Extra 2

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Habían pasado un par de meses sin ver a Anthony, se habían hecho a la idea de que si alguna vez lo llegaran a volver a ver, él ya no sería suyo. Ahora solo estaba el triste recuerdo de lo que alguna vez fue y lo que pudo haber sido, una cicatriz en forma de sus iniciales.

Bucky sabía, conscientemente sabía que Anthony ya no les pertenecía, pero mientras miraba su marca también sabía que una parte de él siempre buscaría a Tony, sus ojos recorrerían cada habitación esperando que la figura morena del ingeniero estuviera ahí. En sus fantasías corría a su lado y Anthony los perdonaba, lo abrazaría por la cintura, lo levantaría dando vueltas como en los cuentos de hadas los príncipes hacían con las princesas, y Tony, su Tony le sonreiría cálidamente para después besar sus labios. Era tan bueno soñar... lástima que solo fuera eso, un sueño.

Steve, bueno Steve vería su cicatriz y una profunda tristeza lo inundaría. De hecho, él haría cualquier cosa por olvidar que estaba allí, incluso haciendo hábito llevar una muñequera que cubría la marca de Tony, mientras mostraba la de Bucky. A veces por las noches, con el cuerpo cálido de Bucky yaciendo a su lado, dejaba que sus pensamientos volaran hacia alguien más, alguien que prácticamente se estaba convirtiendo en un tabú entre los Avengers, y perdido en sus pensamientos, recordaba la figura grácil de Tony, su complexión pequeña comparada con la suya y sin embargo tan fuerte, mucho más de lo que él sería alguna vez. A veces lo vería rondando con los pies descalzos en busca de un café bien cargado, con ojeras muy marcadas pero los ojos brillantes de ideas o proyectos finalizados que ayudarían a la humanidad. Antes se había preguntado por qué él y Tony eran almas gemelas, ahora podía ver lo mucho que tenían en común, lo mucho que pudieron haber logrado juntos. Entonces, una sola lagrima escapaba de sus ojos y abrazaba a Bucky en busca de consuelo, porque siempre dolería el vacío que Tony dejo, el sufrimiento que él mismo se causó.

Así que, cuando un portal apareció en la sala del complejo, y Steve lo primero que vio fueron los ojos marrón whiskey de Anthony, prácticamente saltó hacia él, sin pensar en nada más que sostenerlo entre sus brazos, inhalar su aroma, probar sus labios y rogar por un nuevo comienzo. Pero todo interrumpido por el cuerpo alto y fibroso del Hechicero Supremo y sus ojos fríos como glaciales de la antártica.

―¡Tony! ―fue un grito colectivo. Cada uno dicho en diferentes grados de alivio o molestia.

Increíblemente, Anthony estaba casi cubierto por el cuerpo de Strange y su capa se ondeaba de forma amenazadora. Su mano se aferraba a la de Stephen, y a pesar del dolor que a Stephen le causaba, él no soltaría la mano de su alma gemela.

―T-Tony ―susurró Rogers con alivio y esperanza. ―Estás de regreso ―. Sus ojos no se despegaban de lo poco que podía ver del filántropo, pero para Steve era como beber agua en el desierto.

―Capitán ―saludó formal Stephen, atrayendo toda la atención hacia él. Podía sentir los nervios y el próximo ataque de ansiedad que Tony estaba por tener si los ojos de todos seguían fijos en él. ―Le pediré que haga retroceder a su equipo, y de la misma forma usted también.

Rogers frunció el ceño, pero Stephen consiguió su objetivo, los ojos de todos se volvieron a él. ―Tony, él... ―sus ojos azul bebé volvieron al moreno.

―Le repito Sr. Rogers, retroceda ―dijo con voz de mando. ―No me obligue a tomar medidas más severas.

―¡Atrévete! ―retó Wanda. La chica aún no acababa de comprender todo el poder que Strange como Hechicero Supremo poseía, y estaba un tanto ardida por lo sucedido el día que Tony se fue. Eso aunado al rencor que guardaba por el moreno, porque ella simplemente no podía comprender por qué todos estaban de un humor de perros por culpa de Tony. Sus opiniones le habían generado conflictos con Barnes y la antipatía de Wilson.

True LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora