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Haechan se detiene cuando no recuerda porque esta corriendo.

El bosque por el que estaba cruzando, no lo conoce. O al menos, no recuerda haberlo conocido antes.

Su memoria esta rota... o al menos eso es lo que cree. No recuerda que alguien más se lo haya dicho. Tampoco, no recuerda algunos rostros... ni siquiera el suyo. En ocasiones, se queda observándose en el espejo por horas, sorprendido por como se ve. Diez minutos después, se olvida completamente de su imagen.

No sabe porque esta corriendo pero siente que debe de escapar de alguien o de algo. No recuerda el porque o que ha hecho para que esto sea así. Pero Haechan ha estado corriendo por un buen rato y cuando cruza ese bosque sombrío, deja de hacerlo. Sus pequeños pies comienza a dar pequeños pasos, esquivando las hojas marrones y algunas, casi negras. Se están muriendo... o tal vez ya están muertas.


Cuando el cielo se ha oscurecido y ha dejado aquella tonalidad lila, Haechan se topa con una pequeña cueva.

Dirige su mirada hacía todos lados, buscando algo o alguien que lo detenga de lo que esta a punto de hacer, pero en medio de tanta oscuridad, nadie esta allí. Haechan entra a la cueva sin recordar porque lleva varios minutos allí afuera.

Recorre un largo pasillo oscuro de piedra y tierra. Cansado de forzar su vista, Haechan cierra sus ojos, hasta que sus pequeños cuernos salen de su frente. Cuernos pequeños y llenos de colores fluorescentes, al igual que sus ojos, que de inmediato; alumbran el lugar. Si, es un demonio moderno, que no cuenta con la edad suficiente para no permanecer con sus cuernos fuera.

Se muerde el labio por accidente, cuando se asusta con la sombra que pasa por su lado, por la pared de piedra. De su labio inferior, sangre de color comienza a salir. Haechan aguanta el dolor que esto le produce y limpia sus ojos llenos de lagrimas. No sabe porque, pero se siente sensible y vulnerable. No sabe si puede confiar en algún extraño pero en ese momento, solo quiere compañía. Algo le dice que nunca ha estado solo.

Tan pronto como abre sus ojos, vuelve a caminar, olvidando aquella sombra a causa de su corta memoria y entonces, observa la luz blanca iluminar solamente aquel trono al final de la cueva. Es un sillón enorme, donde pueden entrar dos personas. Es de color blanco y sus adornos de color dorado.

Haechan cree que es un bonito lugar para descansar. Algo que jamás ha visto. O al menos eso es lo que cree, porque ni siquiera recuerda su hogar.

Cuando esta a punto de llegar a aquel trono, algo se mueve detrás suyo. Asombrado y completamente muerto de terror, se da la vuelta.

La persona detrás suyo, es un poquito más alto. Tiene el cabello negro, pequeños cuernos rojos, y una vestimenta que Haechan nunca ha visto antes. Sus pantalones negros de gasa, tan anchos, que parecían una falda larga. Su camisa blanca de la misma tela, tenía un cuello alto con volados y sus mangas, que parecían ser anchas también, estaban controladas por dos cintas de color dorado.

Haechan lo recorrió con sus ojos, hasta detenerse en el rostro del desconocido. Su rostro blanco manchado con lo que parecía ser lagrimas negras anteriormente derramadas, sus ojos rojos y su nariz igual. Su boca negra, que permanecía en una linea recta, se rompió para formar una sonrisa. O al menos, eso parecía ser.

— ¡Sabía que vendrías! — Dijo el desconocido, mientras lo esquiva y toma asiento en el trono. — No puedes sentarte aquí, Haechan. Este es mi trono, ¿en que estabas pensando? — Le pregunta, mientras suelta unas cuantas carcajadas que hacen a Haechan dar dos pasos hacía atrás. — Cuidado, mi querido amigo. — Le advierte el desconocido pero, Haechan termina cayendo al piso a causa de alguien detrás suyo.

— Miau. — Dice quien lo ha hecho caer. Parece ser un humano, pero no lo es. El desconocido le sonríe y caminando con sus pies y manos, como si fuera un animal, se acerca al de cuernos rojos. El muchacho le desordena sus cabellos color miel y Haechan puede notar, las pequeñas orejas de gato.

— Tennie, Tennie, Tennie... no puedes hacer eso con los invitados. Haechan es un poco torpe pero parece un buen sujeto. — Le habla al gato gigante, que tras dirigirle la mirada a Haechan, este puede ver las gafas que lleva, y como le sonríe.

