MEDUSA
Agosto 09 del 2019.
Caracas, Venezuela.Tecleo un mensaje rápido en mi celular mientras la voz de Rihanna se escucha por los altavoces del local de paredes rojas con dibujos artísticos y vitrinas repletas de piercings.
―Know you wanna see me nakey, nakey, naked. I wanna be your baby, baby, baby ―canto mientras espero sentada a que le terminen el nuevo tatuaje al rubio que pese al dolor de las agujas solo está concentrado en su celular.
―Ya eres mi bebé, no tienes que pedirlo ―dice sonriente sin dejar de observar la pantalla que a cada nada se ilumina con una notificación.
―Solo que no me desnudo para ti.
―Lastimosamente ―Sus labios se ensanchan mostrándome una sonrisa coqueta.
Daniel carraspea haciéndose notar.
―¿No quieres hacerte algo, Anto? ―inquiere limpiando la tinta sobrante del brazo de mi amigo.
―Gracias, pero por ahora me basta con los nipple.
―Mucho morbo y todo, pero te admiro por soportar ese tipo de perforaciones.
No mentiré, dolieron en la madre, pero valió la pena el sufrimiento, lucirlos siempre es mi mejor opción como ahora, que solo cargo un top blanco sin tiras y por ende mis pezones se notan desde lejos con las joyas que escogí para adornarlos.
―Mi arte aquí ya está hecho ―menciona Daniel dejando la maquina sobre la mesa junto al resto de sus utensilios.
Le baña el brazo de una espuma y se la retira con cuidado con una toalla de papel.
―Como siempre, te luciste ―lo halaga Chris.
Le pregunté en muchas ocasiones qué se haría, pero nunca dijo y tampoco quiso que lo viera hasta estar terminado, por lo que me acerco y veo la ilustración plasmada en su brazo izquierdo, le llena todo el antebrazo y le ha quedado brutal.
Nos vemos y una mirada cómplice se detona entre ambos.
La mujer en su brazo es Medusa, solo que la representación va con mi rostro, el color de mis ojos predominando en el tatuaje al ser los ojos de ella.
Chris siempre me dice que sería capaz de tatuarse mis males para recordarse a sí mismo y a mí, que soy fuerte por soportar eso y lo que venga.
No hace falta que diga algo, nos entendemos con solo mirarnos.
Me entrega su tarjeta para que vaya a pagar por él mientras Daniel le da la crema que usará para curar y le recuerda las indicaciones como si no fuese el cuarto tatuaje del rubio.
Culmino el pago y lo sigo hacia su auto.
―¿Trajiste todo?
―Nunca se me olvida nada ―le recuerdo poniéndome el cinturón.
―¿Qué se siente saber que estás a tres días de despedirte de Venezuela, el país sin leyes?
―Sabes que me da igual.
Sé que en realidad quiso preguntar el cómo me siento al saber que me voy y los dejo a ellos atrás hasta que nos podamos volver a ver.
Dejar atrás este país es lo de menos, he vivido en Italia –lugar donde nací- también en Rusia –mi verdadera nacionalidad- un par de años, Estados Unidos unos cinco meses y el resto de mis dieciocho años en el país latino.
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AMON |+21|
Teen FictionUna mudanza a Londres puede ser normal para muchos, pero el concepto de mudanza para Antonella Hayes es un sinónimo de tormenta embravecida. Su vida ha estado colmada de dificultades casi imposibles de sosegar, le ha tocado ser una chica de retos y...