Thinking out loud

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Thinking out loud

Me miro en el espejo. Sonrío ampliamente y admiro mi reflejo.

El vestido que ha comprado Steve, debo admitirlo, supera mis expectativas. Es corto, cinco pulgadas arriba de la rodilla, y el corte estilo imperio resalta mi cintura. Rojo, completamente rojo, sin adornos de más. Strapless, mi favorito.

Es una noche especial. Stark ha organizado una cena en mi honor. No hacía falta, pero él ha insistido. Es mi cumpleaños, después de todo.

Veintidós de noviembre.

Nunca lo he celebrado. No he tenido tiempo para hacerlo. Tampoco he querido.

Es solo una fecha en el calendario. No tiene nada de especial. En mi mundo las celebraciones no existen, o existían. No puede haber una celebración cuando solamente estás tú, extraviada entre la inmensidad de la soledad.

Mi celular suena, es un mensaje de Steve. Pregunta si quiero que me recoja. La respuesta es clara. No. El que estemos en una relación no quiere decir que lleguemos juntos a todas partes.

Es el Capitán América. El chico de Brooklyn que se ha ganado mi admiración, y algo más. Es la única razón por la que asistiré a esa estúpida cena organizada por Stark.

Steve tiene algo que, de alguna manera, es atrayente, excitante. Quizás son sus ojos, o tal vez la manera en que frunce su ceño cuando no entiende algo y pide que se lo explique. Él es misterioso; es como un libro abierto pero difícil de leer. Es tierno y amable, bondadoso y gentil; él es el Capitán América, mi Capitán América. Él activa todas las emociones dentro de mí.

Recojo mi cabello. He hecho un moño con él, como el de una bailarina.

El ambiente cambia, una capa de nostalgia comienza a invadirme. Recuerdo los fríos inviernos en Rusia, con las bailarinas moviéndose al ritmo del piano.

El estudio de ballet era sólo una coraza, servía de tapadera para el Cuarto Rojo.

Me divertía, era como tener una doble vida. Un día bailaba y al otro asesinaba. No existía lo bueno ni lo malo. Era una forma de vida y yo estaba conforme. Hasta que apareció él.




[...]




La presentación más importante de nuestro falso estudio de ballet. Doce de julio.

Cabello castaño y tez blanca. Asiento en primera fila. Ojos marrones y labios rozados.

Has estado muy bien allá afuera. Volteo. Me ha tomado por sorpresa pero aun así sonrió.

Frente a mí se encuentra el mismo muchacho que no ha dejado de mirarme durante la primera mitad de nuestra presentación.

Gracias. Continúo acomodando mi maquillaje para el siguiente acto. Él me mira a través del espejo; por primera vez en 16 años me ruborizo. Nunca te había visto por aquí. ¿Acompañas a alguien?

Él ríe. Pestañea y me vuelve a mirar. En realidad, tengo vacaciones.

¿Turista? Pregunto. Sé que no puede ser turista, su ruso es bastante fluido.

Piloto. Responde. He comenzado a ponerme labial. En la academia no hay mucho tiempo libre. Se encoge de hombros y por alguna extraña razón no lo puedo dejar de ver.

Thinking out loudWhere stories live. Discover now