— ¿Nos conocemos? — Se atreve a preguntar, cuando vuelve a estar en sus dos pies y quita la tierra de sus pantalones de mezclilla. — Somos... ¿somos familia? — Pregunta con curiosidad. Aquella pregunta, hace reír a ambos desconocidos.

— ¿Que es una familia, Haechan? — Haechan abre la boca pero cuando se da cuenta de que no sabe que es aquello, la vuelve a cerrar, con una expresión de pura confusión en su rostro. — Eres increíble... pero no. No somos familia, Haechan.

— ¿Quien eres? ¿Quienes son?

— Soy Jaemin. — Dice, mientras se levanta de su trono y acaricia sus cuernos. A diferencia de Haechan, los cuernos de Jaemin salen un poco más atrás de su frente. Son pequeñas y rojas, a comparación de las suyas, que son más grande y coloridas. — No somos familia por que, somos distintos demonios. Y él. — Dice, apuntando al gato gigante que parece divertido con toda la situación. Haechan observa todo con el terror en sus ojos, mientras Jaemin da vueltas alrededor suyo. — Es mi Tennie. Ten es mi mascota. Tennie, ven aquí.

Haechan abre sus ojos de forma exagerada, cuando el gato gigante se para en sus dos piernas y camina con delicadeza, hasta ellos. Su vestimenta es parecida a la suya pero de la misma tela que la ropa de Jaemin. Fina, casi traslucida.

— Jaemin sabía que vendrías. — Dice el gato cuando esta en frente de ambos. Haechan puede escuchar su ronroneo constante. Se pregunta, ¿como es que ese demonio sabía que vendría? Tal vez, era aquel lugar al que debía ir. O simplemente, están jugando con él. — Cuando me contó lo olvidadizo que eras... no quería creerlo. Pero, he perdido mis mimos.

— Así es. — Afirma Jaemin. Haechan suelta un pequeño grito, cuando las manos frías de Jaemin se colocan en sus hombros. — Tennie no tendrá cariñitos en la noche antes de ir a dormir. Es un gato tonto por no creer en mis palabras. — Susurra cerca de su oído derecho, causándole escalofríos a Haechan. — ¿Alguna duda?

— ¿Soy un demonio? — Susurra en voz baja, más para si mismo que para el otro demonio con aspecto de circo. — Debería irme... ¡debería irme! — Grita con la misma expresión que puso, cuando Ten se levanto y camino hacía él. No recuerda que sucede pero sabe que debería de estar escapando. Observa a aquellos dos extraños y nota, la sonrisa divertida de Ten y los ojos tristes de Jaemin, brillar.

— ¡Debemos irnos! — Grita Jaemin, mientras toma la mano de Haechan y tira de él, hacía la salida de la cueva.

Haechan no entiende que sucede pero, al darse la vuelta, ve el trono alejándose y un gato gigante corriendo detrás suyo.

— ¿A donde iremos? — Pregunta Haechan cuando la oscuridad fuera de la cueva, los recibe.

El gato se coloca delante de la fila, toma la otra mano libre de Jaemin, y guía el camino. ¿A donde? Haechan se lo pregunta, dejando que su labio inferior sangre de nuevo. Sus cuerno ya no están afuera y sus ojos son negros. Escucha la risa de Jaemin, como si esta viniera de todas partes.

— Buscaremos a quien pueda curar tu falta de memoria.

— ¿Eso es posible? Creo yo... creo que estoy escapando. — Revela ante aquellos dos, que aunque recien se atreve a decirlo, cree que ya lo saben. — Algo me lo dice. Tal vez, este siendo perseguido.

— Pues, nadie te tendrá. — Afirma Jaemin con seguridad. Una que Haechan nunca ha obtenido y se pregunta donde está. — Esto es una aventura, mi querido amigo. Una aventura que, aunque tu memoria falle, nunca olvidarás. — Promete Jaemin, mientras ninguno se detiene y, esquivan hojas y ramas, como si allí no estuvieran.

Haechan intenta visualizar en su memoria, el rostro de aquellas dos personas, pero falla. En medio de la noche oscura, Haechan olvida con quien esta y hacía donde va. Pero, lleno de miedo y terror, mantiene su boca cerrada, esperando que aquello no termine en una tragedia. Y lo que fuera que lo está persiguiendo, no lo encuentre.

persecution | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora