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Pasado ese día continuaron viéndose tal y como lo habían planeado, pero menos constante, tres o cuatro días a la semana, no más. Las semanas pasaron y todo iba maravilloso hasta que un día el padre de Jaqueline, Osvald decidió tomarse la molestia de observar a su hija unos días repetidos para ver si estaba cumpliendo con lo que le había ordenado; no volver a ver a Sebastian. El primer día ella estuvo en casa todo el día ayudando con los quehaceres de la casa, el día siguiente igual todo iba normal pero al tercer día observó a Jaqueline escabullirse por la puerta de atrás de la vivienda y dirigirse al bosque, su padre sin pensarlo dos veces fue tras ella, callado para que no notara que la estaba siguiendo.

Pasados 5 minutos caminando rápidamente y ella se detuvo cerca de un arroyo casi en medio del bosque. El hombre solo pensó en que nunca la había traído por éstos lares y ella parecía conocer muy bien a dónde se dirigía. Unos minutos después observó como Sebastian salía al encuentro de su hija. Osvald, enojado se manifestó, entonces su hija y Sebastian asustados por lo que podría pasar corrieron. Jaqueline con un solo pensamiento en su cabeza, si su padre alcanzaba a Sebastian, lo mataría.

Sebastian le indicó a Jaqueline que corriera a casa y el despistaría a su padre y así lo hicieron. Cuando Sebastian llegó a casa su padre lo observó callado y tranquilamente desde una silla, indicándole con gestos que se sentara en la otra de enfrente y tomando su mano le dijo:

-El amor, hijo mío, es lo más hermoso, maravilloso y peligroso que puede existir. Haz lo que te haga felíz, haz lo que haga a tu corazón latir.

Amor en el bosque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora