Natasha dudó ante el hecho de que el traje cuántico y las partículas Pym hubieran resistido a la caída y a todo aquel asunto de la muerte, incluso al sentir al cálido aire chocar contra su rostro después de que el traje volviera a retraerse, al ver la cabaña Stark a la distancia frente a ella y al escuchar el canto de los pájaros a su alrededor, aún frente a todas esas pruebas dudó de que todo eso fuera real. Por algunos segundos tuvo la fugaz idea de que todo se trataba de una broma de mal gusto por parte de su cerebro moribundo o tal vez una ilusión causada por el guardián de la gema, pero todos sus dudas desaparecieron instantáneamente al encontrarse nuevamente rodeada por los brazos de Steve. Fue entonces que, por primera vez en su vida, sintió que estaba en casa.
—¿Nat?
La voz de Bruce la arrastró a Romanoff fuera de sus pensamientos y la devolvió a la realidad, se separó de Steve y se giró hacia Banner, quien la observaba con algo más que sorpresa. El científico desvió su mirada por un segundo a su brazo derecho sostenido por un cabestrillo, solo para asegurarse de que no estaba soñando y que había utilizado las gemas y que todo lo que pasó antes o después de eso realmente había ocurrido.
—Ey, grandote —lo saludó la rusa con una sonrisa—. Descuida, las gemas están exactamente en donde deben de estar.
—¡Natasha!
Los reflejos de Romanoff no fueron lo suficientemente rápidos para girar hacia la dirección de donde provenía la voz de Sam y preparar su cuerpo para el impacto con el moreno. Logró ver a Sam tan cerca de ella y sentir como era prácticamente embestida por él casi al instante siguiente, aunque no se quejaba por eso, mentiría si dijera que no lo había extrañado por más de cinco años. Por otro lado, su simple presencia ahí era una prueba de que lo que hicieron había funcionado y ahora todos estaban de regreso.
—Relájate un poco, Sam, no todos nos hemos acostumbrado a volver de la muerte —comentó Natasha al sentir la fuerza utilizada por Wilson en su abrazo.
—Lo siento, yo... Los chicos nos dijeron que lo hiciste para conseguir la gema y traernos de regreso —respondió el moreno—. Gracias, Nat. Te lo debemos todo a ti... El universo entero te lo debe todo a ti.
—No exageres, con una botella de vodka como agradecimiento estará bien.
La mirada de la espía se posó en la persona de pie detrás de Sam, quien mantenía su distancia de ella pero que la saludaba con una sonrisa sincera.
—Es bueno tenerte de regreso, Romanoff —comentó Bucky.
—Recuerda que aún me debes una por lo de Alemania, Barnes, y no planeaba irme sin haber cobrado ese favor.
—Supongo que ahora todos te debemos más que un favor.
—Como dije, las botellas de alcohol siempre serán bienvenidas —respondió la espía antes de regresar su atención hacia Steve—. ¿Dónde está el resto? —cuestionó la rusa.
—Todos siguen en la cabaña —respondió Sam—. Yo diría que están esperándonos.
—Entonces vayamos a darles una sorpresa.
Steve tomó la mano de Natasha y ambos bajaron de la plataforma para dirigirse directamente hacia la cabaña a pasos firmes sobre el césped del bosque. Desde su posición no tenían una vista clara al interior de la cabaña, pero conforme se acercaban a ella podían escuchar claramente la risa de dos niños jugando. Natasha pudo reconocer una de ellas inmediatamente, por lo que comenzó a buscar al pequeño Nathaniel con la mirada, encontrándolo finalmente corriendo sobre el pórtico acompañado por Morgan detrás de él.