Cuarta Melodía. El desafío primero

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Isaac, Arthur y los hombres zarparon hacia la isla Vinilo, cruzando el temible Mar Rojo, creado por Poseidón, lleno de bestias y gigantes calamares que habitaban allí.
Isaac exclamaba a los hombres que remaran mas rápido y fuerte pues tenían prisa para acabar con el cataclismo comunicado por Atenea. Mientras la nave avanzaba, Arthur se encargaba de observar a los alrededores junto con su hada, para alertar cualquier amenaza que se acerque a la nave y así prepararse.
El primer desafío impuesto por el Mar Rojo, era una horda de esbirros, seres aéreos llenos de malicia, que se aproximaban hacia las velas del barco para arruinárselas, aprovechando el paso de robar todo el botín del barco.
Entonces Arthur, muy bien adiestrado con su arco, que fue forjado por el dios ecuestre, saca una de sus flechas eléctricas y se las lanza hacia los esbirros, con una sola flecha logró atravesar veinte cabezas, quedando restante setenta y ocho bestias por derrotar.
Isaac saca su arco, forjado por el mismo dios anteriormente mencionado, y coge con sus gruesos dedos, cinco flechas, esparcidas por toda la horda, asesinando la tercera parte de los esbirros.
Quedando solamente veinte y dos criaturas, lograron arrancar una pequeña parte de la vela principal de la nave. No obstante Arthur e Isaac logran hacer una sincronización con sus arcos, lanzando al mismo tiempo la misma cantidad de flechas hacia los esbirros, eliminándolos por completo.
Aprovechando los cadáveres de estos, los degollaron y retiraron sus vísceras para cocinarlos, asi guardándolos como provisiones.
No tardó mucho en aparecer el sol de la madrugada, calentando las pieles de los tripulantes. Isaac se encontraba totalmente relajado y vivo, tanto que ordeno a todos que hicieran una fiesta en honor al derrocamiento del primer desafío impuesto por el mar, que prepararán el vino, los panes y condimentos. Todos aceptaron sin duda alguna.
Así que vararon en una pequeña isla sin habitar, con escasos arboles pero abundantes flores con la cual crear elixires. Los cocineros sacaron las provisiones y ordenaron toda la mesa, para que los hombres festejaran y rieran a por montón, y así se hizo. Arthur no bebió, pues no le gustaba el vino común, solamente un vino especial que probo una vez, que había sido creado por el dios Dionisio. En cambio, Isaac y sus tripulantes pasaron toda la tarde disfrutando de la fiesta. Hasta qué Arthur exclamó:
-iPadre! Como osas realizar una fiesta cuando nuestro deber es llegar con prisa hacia Ona Noa y reclamar mi espada. Los nuestros dependen de nosotros iO si no se sepultaran ante la malicia de Licio y su cataclismo! No tome decisiones como si fuera un hombre desdichado e irresponsable. Acabe ya con esta fiesta y continuemos el trayecto que Atenea nos ha encomendado.-
Todos callaron ante el discurso de Arthur hacia su padre, en lo cual este contraataca diciendo lo siguiente:
-Hijo mío, tan responsable que es, pero tan duro con los suyos, mire a estos hombres, agotados ante tal viaje que recorrimos toda la noche, si llegamos a Ona Noa sin un descanso como anhelas, no nos quedaran hombres para devolvernos a nuestras tierras, estoy igual de apresurado que tu con estar ahí para evitar la catástrofe, pero debes pensar mejor en las cartas que usaras para realizar un ataque.-
Dicho esto, Arthur se queda callado sin poder nada que decir. Acto seguido, se retira de la fiesta con vergüenzas y ponerse a admirar como el sol se ocultaba ante la tierra.

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