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Nadie se fijaba en personas calladas, en aquellas de mirada profunda, ojos tristes y tez seria e impasible. Estaba harta de las típicas historias cliché de lesbianas donde el misterio que albergaba alguien como yo atraía a otra feminide. Eso no ocurría en la vida real; a las personas como yo nadie se les acercaba, éramos individuos raros, invisibles para el resto, la que se sentaba al final de clase y de quien nunca conseguías memorizar el nombre. Mi mirada no les atraía como en todos los fanfics que leía por las tardes, la mía les daba miedo y no provocaba interés, sino distancia.

Mi vida era monótona y aburrida. Estaba hastiada de vivir en un bucle continuo, limitado a estudiar, escuchar música, sentirme desesperada por algo que tornase mi existencia en algo más que lo dicho, y volver a repetir el ciclo. Ni siquiera obtenía buenos resultados a pesar de todo el tiempo que tenía para ello, mi cabeza no dejaba de pensar y pensar, de soñar de día con realidades que nunca ocurrirían; definitivamente nunca llegaría a nada. ¿Realmente quería seguir viviendo de este modo? Todos decían que era normal tener inconformidad en esta etapa de la vida, pero, no creo que fueran muchos los que se planteasen acabar con ella en un rango de cinco años si no cambiaba. Y no, no me refiero a acabar con la inconformidad.

Fue por eso que decidí cursar el tercer año de carrera en una ciudad diferente, para cambiar de aires e intentar comenzar de cero en cierta forma, aunque de nuevo, eso era un invento más. No puedes comenzar de cero si tu mente se niega a cambiar, si los pequeños demonios que habitan dentro son superiores al deseo de cambio.

Quizá esté dando una imagen un tanto negativa de mí, asique voy a iluminaros un poco. No siempre funcionaba así. Habían semanas, incluso meses, donde me conformaba, con alegría incluso, de mi situación. Al fin y al cabo, ¿cómo me iba a quejar de mi vida? No tengo un pasado oscuro, mis padres no me pegaban ni me odiaban, mi hermano me quería, toda mi familia lo hacía. Mi vida se rodeaba de seres de luz, seres que no merecían mis habituales desprecios y malas caras, seres que no tenían culpa de mi puta mierda de personalidad cambiante y desagradable. Por ello mismo debía alejarme por un tiempo de quienes quería, para intentar devolverles su cariño con la risueña niña que perdieron hace años, de la que apenas había rastro.

Con un apagado suspiro y una media sonrisa, subí a aquel tren, albergando en el fondo la esperanza de que me llevase a un nuevo lugar habitable, lejos del Marte en el que me había hallado sumida desde mi temprana adolescencia. Me puse los auriculares y despedí Pamplona con el sonido de "Listen before I go" de Billie Eilish fluyendo por mi ser.  -Taste me, these salty tears on my cheeks. That's what a year-long headache does to you-

"Avisa cuando llegues cariño, te queremos, buen viaje." Leí en la pantalla.

Cerré los ojos; aquí comenzaba un nuevo y quizá diferente capítulo en la vida de Natalia Lacunza.

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Hola! Esta es la primera historia que publico. Siempre me he sentido muy insegura a la hora de dejar que los demás vean lo que escribo, pero bueno, voy a probar! Tengo ya muy claro el transcurso de la historia e incluso de una secuela, y creo que muchos os vais a sentir identificados con esta Natalia al igual que yo misma lo hago. Si tenéis cualquier duda o sugerencia por favor, no os sentáis mal por decirla. Así como si os gusta una capítulo, dadle a la estrellita porque me emociono. Tengo 5 años, sí.

Sibilino // Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora