Segunda Melodía. El mensaje de Atenea

42 0 0
                                    

Arthur viajaba por las nocturnas planicies de Barraza, en busca de algun ser desafortunado en busca de ayuda, ya sea siendo atacado por un monstruo, o por cualquier otra cosa

El chico no tiene amigos, solo una compañera con la que viaja constantemente, pero es solo una guardián, encomendada por el padre de Arthur, el humilde rey Isaac. La hada solamente alertaba Arthur de cualquier peligro inminente, y este, la protegía de tal peligro. De goblins, mutantes y gigantes, y hasta los enemigos mas complicados; los demonios. Estos demonios varían según su nivel de fuerza y habilidad. Los menoris, son los que menos peligro causan, pero son peligrosos debido a que tienen alma de asesino prodigioso. Los mágicos son los que se encargan de quitarle los bienes a la gente inocente y pegarles maldiciones, y por ultimo son los Majoris, los mas abominables, mas asesinos y mas sangrientos, sus principales victimas son la gente sin hogar, atacan con enfermedades atroces y, en pocas posibilidades, se los lleva a la isla maldita, a llevarlo de ofrenda al demonio Licio.

Arthur, recorriendo sin rumbo ni sentido por las vagas llanuras de Barraza Sur, avista a lo lejos, el rancho en el que se alojaba su fiel corcel, Sultán. Cada vez que va a visitarlo, se debe a dos razones, porque necesita rapidez para llegar a un lugar, o porque lo visita semanalmente, como Arthur pasaba ahí de casualidad, decidió ir a acariciarlo por un rato.

Al llegar, Arthur decide hablar con el ganadero que cuidaba a su caballo, para consultar por su caballo.

-Hola, Alifeo, como estas?- Dirigiéndose al ganadero

-Bien Arthur, la noche es bella, el cielo esta despejado para poder admirar las estrellas, es bella la noche no crees?- Dice con un tono melancólico.

-Pues si, siempre me han gustado las estrellas, viendo sus constelaciones, acostado en el cómodo pasto de mis tierras, aunque vengo a consultar por mi caballo. ¿Ha estado bien?-.

-En perfectos cuidados, honorable joven, pues aquí es como el consentido.- Dijo con un tono cómico, aunque Arthur no le vio lo gracioso.

-Bien, ¿Puedo pasar, para ir a verlo?-.

-No creo, ya estamos por cerrar, pero hay alguien adentro que quiere darte un mensaje.-

-Pero no hablo con demasiada gente. ¿Puedo preguntar quien es?-.

-No me ha dicho su nombre, no mas bien, dijo que es un alarmante mensaje, especialmente para usted señor.

-Esta bien, usare el tiempo que me queda hasta que cierren, gracias por tu tiempo-.

-Hasta luego y de nada-.

Arthur va hacia dentro del rancho, buscando al misterioso mensajero que lo llamaba. A lo lejos, en un rincón puede apreciar que se encuentran un viejo haraposo, descuidado y con un bastón bastante añejo.

El viejo le hace una gesto, diciendo que se acerque, ya que es Arthur a quien busca. Arthur empieza a dialogar, siendo agresivo.

-¿Qué busca de mi? Viejo haraposo ¿Por qué es tan importante que usted desea comunicarme, ha pasado algo con los míos? Lo escucho.-

-Jo, jo, jo, eres una persona bastante segura, renegado joven, le comunicare mi mensaje lo mas pronto posible, mas no busco desperdiciar su valioso tiempo de héroe de estas tierras-.

-Dígamelo, por favor-. Contestó bastante intrigado.

-Majestuoso héroe de las tierras legendarias de Barraza, has sido encomendado por la diosa de la guerra, Atenea, para que emprendas un viaje hacia las tierras de Vinilo para adentrarte al bosque Ona Noa, en busca de tu complemento, la legendaria Espada Blanca, solo puede doblegarla a la persona quien la sangre de héroe, recorre por sus venas. Para poder derrotar al demonio Licio, quien planea hacer una invasión a tu patria, quemándolo por completo y asesinando a tu familia, Arthur, debes proteger a tu nación, ya que eres el único a quien Atenea ha escogido para esta tarea. Para llegar hacia Vinilo, debes atravesar el peligroso Mar Rojo, quien cruce esos mares, con vida, se llevara una grata bendición de los dioses del Olimpo.-

Dicho esto el viejo, se desvanece entre el aire, dejando solamente la asquerosa ropa y el bastón añejo tirados en el piso de madera.

La OcarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora