El Gato De La Ópera

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Esta obra participa en el concurso Queen Lemmon Awards 2019 de _Team_Queen_
7200 palabras de AU marichat calentito.

Los personajes no me pertenecen, son creación de Thomas Astruc. La historia está basada en la idea de Gaston Leroux, pero es original mía escrita para la ocasión.
Espero que os guste ;)

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El teatro Garnier, más conocido como el teatro de la ópera de París, seguía siendo imponente a ojos de Marinette. Llevaba meses trabajando como encargada de vestuario allí dentro, y no había día en que no se sintiera sobrecogida al atravesar sus puertas. La grandiosidad del edificio le cortaba la respiración, y el aura que se sentía dentro era simplemente mágica. Se detuvo un momento en la entrada, aspirando la inspiración que emanaba de sus muros, y se abrazó a su carpeta antes de entrar, sin ser consciente de un par de brillantes ojos verdes que la observaban desde una de las ventanas.

La función que estaban preparando la tenía totalmente abstraída desde hacía tiempo. Soñaba con los diseños que luego plasmaría en el papel, imaginaba a los actores vestidos con sus ideas, y barajaba posibilidades mientras disfrutaba de su vida cotidiana. Se dirigió directamente a la sala que tenía habilitada para trabajar, con esa extraña sensación de compañía que la perseguía siempre que estaba allí dentro. Abrió la puerta de la habitación con su llave y encendió las luces. Hoy, olía a jazmín más que de costumbre, y pronto encontró la razón. Un precioso ramillete de estas flores reposaba sobre la mesa, al lado de sus bocetos. ¿Quién habría dejado eso allí? Juraría que era la única persona que tenía llave de esa sala...
Se acercó a su mesa de trabajo para coger el ramillete y olerlo, disfrutando de las maravillosas sensaciones que evocaban en ella. Entonces, algo llamó su atención. Era mínimo, pero ella se había dado cuenta. Uno de sus bocetos estaba modificado. A lápiz, por encima del dibujo original, y sin estropear nada. Eran tan sólo unas líneas, pero le daban otro toque al diseño, algo mucho más atrevido pero que pegaba más con la obra para la que lo había diseñado. Es increíble, jamás se le habría pasado por la cabeza esa idea, pero por lo visto había alguien mucho mejor que ella en su trabajo a quien sí se le había ocurrido... Ella tembló de pies a cabeza. ¿Estaría en peligro su puesto? No podía permitirse otro fallo así, sus siguientes diseños serían perfectos, originales. Colocó el ramillete en un vaso con agua y lo puso a su lado en el escritorio tratando de inspirarse con su olor, sacando sus lápices y hojas en blanco para comenzar el nuevo diseño que tenía en mente.

Adrien observaba a su amada dibujar como si su mano estuviera poseída. Le encantaba verla en ese estado, adoraba asomarse por aquellas rendijas y deleitarse con esos deliciosos movimientos, esa bella expresión de concentración, ese derroche de talento e imaginación que la chica tenía. Desde el momento en que puso un pie en su teatro supo que ella era especial, lo sintió en sus huesos. La espió durante días, semanas, hasta que dio con el motivo de haber tenido esa sensación en un principio: era la mujer perfecta. Fuerte, decidida, buena, y su don para el diseño era algo innato, algo precioso. Poco a poco se fue dando cuenta de que la muchacha no le era indiferente como el resto de la gente que allí trabajaba, sino que podía notar cómo su corazón se aceleraba mientras la observaba, o cómo le comía la ansiedad cuando se acercaba la hora de que llegara para empezar su jornada de trabajo.
Él nunca se había plantado delante de ella, sería un suicidio sentimental. Sólo lograría asustarla. Llevaba demasiados años viviendo en soledad, pululando por los oscuros pasillos escondidos de las catacumbas de París, por los entresijos del teatro de la ópera, por el lago oculto bajo él. Y el hecho de que su rostro estuviera deformado por un accidente en mitad de una sesión de fotos en su juventud no le ayudaría a parecer amigable para ella. No, se limitaría a vivir enamorado de su diva, de su inspiración, a través de las paredes del gran teatro, susurrando ideas en su oído cuando ella crea que está sola.

El gato de la ópera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora