La Leyenda de los Zampoñeros de Socoroma

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Leyenda

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Leyenda

En el Norte Grande de Chile, a cerca de 125 kilómetros de la ciudad de Arica y a 30 kilómetros de Putre, a 3.060 metros sobre el nivel del mar, se encuentra un pequeño caserío, Socoroma, un pueblo olvidado que despierta día a día con los pusires o zampoñeros, rondando sus calles protegidas por Wiracocha.

Muchas de las leyendas han visto su origen ligado a historias de cataclismos y desastres naturales. Esta es una de ellas

Hay lugares que como el hombre y la mujer, no nacieron para quedarse anclados sino que nacieron para caminar, Socoroma es uno de esos lugares que no ha querido quedarse estacionado, uno de esos pueblos que un día se durmieron y al día siguiente amanecieron a varios kilómetros de distancia, porque el mundo se había dado vuelta y nadie les había avisado.

Don Calixto Llusco habitante de Socoroma nos relata sentado en una roca de la cima de un cerro con voz tranquila “Socoroma está ahora p’acá al Sur. Primero Socoroma estaba p’allá p’al norte y esa Socoroma se hundió,  se dio vuelta la tierra y se perdió el pueblo”.

La gente que vivían antiguamente en Socoroma han rescatado sus secretos y sus leyendas, aquellas leyendas que aunque el mundo dé mil vueltas nunca podrán cambiar.

Leyendas que nos muestran a un pueblo protegido por Wiracocha, el Caballero, el Señor, lo que en nuestras palabras significa el enviado de Dios.

Socoroma en lengua aymara C’hukuruma, significa “agua que corre o escurre”. En lengua japonesa sin embargo, socoroba, significa “el lugar donde vive la anciana”. Hasta fines del siglo XX, pudimos comprobar que la tradición se mantenía a través de la mujer más antigua del pueblo.

Doña Dominga Vásquez quien rescataba la tradición oral de su pueblo nos relató hace algunos años lo qué pasó acá, cuando los zampoñeros miraron hacia atrás. “La gente del pueblo estaban enfiestados y dicen que llegó un Caballero todo sucio, mugrientito, sucio, todo mococito dicen…Entonces los mayordomos que estaban haciendo fiesta, dijeron ¿Ay, p’a qué está acá ese hombre, ese hombre cochino bótenlo, qué cosa quiere, qué quiere acá, había dicho el mayordomo.”

“Entonces los que tocaban zampoña, los zampoñeros, todos, dicen que han tenido lástima con el hombre, para qué vamos a botarlo, vamos a darle comidita, vamos a darle algo, y le habían dado comida, abrigado, y limpiado su carita bien limpia, dicen.”

La ayuda desinteresada de los zampoñeros a este hombre humilde trajo sus recompensas, pues sin pensar siquiera que él podría hacer algo por ellos, el hombre intentaría protegerlos. En la presencia de ese hombre humilde estaba Wiracocha, quien les advirtió solo a los zampoñeros, que ocurriría una gran tragedia en el lugar.

Doña Dominga Vásquez continúa su narración:

“Entonces el hombre ése le habría dicho a los tocadores, a los que están tocando zampoña: Ustedes váyanse p’al otro lado, sin mirar p’acá, sin mirar p’allá, váyanse p’al lado de éste, entonces, se habían venido dice, hacia el cerro, en ese mogote, en ese mogote, se habían venido dicen, y dicen que han mirado.”

“Al sentir un gran estruendo y el remezón de toda la tierra se preguntaron ¿Qué es lo que estará pasando? Y tentados habían mirado hacia atrás, al pueblo…Y ahí quedaron nomás petrificados en el acto”.

Dicen que las leyendas se repiten en distintas partes, en tiempos y espacios diferentes.

Es así como esta antigua leyenda inca-aymara se asemeja a la historia bíblica de Lot y a otras que vienen de distintas y remotas partes del  mundo.

Muchos son los que han quedado petrificados por mirar hacia atrás, porque como dice el poeta “al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.

Actualmente, la montaña que está al Este de Socoroma, se está hundiendo y los hombres de este pueblo han debido en tres oportunidades cambiar el curso del canal de regadío.

Doña Dominga Vásquez continúa su relato:

“Ahí está toda la historia, ahí está todo, sus dibujos, todo esta ahí…Están con sus sayas y polleras de las bolivianas, así está, ahí no más habían quedado, dicen, entonces por eso se llaman pusires…ese  lugar”.

Quizás fueron reiteradas las oportunidades en la sala de la sede social o en la casa de algunos de los lugareños, los niños escucharon a sus padres contar historias de Socoroma.

Escucharon decir que el mundo se había dado vueltas, o tantas otras leyendas que quizás sirven para explicar un hecho que nadie puede negar y es que en el cerro que da al norte de Socoroma, unos zampoñeros petrificados nos reciben confirmando mágicamente la realidad de esta leyenda.

Entretanto los niños de Socoroma hoy juegan y se miran tranquilos, mientras sus padres llevan las ovejas y cultivan la tierra, porque saben que nada les puede pasar…pues Wiracocha no lo permitiría.

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