Amigas con derecho

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-Mmm… sowooon… ah… - se quejaba con placer una pelinegra antes las desesperadas caricias que estaba recibiendo en estos momentos por parte de una cierta rubia.

-…- la nombrada no decía nada, pero si respondía, no respondía con palabras sino con acciones, como siempre. Ahora se encontraba hipnotizada y deleitándose con los sonidos que le estaba dando la chica que se encontraba bajo su cuerpo.

Sowon seguía besando sin mucho cuidado el cuello pálido de la pelinegra tratando de apagar un fuego intenso que sentía recorrer por todas las venas de su cuerpo. Sus manos comenzaron a desabotonar la camisa con mucha ansia, o eso intentaba, porque al parecer la prenda no está cooperando a su favor. – Maldición… - susurra con frustración después de haber intentado otra vez sacar esa prenda que le impedía disfrutar directamente de la piel de la mayor.

No aguantando más otro fallo, se separa del cuello de la pelinegra y mira directamente esos traviesos ojos cafés. Desliza sus dedos en el espacio que hay entre los botones, agarrando ambos lados y con un movimiento rápido y brusco, abre la camisa de par en par haciendo volar algunos botones por los aires, sin darle importancia haber mostrado desesperación con su acción y haber roto la camisa de la mayor.

-Vaya… parece que alguien está muy ansiosa… jajaja – se burla la pelinegra ante la actitud de la menor.

-¡Ca-Cállate!... y bésame – demandaba la rubia con sus mejillas manchadas de un color rojizo antes la burla de la mayor quien sabía que el rojo de su cara era de vergüenza y no por el calor.

- Por supuesto sowonie~

Sin esperar un segundo más ambas universitarias unen sus bocas en un beso desenfrenado lleno de lujuria. Por parte de la futura médica empezaba acariciar la piel recién expuesta, sonriendo sobre los labios de la pelinegra al notar como eran tan eficaces sus caricias, suponiendo… o mejor dicho estaba segura por los gemidos ahogados que le daba esta durante el beso.

La habitación comenzaba a calentarse gracias al calor que desprendían estos dos cuerpos que estaban sobre el sofá del comedor, en su departamento. Eliminando todo estrés acumulado por días provocado por la universidad y sus vidas diarias, en este acuerdo peligroso.

-Hey Eunha unnie… - llama con la respiración ligeramente desordenada deteniendo todo sus movimientos, admirando la expresión molesta que le daba la chica de ojos cafés, seguramente por haber detenido su sesión de besos.

-¿Q-Que? – se podía notar molestia en su voz, confirmando el desacuerdo que tenía en que la otra detuviera el beso acalorado y las caricias.

-Mmm… nada – se contuvo de sonreír al ver el mini puchero de enojo que le daba la pelinegra. Le encantaba molestarla, además se pudo vengar por la burla anterior.

Antes de que Eunha pueda protestar o quejarse; Sowon, la silencio dirigiendo sus labios nuevamente hacia el cuello saboreando algunas pocas gotas de sudor que aparecieron debido al calor que aumentaba en su cuerpo, gracias a ella, por supuesto. Sus manos viajaban de abajo a arriba recorriendo las curvas de sus costados, sintiendo el cuerpo de Eunha temblar bajo sus dedos.

-Ah!... Maldición!... Sowon! - decía como podía entre gemidos llenos de placer, ante las expertas caricias de la rubia. Sus pequeñas mano se encontraban dentro de la remera de la más alta, rasguñando levemente su esbelta espalda, indicandole que continue porque le encantaba lo que le hacia.

"Agh… So-Sowon, sin marcas…" pensaba Eunha al sentir como la otra comenzaba a succionar su sensible cuello. Pronto sintió una mano moverse de su costado a uno de sus  pechos (el lado izquierdo para especificar), empezando a masajearlo duramente. Esto le provocaba que pequeñas ondas de calor viajaran directamente a sus partes bajas.

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