Capítulo 1

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Después de abandonar Arrecípolis fui directo a mi habitación para esconderme bajo mis sábanas. He fracasado en mi plan para expandir la tierra; más decepcionado conmigo mismo no podría estar. Haber sido vencido, que encima Aquiles me tomase el pelo y además de tener que entregarle un inmenso poder a la mocosa. Por lo menos el discurso de Tatiano me hizo recobrar mi postura. He cometido muchos errores pero ninguno como este.

Cerré con llave la puerta de mi habitación, era probable que alguno de mis comandantes viniera para consolarme o algo parecido y si os soy sincero no me apetecía en absoluto; comencé a desnudarme completamente en silencio. Necesitaba una ducha de inmediato, algo para poder relajarme. Es evidente que no voy a abandonar a mis reclutas ni a mi equipo pero ahora mismo me estoy replanteando que puedo hacer de cara a mi futuro.

Las gotas de agua empezaron a engullir mi piel con suavidad, hacía tiempo que no me quedaba bajo la ducha replanteándome mi vida. Miraba cómo el agua se iba por el desagüe tranquilamente, suspiré. Tenía un gran peso encima.. había defraudado a mi equipo. Ahora mismo no puedo dar la cara a nadie. Comencé a enjabonar mi cabello ofreciéndome un pequeño masaje que sinceramente me quitó de mis pensamientos unos cuantos segundos. También enjabone mi cuerpo con suavidad pues mi piel era más que delicada. Abrí de nuevo el agua cerrando así los ojos pues el jabón podría entrar en ellos. Precisamente no es una sensación agradable.

Cerré el agua al instante cuando vi que todo el jabón ya se había desprendido de mi cuerpo. Enrollé una toalla a mi cuerpo para después salir del baño con un paso muerto, sentía como si pesase más de lo habitual. Comencé a secarme para después tirar la toalla sobre mi cama, pasé por delante del barco que en su día Aquiles me regaló. Al momento aparente la mirada continuando el camino hacia mi armario. Me coloqué una simple camiseta junto con los calzoncillos. Me lancé a mi cama quedando como un peso muerto; debo replantearme todo.

Escuché un ruido, automáticamente me giré hacia mi ventana. Lo que me faltaba, ladrones. Me levanté rápidamente cogiendo lo primero que tenía a mano lo cual era la lamparita de noche. Me acerqué hasta la ventana viendo a Aquiles colgado de ella; lo que me faltaba, el payaso este. Dejé la lámpara a un lado para después subir la ventana asomándome por ella.

—Qué quieres —dije molesto.

—Venía a visitarte, ¿Me ayudas a subir? —habló apurado.

—No, lárgate. —especulé comenzando a bajar la persiana.

—¡No, Magno por favor! Solo quiero ayudarte —me suplicó.

Volví a asomarme divisando su rostro apurado; no sé cómo hizo para escalar hasta la ventana de mi guarida pero reconozco que era admirable. Finalmente accedí a darle la mano ayudándole a escalar, cuando entró a mi habitación rodó por el suelo de esta. Que inútil. Cerré la ventana bajando levemente la persiana al acto.

Al girarme allí estaba él con la postura orgullosa que siempre portaba, en cierto modo siempre respeté a Aquiles. Le rodeé dirigiéndome hasta mi armario, no iba a andar en calzoncillos frente a él.

—Y que es lo que quieres realmente —dije sereno.

—Venía a hacerte un poco de compañía, no creo que sea agradable que unos críos estropeen tus planes de años —tapujó.

Me coloqué un pantalón corto rápidamente, cuando me giré le vi observando el barco que él mismo me regaló. Cuando cruzamos las miradas me sonrió alegre, yo no estaba para sonreír.

—¿Vamos a dar una vuelta? —cuestionó.

—¿Tengo cara de querer salir? Aquiles por favor que ni siquiera me he dirigido a mis reclutas —dije esquivándole.

Eres como el veneno de letal (Hardenshipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora