[1]El Amo.

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Era de noche en el cementerio de la ciudad, llovía. Las gotas se deslizaban suavemente sobre las lápidas cayendo al suelo y embarrando la tierra. Un grupo de gente se agrupaba alrededor de una de aquellas lápidas. Estaban colocados en círculo, sus caras o género no se distinguían, ya que todos cubrían su rostro con una túnica marrón hasta los pies, con una capucha bastante amplia. La lluvia no parecía importarles. Estaban quietos, inmóviles, observando atentamente la tumba. Esperando a que algo pasara...

De repente, dieron un paso hacia atrás. Uno de ellos, quien en lugar de retroceder, dio un paso hacia delante, llevaba una olla bastante extravagante, tenía varias volutas en la parte inferior, así como un borde dorado con dos ganchos que apuntaban hacia arriba. En su interior había un líquido de color carmesí, que vertió delante de la tumba. El líquido no tardó en inundar el lugar con aquel color rojo, ya que la lluvia había encharcado los suelos. Cuando el líquido rojo terminó de filtrarse, la tierra comenzó a moverse.  Un brazo se asomó por encima del montículo y rápidamente comenzó a salir un cuerpo. Parecía el cuerpo de un cadáver que al menos debería haber estado allí unas semanas, tal vez meses. Los huesos se entreveían através de los músculos carcomidos por los insectos, dejando huecos enormes en los brazos.

—¡Amo! ¿Cómo se encuentra?—Dijo una de las personas del círculo.

—...—El cuerpo que acababa de regresar de ultratumba observó el cielo. Las gotas caían en su cara con suma suavidad, cerró los ojos como si añorase dicha sensación. Al abrirlos, los ojos inertes adquirieron un color rojizo. Brillaban con intensidad, tanto que incluso se veían en la oscuridad como si de dos latentes fuegos se tratasen. Permanecía encorvado y apenas se movía. Finalmente pronunció unas palabras.
—Quien iba a decir... Que... Los Joestar serían tanto mi mayor bendición como mi peor maldición.—La voz de este ser se escuchaba entre cortada, parecía la de un fantasma que no ha conseguido descansar en paz. Era fría, ronca y tosca, cuando se escuchaba, producía escalofríos. Una sensación que aterrorizaba a cualquiera que la escuchase.

—Amo... Han pasado 15 años desde que usted... Pereció ante Kujo Jotaro.—Dijo cabizbaja una de las personas.

—Um... Quince años...— Respondió el denominado amo. Su voz había recuperado calidez, era más agradable e incluso capaz de hipnotizar a los más descuidados.

—————(En otra parte del mundo)

(Narra Giorno).

Mi nombre es Giorno Giovanna y tengo un sueño que sé que es justo.

Desde que me mudé a Nápoles, he podido comprobar lo que es tener una vida dura y lo que es sufrir, se ve en las calles de esta ciudad. La gente busca cualquier método para sobrevivir. Hay muchos niños que incluso desde muy pequeños, están teniendo contacto con las drogas. Las bandas los utilizan como traficantes lo cual genera peleas entre ellos por estas sustancias, muchos acaban muriendo por sobredosis y otros mueren asesinados. ¡Esta situación es insostenible! Es por ello que yo, Giorno Giovanna, quiero convertirme en el jefe de una banda, para frenar todo esto y acabar con el daño que produce esta amenaza. Quiero convertirme en un GANG-STAR.

Cuando paseo por las calles de esta hermosa ciudad... No puedo evitar pensar en ello. En como un lugar tan bello puede tener una cara tan oscura y lúgubre. Lo único que parece darle luz son los turistas, que parecen ignorar fervientemente la realidad, todos sonríen como si no ocurriera nada, pero claro, solo ven una capa de las muchas que existen, no solo en Nápoles si no en la mayoría de las ciudades turísticas. Me pregunto... ¿Por que aquel japonés transitaba por aquellas calles? No son sitios a los que los turistas acostumbran a ir. ¿No?

Creo que, debería dejar de pensar en estas cosas. No hacen más que distraerme... Tomaré un helado.

(Omnisc.)

Il Mundo D'Oro... - JJBA Vento Áureo. [Giorno & DIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora