estaba completamente revuelta, es curioso ya que me gusta todo ordenado. Tomé las blusas, pantalones y zapatillas dispersadas por todo el cuarto. Las doblé cuidadosamente y guardé en sus respectivas repisas del armario las prendas. La melodía de la canción Always On The Run de Tim me exaltó, hasta di un pequeño salto. Me di una vuelta entera buscando con la mirada el aparato, estaba sobre un par de libros. Lo tomé y vi que una alarma se había activado, ni siquiera sabía que la tenía, pero bueno, la desactivé. Bajé las escaleras y me encontré con una escena no muy bonita para la vista. Santiago estaba sobre David pegándole con un cojín.

-¡Qué horror! Ya basta chicos, me está rugiendo el estómago... Además deberían irse a un motel si quieren eso -dije llevando una mano al lugar ya mencionado.

-Sí, yo también, vamos al centro comercial que hay cerca de aquí, es enorme -dijo Santiago y todos salimos de la casa. Caminamos hasta el concurrido centro y subimos a la sección de comidas. Como siempre, McDonald´s estaba repleto de gente formada pensando en que delicia chatarra comer. Busque una mesa con David y nos dedicamos a esperar a mi primo con la comida.

-¿Qué juegas? -preguntó David.

-No tengo la menor idea, lo acabo de descubrir y ya me aburro -dije y rió.

-Te aburres demasiado fácil -dijo.

-Es evidente ¿No crees? -dije y reímos.

-¿De qué hablan? -preguntó Santiago con la bandeja llena de comida en las manos.

-Nada interesante, vamos, dame mi hamburguesa -dije.

-Es raro comes demasiado y no subes ni un gramo -dijo David.

-Hay una simple explicación para eso -dije.

-¿Así? -preguntó Santiago.

-¿Cuál es? -preguntó David.

-Las chicas lindas no comen, así que pásame esa hamburguesa -dije y rieron. El resto del almuerzo transcurrió tranquilamente... A quién engaño, nada pasa normalmente con mis amigos. Mi primo y David comenzaron a lanzarse papas fritas luego de que no decidieran quien imita mejor el canto de ballena de Dori, el pez azul proveniente de Buscando A Nemo.

Me Enamoras, Princesa [Tim Bergling] CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora