Cada cosa de tí

El destino de los desconocidos

 Era una tarde de primavera, aquel día su madre lo mando hacer unos recados para la cena de la noche. ¿Teniendo tantos hijos porque el menor tenía que ir? Pateando piedras imaginarias escucho unas voces a la distancia, arrogantes y llenas de malicia. Quería pasar desapercibido y llegar cuanto antes a casa para terminar los deberes y así leer sus cómics de superhéroes. Pero algo lo altero, un grito agudo lo dejo impotente, pero algo le decía que tenía que llegar hasta ahí.

En círculos un grupo de tres hombres rodeaban con ojos lujuriosos a aquella chica. Temblaba como una hoja y se tapaba sus pechos, su parte superior había sido desgarrada.

Con tan solo 13 años era un pequeño parásito ¿Qué podría hacer al respecto? Tanteando en su bolsillo del pantalón agarro con firmeza la navaja que una semana antes había sido un regalo por parte de su abuelo, un fanático del tallado en madera.

Con una gran palpitación a modo de tambor se acercó lo más que pudo y dijo: Sera mejor que se alejen de ella o tendrán que meterse conmigo-apuntando el arma blanca.

Hombre 1: ¿Qué acaba de decir este pedazo de mierda?

Hombre 2- Un caballero de armadura vino en su rescate... ¿Qué tal eso princesa? - toco el cabello ondulado que caía en cascada.

-Lo digo enserio.

Hombre 3: Uy que miedo mejor dale de su propia medicina.

Acercándose cada vez más a el... solo los separaba el acero y su pecho.

Hombre 1: ¿Qué esperas? Apunta bien- lo agarro de la mano y se lo llevo a su corazón con aire de desafío.

Esperando los 3 el desenlace y dejando de lado a la muchacha, por unos instantes el descuido fue su victoria. Con los pies descalzos corrió como si de un caballo se tratara. Una sonrisa salió de su boca.

Tras ver que su presa había escapado una tormenta acaparo el cuerpo del muchacho, golpes iban y venían y su único refugio fue hacerse un ovillo de lana.