A mí querida alma gemela.

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A mí alma gemela:

Hubo un tiempo en el que fuiste felíz.

Ya no llorabas, y aunque temía que quizás hubieras encontrado a alguien, me sentía felíz por ti.

Pero no todo lo bueno dura por siempre, ¿cierto?

Otra vez estabas sufriendo, y no había nada que yo pudiera hacer al respecto. Y aunque ya no sucedía tan seguido, el hecho de que mi ojo continuara derramando lágrimas significaba que aún no eras felíz.

Y aún no podía encontrarte.

Yo también tenía mis momentos malos. A veces me preguntaba si tú también podrías sentir mi tristeza, y si tus ojos lloraban como los míos.

"¡Ya tenías suficientes problemas!" Me dije un día. Aunque nunca fui un hombre muy rudo, había aprendido a superar mis problemas y no ver todo con mala cara. Después de todo, allá afuera había gente que la pasaba peor que yo y no se quejaba.

Si quería hacerte felíz algún día, entonces de nada me serviría ser débil y no poder protegerte.

“Al mal tiempo, buena cara” decía mi madre. No había mejor escudo que una sonrisa.

A mi alma gemela:

Hubo un día en especial, que recordaré por siempre, en el que te sentiste más triste que nunca; el vacío que me oprimía en lo más profundo de mi pecho me lo confirmaba.

Ese día ni siquiera pude levantarme de la cama.

Jamás había sentido una tristeza tan grande, y saber de dónde provenía sólo lo hacía peor.

Luego de eso las cosas parecieron mejorar. Ya no volviste a llorar o sentirte triste.

Conocí a una chica.

Al principio no estaba seguro de si ella era la correcta para mí. Parecía haber tenido una vida difícil y se notaba que había pasado por mucho, pero siempre afrontaba todo con una sonrisa.

Me enamoré.

Ella era una persona muy dulce y de corazón cálido. Me preguntaba si sería ella.

En todo el tiempo que estuvimos juntos, me encargue de que jamás derramara ni una lágrima.

Éramos felices. Y con el tiempo una pequeña bendición llegó para mejorar aun más nuestros días.

Hubo un día en especial, que recordaré por siempre, en el que después de tanto tiempo volví a derramar una lágrima. En ese día sólo se admitían de felicidad.

Ambos lloramos con nuestro pequeño milagro en brazos. Decidimos llamarla Ava, en honor a su mejor amiga.

“Ella fue mi apoyo” me había dicho aguantando las lagrimas “Éramos casi hermanas, ella era como mi alma gemela.”

En ese momento recordé lo que me había dicho mi madre.

“Suenas igual que ella” Me respondió riendo. “Siempre creyó que algún día su alma gemela vendría a rescatarla y serían felices juntos. Es una lástima que no haya llegado a tiempo, supongo que se cansó de esperar… un día no pudo soportarlo más y se fue a un lugar donde jamás volvería a sentir tristeza.”

No sé por qué, pero no pude hacer nada por retener las lágrimas que tan rápido salían de mí.

No había llegado a tiempo.

No pudiste esperarme.

Y rompiste a llorar en mis brazos, acompañándome como siempre lo habías hecho, sintiendo lo mismo que yo.

No todo estaba perdido. Te había encontrado.

Esta vez me aseguraría de hacer bien las cosas, te daría todo el amor que fuera necesario y me aseguraría que jamás volverías a llorar por algo malo.

Y luego, tal vez en otra vida, mi querida alma gemela, volveríamos a encontrarnos.

Bueno, originalmente esta historia iba a tener varios capítulos, pero si la extendía más terminaría por abandonarla.

[Edit]  Publicado en septiembre 2014, editado en mayo de 2020 para corregir errores de ortografía y tipeo.
Esta historia fue publicada originalmente, luego der ser escrita en un par de horas en las notas de mi celular. No estoy conforme con el resultado, pero no voy a borrarla porque quiero recordar siempre cuánto avancé en mi escritura.
Gracias por haberle dado tanto amor y llevarla al #3 en cuentos cortos♡.

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