Salió sigiloso apreciando la tibia noche que se le ofrecía por delante mientras suspiraba hondo para poder empezar bien sus jugadas. Unas risas lo perturbaron y comenzó a mirar hacia todos lados buscando los dueños de aquellas irritantes vocecillas para descubrir que eran de unos niños con disfraces. Meneo la cabeza de un lado a otro en signo de reprobación, por poco había olvidado que esa noche había más humanos despiertos de lo normal.
En todos sus años de vida siempre había odiado aquel día, era ridículo que celebrasen aquella absurda tradición, escuchaba año a año aquellas voces con su típico "Dulce o Truco" y aún no le daba sentido. Niños con sus padres caminaban hacia las casas adornadas con telas de araña, calaveras y una que otra luz de color que se suponía que debían dar miedo. Sus disfraces eran cada vez menos originales y no faltaba la bruja y el típico vampiro. Este último no sabía si le daba pena o rabia, era tan humillante que los representaran como seres pálidos, delgados con unos colmillos ridículamente grandes con los que apenas podían cerrar la boca, cabello negro y engominado hacia atrás, un par de ojeras, una capa y la ropa toda de negro ¡Pero qué mal gusto! Él jamás se veía tan desaliñado, ni siquiera cuando recién se levantaba por la noche. Intentó quejarse pero su estómago le gano, realmente tenía hambre y no había nada de productivo en discutir con un humano, son tercos y su cerebro es demasiado básico como para incluir un nuevo estereotipo en él. Un nuevo rugido lo alentó a seguir su camino en busca de su alimento, esta noche sería larga, ya lo presentía.
Intentó colocar sus sentidos en alerta para encontrar aquella sangre tan preciada, y es que no cualquiera le servía, cada vampiro tiene un tipo de sangre específico que lo vuelve loco y el suyo era O, pero no cualquiera, encontrar la adecuada podía ser el trago más dulce y el más amargo también ya que aquella vitalidad lo dañaba en el fondo de su ser.
Se arregló el cuello de su camisa mientras sus carnosos labios, color rosa natural, formaban una sonrisa que tentaría a cualquiera. Un olor dulzón le invadió las fosas nasales indicándole un nuevo rumbo, cambiando casi al instante su dirección. Se sentía delicioso, sin duda era lo que buscaba y no se encontraba tan lejos del lugar. Su instinto lo llevo a un callejón donde daba la parte trasera de una cafetería que funcionaba 24/7 mientras un escalofrío lo invadía, aquello se sentía delicioso y no veía a nadie. Evaluó nuevamente su imagen, sus pantalones a la moda y su chaqueta de marca lo hacía lucir fresco, su cabello color del algodón dulce y un cinturón de cadenas lo acompañaba bastante bien, de ninguna manera se le podría escapar una chica esa noche
-¡Agh! Maldito pastel- oyó quejarse entre unos basureros notando abierta la puerta trasera -espero se quite... ¡Y en mis pantalones blancos!
El olor se le intensificó llamándole la atención de sobremanera, de seguro la dueña de aquella exquisita sangre estaba dentro del local. Se acercó sigiloso hacia el origen de la voz viendo un chico de cabellos rubios limpiando con dedicación sus pantalones llenos de crema. Le hizo algo de gracia su cara de disgusto, la crema de frutillas no era difícil de sacar, en cambio la sangre si era un problema. De eso él sabía bastante.
Se ocultó tras unas bolsas esperando a que el chico desapareciera para poder colarse dentro del local, no iba a permitir que aquella chica de delicioso sabor se escapara de sus colmillos. El ruido del motor de una moto hizo que asomara la cabeza viendo como el rubio la montaba para poder partir.
-¿Un repartidor a estas horas?- vió como el chico acomodaba un paquete en la parte trasera de la moto con delicadeza para poder colocarse el casco -vamos, ya vete...
La paciencia comenzaba a colmar por la demora del muchacho y el olor de la sangre se le hacía cada vez más cercano y dulce. Con alegría escuchó el rugir del motor por lo que se hecho hacia tras mimetizándose con las murallas. Una pequeña brisa le golpeo el rostro cuando la motocicleta pasó frente a él. Con una sonrisa victoriosa salió de su escondite olisqueando el aire pero el aroma se había ido
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Sweetblood | Minjoon O.S
FanfictionNamjoon está trabajando en el cafe-bar Paradise como acostumbra pero esta vez se ha quedado hasta más tarde por ser 31 de octubre, feriado en el que está más lleno de lo normal. Jimin está hambriento y anda en busca de una buena presa que cazar pero...