Capítulo O1

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⚠️ Nueva Edición.

A continuación, aparecerán los capítulos editados como estipulado en la nota, la que seguirá como referencia por ahora. Disfruten~♡

Rusia era el imperio de mayor tamaño del mundo entero, sin embargo, estaba apartado del grandioso imperio que alguna vez había sido bajo el cetro de sus otrora magnánimos zares.

Grandemente insultada por la decisión de las potencias en asuntos tales como la anexión de Bosnia o la enmienda a las concesiones repartidas con el Tratado de Berlín, había caído en el desorden político.

Corría el año de 1913, en una época donde el nacionalismo de los grandes imperios o del más pequeño de los reinos se imponía sobre todo y todos.

En este clima tan extremo de intolerancia e incertidumbre, un príncipe noble de la corte imperial rusa habitaba en su palacio de San Petersburgo y muy poca importancia daba a la creciente tensión siguiendo el fin de la guerra balcánica.

Solo le importaban los bailes de máscaras, los conciertos... en pocas palabras, solamente la buena vida. Esa con la cual el común del pueblo ruso tan solo podía soñar.

Jin Alekseievich Kimsyn era el nombre del menor de una de las familias aristocráticas más acaudaladas del imperio. Y su belleza sin igual en la corte, hacía que tanto mujeres como hombres suspirasen por él.

Entre los pliegues de su largo caftán de boyardo de brocado de terciopelo blanco bordado en plata, del mismo color que la piel que adornaba tanto su atuendo como su sombrero, con un aigrette de diamantes prendido, estaba listo para ir con su familia al baile.

El Tricentenario Romanov era la gran celebración imperial, en la que se conmemoraba la subida al trono de la dinastía, tres siglos atrás. El zar, por lo tanto, ofrecería un gran baile de disfraces.

-Je suis prêt!*

Los criados de libreas negras le hacían reverencia mientras el príncipe rubio de hermoso rostro bajaba los escalones de la gran escalera de mármol y se encontraba con su persona favorita en todo el mundo: su hermano mayor.

-¡Jinusha!- reprendió el de encantadores hoyuelos cuando el nombrado corrió a abrazarlo con cariño de sobra -Sabes que te puedes herir si corres de esa forma.

Nam Alekseievich Kimsyn era un respetado teniente al igual que un eminente miembro de la corte, vestido igualmente a su hermano, aunque bordado en oro en lugar de plata.

Para, así, resaltar su posición tanto como el príncipe mayor como de jefe de familia.

Siempre había velado por la salud de su hermanito, menor por ocho años, a propósito de la secuela que la tuberculosis infantil perduraba en sus tan frágiles huesos. Su deficiencia ósea requería de los cuidados de un profesional de la salud, no obstante, de estos, Jinusha no quería saber nada.

Este le sonrió antes de recitar esos versos infantiles acerca del cuidado que el mayor le procuraba -Jinusha, Jinusha, no debe correr ni debe saltar. ¡Y siempre aburrido debe de estar!

Se apartó para saludar, aun si fuese fríamente, a su cuñada, vestida de boyarda con aquel kokoshnik dorado, adornado con perlas al igual de blancas que el brocado de su atuendo.

Vera Aleksandrovna Kimsyna era bonita, refinada, de buena familia, pero malos modales pues tendía a siempre evitar a su cuñado menor por temor a la "peste blanca" -- aunque ya no sufriese tuberculosis desde los siete años.

-¿Podríamos ir, por favor?- la princesa preguntó, con algo de molestia al arroparse en su capa de piel similar a la de su cuñado -Sabes que no es de mi agrado dejar a las niñas solas, Kimsyn.

Madonna de Kazán | TaeJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora