II

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Mis dedos tiemblan pero me lanzo a meterme en el chat.

"Perdona que te moleste, creerás que estoy mal de la cabeza o algo, pero solo he sentido que necesitaba hablar contigo y conocerte, y me gustaría que tu también me conocieras."

Una sonrisa, por aquel estúpido mensaje, salió sin aviso. De la emoción de que alguien quisera conocerme y ver como soy me hacía temblar.

No sabía como contestar, la vocecita que me decía que tuviera cuidado había sido cubierta por aquella deseosa de salir de la burbuja.

Intenté sonar lo menos desesperada posible, no quería que se asustara y no me hablara más.

"Me gusta conocer gente nueva, estaría encantada. "

Y le doy a enviar.

Cierro los ojos y suelto un suspiro de satisfacción.

Miro los mensajes que me han llegado nuevos, algunos son sobre dudas acerca de exámenes, y otros de Saúl, con fotos y audios que yo misma recordaba sin tener que mirarlo o escucharlos de nuevo.

Cojo mi libro de la mesita de noche, me tomo mis pastillas y espero a que estas hagan efecto mientras me hundo en la lectura.

[...]

Suena la alarma y me estiro en la cama con un quejido.

Me visto básica y me recojo el pelo que se me ha rizado por acostarme con el mojado. Cojo la mochila y salgo de casa, no sin antes coger algo para el desayuno.

Estoy a pocos meses de terminar bachillerato y graduarme. Será el momento idóneo de salir de este lugar e independizarme.

Llego al instituto justo antes de que suene la alarma que da el inicio de las clases.

La mía es una de las más ruidosas del recinto, debido a que se encuentra el hijo del director.

Me siento en la esquina de delante junto a mis tres compañeras de clase, con las que hago los trabajos y paso la mayor parte del tiempo.

Me meto en la conversación que están teniendo acerca de la última película que vieron, hasta que somos interrumpidas por el profesor.

Me paso las horas pintando en el cuaderno, escribiendo versos y dejando mi mente vacía. Suelo escribir uno al día, en la esquina derecha de las hojas de mis apuntes, teniendo así cuadernos y cuadernos llenos de palabras tristes.


Ignoré las señales

los carteles de peligro.

Olvidé lo vivido,

volví a nacer,

llena de energía

pasión y verdad.

Volví, volví a ser una idiota.

A dejarme rota,

una vez más.

A sentir el vacío,

un día más.

Pero, ¿sabes?

Y da igual.


Suena el timbre y salimos al recreo.

Nos sentamos en el césped junto a nuestros compañeros de otras aulas y charlamos.

Todos los días es lo mismo, no hay nada diferente.

[...]

Terminan las clases, y como siempre corro a la salida.

Pero Saúl me detiene en la puerta de clase.

- Muñeca hoy vamos a innovar un poco, para no entrar en la monotonía. El otro día con Carol probé algo que seguro a ti te va a encantar. - dijo este en un susurro.

Saúl...por donde empiezo.

Debido a un "incidente" en el pasado me obliga a hacer muchas cosas.

Sí, es una violación, lo sé. Pero no tengo nada ni nadie a quien decírselo o pedir ayuda y el problema que se formaría con mi acusación desataría el caos.

Saúl antes me gustaba, por ello aunque no me guste mantener relaciones sexuales, no puedo evitar sentir un poquito de felicidad. Siento como que en se preciso momento toda su atención es mía y que, pese a que tenga muchas más, soy "especial".

Digamos que esa también es una razón por la que no abro la boca.

Mi cuerpo tiembla ante el simple contacto de la mano de Saúl. Mis compañeros de clase son oídos sordos de lo que pasa, al igual que los profesores.

Me lleva casi a rastras a una zona de mi instituto. Esta medio abandonada pues ya el grupo de pintura y escultura se disolvió.
Es una vieja clase independiente, con mesas y muchos cuadros.

Al principio lloraba al ir a clase, traté de decírselo a mis padres, pero me avergonzaba la idea de que esas fotos salieran a la luz, que todos me vieran, no quería ser el centro de atención y menos de esa forma, por lo que me callé.

Siempre es lo mismo, cierra la puerta con llave y mi quita la camiseta y los pantalones, me deja en ropa interior para que luego yo haga lo que él me pide. No suele tocarme, como si le diera asco o miedo hacerlo, simplemente disfruta viéndome comida por los nervios y la vergüenza de estar casi desnuda.

- Empieza, zorra. - dijo mientras agarraba mi pelo y lo tironeaba, haciendo que mi cabeza quedara a centímetro de su entrepierna.

Muchas veces le he mordido, he gritado, llorado y pegado, pero me supera ne fuerza y ya tengo cicatrices por su culpa, por lo que prefiero no decir nada y simplemente hacerlo.

Yo no sabía nada acerca de relaciones sexuales, nada acerca de el cuerpo humano masculino, nada más que lo que se ve en los libros. Era muy inocente, mis padres lo habían querido así, pero por culpa de Saúl había vivido todo eso de una manera catastrófica.


Le sigo chupando sus partes intimas, mientras este se limita a gemir.

- Ahora quiero que te sientes encima mía, de espaldas, así no tengo que verte la cara. - dijo mientras levantaba mi mentón.

Me levanté del suelo y lo hice, teniendo en trente mio su pene.

- Ahora sigue. - dijo empujándome la cabeza.

Volví a llevármelo a la boca, aguantando las arcadas que querían salir.

Me agarraba de la cadera y apretaba cuando bajaba, haciéndome daño.

- Muévete. - dijo entrecortado.

No sabía muy bien a lo que se refería, pero imaginé que sería que me restregara contra él.

- Así, así me gusta. - dijo entre suspiros.

 Termina, manchándome la cara. Me empujó de encima suya y se puso los pantalones. Me dejó sola en la habitación.

El sollozo ahogado que tenía en la garganta sale, mientras mis manos tiemblan.

Me limpio como puedo y me visto. Salgo de la clase, mientras mis piernas tiemblan.

Tranquila Sara, ya estás bien.

Me repetía una y otra vez.


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⏰ Última actualización: Nov 08, 2019 ⏰

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