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En el vibrante corazón de la ciudad, donde los rascacielos se mezclaban con la cultura y el caos, un joven de 19 años se encontraba en la encrucijada de su vida

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En el vibrante corazón de la ciudad, donde los rascacielos se mezclaban con la cultura y el caos, un joven de 19 años se encontraba en la encrucijada de su vida. Vestido con un traje tradicional que, en condiciones normales, haría ver a cualquier Omega como una estrella de la moda, él se sentía más como un peón en una partida de ajedrez que no había elegido jugar. Los bordados lujosos y los colores brillantes solo intensificaban su malestar.

—"¡Madre, no quiero casarme!" —protestó, cruzándose de brazos como un niño en medio de una rabieta, aunque el brillo en sus ojos traicionaba su preocupación.

Las maquillistas se detuvieron un segundo, sorprendidas por la declaración de su "novia". La jefa de maquillaje, una mujer de mediana edad con un peinado tan voluminoso como su ego, aplaudió con entusiasmo.

—"¡Aplausos para el drama! Continúen, chicas, que esto es un espectáculo."

—"Lo tendrás que hacer por nuestra familia, puntito." —La voz de su madre sonó como un trueno. Había decidido que esa era la última vez que su hijo podía quejarse antes de que se sellara su destino.

—"Señora, su hijo a esta altura debería estar disfrutando de su juventud, no atrapado en un matrimonio arreglado." —Intervino Yoongi, un alfa de baja categoría pero de gran corazón, que siempre había estado del lado del joven.

—"Tú cállate, se perfecta mente que beneficias a la familia." —replicó su madre, con una mirada que podría derretir el hielo del Ártico.

—"Pero..."

—"¡Yoon-gi-ah, no pelees con mamá! Es mi deber, como el primogénito de la familia." —El joven sonrió, tratando de calmar la tormenta en la sala. Su voz era un intento fallido de sonar seguro, mientras que por dentro luchaba con el dilema de ser un Omega atrapado en un mundo que parecía más interesado en su estatus que en su felicidad.

Pero lo que realmente le molestaba eran los productos de belleza que le aplicaban como si fuera un pastel de cumpleaños. ¿Por qué tenía que usar tanto maquillaje? —Se miró en el espejo y vio a un extraño que apenas podía reconocer. No quería ser el conejillo de indias de una sesión de belleza descontrolada.

De repente, su abuela, una mujer que había visto más matrimonios fallidos de los que podía contar, irrumpió en la habitación con la energía de una torbellino.

—"¡Mi niño, qué hermoso te ves! ¡Te pareces a una princesa!"

—"¡Abuela! Esto no es un cuento de hadas, es un horror!" —exclamó el joven, tratando de contener su risa mientras se debatía entre lo absurdo y lo trágico de la situación.

Su abuela soltó una risa contagiosa, como si hubiera escuchado el mejor chiste del año.

—"Cariño, en tu caso, cualquier historia es mejor que esta. Y, por cierto, recuerda que tu abuelo se casó con una chica horrible y aún así logramos sobrevivir. ¡Esa es la verdadera historia de amor!"

¡¿nuevamente jóvenes?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora