En una una noche capitalina, marcaban las 11: 50 PM, un 17 de abril, el año del suceso se ha perdido en mi memoria, pero recuerdo muy bien lo fría, déspota, salvaje, totalmente adversa, que fue la ciudad en aquel instante, sólo escuchaba una serie de violines que acrecienta su sonido a medida que daba cada paso, la escena es realmente triste, ebria, sola, desubicada, y tirada en un andén.
Así inician las mejores historias y las peores tragedias, ¿Cómo llegue hasta acá? me preguntaba mientras balbuceaba algunas palabras, en medio del profundo asco que me provocaba oír mi propia voz, trataba de analizar en qué sitio estaba, buscar alguna ruta de escape, pero no la hallaba, porque mi esfuerzo no fue el suficiente, por la sencilla razón que morir era la mejor ruta de escape, (o eso creía)...
Mi visión tampoco ayudaba, cada vez que abría de nuevo los ojos, el panorama se hace más y más oscuro, las escasas luces del ambiente se veían tan resplandecientes que estaban a punto de cegarme, apestaba a whisky, a una combinación de las más pestilentes, el asqueroso humo de cigarro mentolado, el olor a whisky, todo ello ya me tenía muy mareada, entonces además del efecto visual que genera, el estar totalmente ebria, me hacia aún más vulnerable, sin considerar lo que sentía a nivel auditivo, cada vez más esos violines se oían fuerte, estridente, no me permitían pensar con claridad...
Pero eso me tenía, honestamente, sin cuidado, lo que me llenaba de tristeza, una tristeza, tan profunda que pensé que jamás habría espacio para algo tan inmenso, en mi interior, era provocada por la soledad...
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Crónicas de guerra
RandomEn algún momento de la existencia nos sentimos en Guerra, con la vida, con el amor, hasta con uno mismo,y de esos momentos se nutrirá este escrito.