Capítulo 1: Nuevos Pasos

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Narra Alba:

Ella se comenzó a ir y la pille por detrás. Mientras tenía su brazo agarrado le pregunté qué le ocurría y ella me contestó que su hermana estaba demasiado pasada y que necesitaba un poco de aire.

La acompañé fuera a tomar el aire y le pregunté que qué quería decir con lo de que iba muy pasada. Me respondió que estaba como demasiado alterada y que por lo que ella sabía eso quería decir que probablemente la liara en cualquier instante. Le comenté que no habíamos tomado demasiado y ella me respondió que ya lo sabía pero que, aunque no supiese por qué, su hermana estaba demasiado inquieta.

Hubo unos segundos de silencio. Yo sí sabía el motivo por el que su hermana estaba inquieta y tenía que ver con algo que había ocurrido hace algunos minutos. No le dije nada sobre ese tema.

Volví a hablar con ella y le pregunte si ella estaría más cómoda si su hermana se relajase un poco. Me contesto que sí, la respuesta que yo me esperaba después de observar su agobio. Le dije que yo sabía cómo hacer que ella se tranquilizase un poco o, aunque sea un rato. Me arrepentí nada más decirlo, ni siquiera sé por qué motivo le dije aquello.

Ella con cara de sorpresa, se quedó mirándome y me preguntó que cómo se podía conseguir eso. Yo le dije que estuviese tranquila que no era tomando algo o alguna otra cosa que la perjudicase. Aun así, se me quedó mirando de una manera extraña. Yo le volví a repetir que estuviese tranquila y que yo intentaría hacer lo que estaba en mi mano para que su hermana se tranquilizase, y ella estuviese más cómoda mientras durase la noche.

Después, entramos al interior y vimos a su hermana bailando muy emocionada. Ella me cogió de la muñeca y me miró con cara de que se estaba volviendo a agobiar. La miré a los ojos y le dije que yo me encargaba y que luego hablaríamos. Ella se quedó cuestionándose el significado de aquel luego hablamos, pues no lo acabó de entender.

Entonces me alejé de ella y me fui al lado de su hermana. La miré mientras bailaba hasta que giré la cabeza y vi a Marta mirándome y preguntándose aún aquellas palabras que le había dicho hace unos segundos. Entonces le toqué la mano y cuando noté que se había dado cuenta se la cogí. Sus dedos se entrelazaban con los míos cuando la llamé.

Ella paró de bailar y se quedó mirándome fijamente. Entonces me sonrió. Al ver esa sonrisa me di cuenta de que como no fuese yo la que reaccionase, la explicación que le daría después a Marta sería más larga de lo que yo quería. Por lo tanto, tenía que actuar y la abracé con todas mis fuerzas. Ella me dio un beso en la cabeza y se apoyó sobre mi hombro aun siendo más alta que yo.

Estuve abrazándola un rato, mientras notaba como se le reducían las pulsaciones en el pecho. En el momento en que sentí que lo había conseguido me separé de ella. Me miró a los ojos y me sonrió mientras me cogió la mano.

Miré el reloj de una manera lo suficientemente disimulada como para que ella no se diese cuenta de ello. Habían pasado casi siete minutos desde que le cogí la mano y empezamos aquel abrazo. Mis amigas y Marta ya habían venido donde nosotras y se nos habían quedado mirando. No sabían lo que había ocurrido en aquel momento. Yo tampoco lo sabía en realidad. Sólo sabía que yo también me había tranquilizado con Natalia. Pero en aquel momento en el que mis amigas me miraron fijamente, como preguntando lo que se habían perdido me agobié y salí corriendo hacia fuera.

Una vez fuera, me apoyé contra la pared y comencé a respirar el aire frío del invierno. Entonces apareció. Era ella. La culpable de aquel sentimiento que me recorría el cuerpo. Era Nat. Estaba en la puerta de aquel pub en el que habían ocurrido tantas cosas. Estaba mirando hacia los lados buscándome hasta que me encontró.

Vino a donde mí caminando rápido con cara de preocupación. Entonces se puso frente a mí y me miró como preguntando si me podía coger las manos. Yo la miré, pero no le dije nada. Aunque no recibió una respuesta, ella me las cogió y me las acarició. Me volvió a mirar con sus ojos marrones color cola, y con aquella mirada y las caricias, me dijo que me tranquilizase.

En aquel momento vocalizó dos palabras que eran las más importantes para ella en aquel momento – ¿Estas bien? –, la miré a la cara y no le dije nada. No sabía cómo reaccionar.

Después baje la mirada hacia las manos; aquellas que seguía acariciando con tanto cariño. Entonces ella me soltó las manos y yo levanté la mirada pensando que se iba. Pero no, no se había movido de allí, seguía en el mismo sitio. Lo que ella quería era que yo la mirase por un pequeño instante. En aquel momento me acarició la cara y me tocó el pelo. Y de repente sentí que me estaba abrazando.

Un par de segundos después me susurró al oído una frase que me pareció preciosa. Cuando reaccioné a lo que me dijo la abracé con todas mis fuerzas esta segunda vez y volvimos a perdernos en otros diez minutos de tiempo.

Cuando nos separamos me dijo que lo sentía. Que ella sabía cuál era el sentimiento que me recorría el cuerpo; un sentimiento de miedo, de no saber lo que iba a pensar la gente, de si me fuesen a dejar de lado. Yo la miré de nuevo y le dije que además de eso había otra cosa, que era la que más me preocupaba en el momento. Ella me sonrió y me dijo que ella también tenía aquel segundo sentimiento.

Entonces salió Marta y nos encontró rápidamente. Esta no vino andando, venía a una velocidad un poco mayor y casi corriendo. A un metro de llegar se paró en seco y fue como si se hubiese dado cuenta de repente de algo importante. Se acercó y nos abrazó a su hermana y a mí, y nos dijo una única y corta frase: Os quiero.

Nosotras nos miramos y la miramos a ella con aquel orgullo que teníamos por ella en aquel momento. Le dimos un abrazo y le respondimos a aquella frase que ella había traído en su mente. Después, ella me miró y me dijo que lo que habíamos hablado antes no necesitaba ser comentado, que lo había entendido y que estuviese tranquila.

Marta me cogió de la mano y su hermana me cogió de la otra. Yo las miré mientras ellas me sonreían y les dije la simple cosa que me pasó por la cabeza: Gracias. Nos volvimos a dar un abrazo las tres juntas y después aparecieron mis amigas.

En el momento que las vi me di cuenta de que estaba preparada para contar lo que fuese necesario, lo que ocurrió aquella noche. Pero cuando llegaron se abalanzaron sobre mi mientras me decían que estuviese tranquila, que ya hablaríamos. Yo me quedé en un estado emocional raro. No me esperaba esa reacción. Entonces las cogí y les respondí a lo que me habían dicho. Nos miramos todas y nos fuimos de aquel pub en el que habían ocurrido cosas que ni siquiera me había imaginado.

De camino a casa Nat se acercó a mí y me dio la mano entrelazando sus dedos con los míos. Miré a las manos y ella creyó que había sido un error haber hecho aquello e intentó arreglarlo soltándome la mano. La miré y agarré su mano igual que ella lo había hecho conmigo y miré a mis amigas tras esto. Me sonreían. Entonces era el momento de confesar lo que suponía que ya sabían, pero yo necesitaba decirlo.

Les dije que no lo tenía muy claro pero que creía que me gustaba. Entonces nos paramos todas de golpe en aquella calle oscura y sin apenas farolas de camino a casa. Nat se giró, se colocó frente a mí, me cogió de la cintura y me besó delante de ellas, sin que le importase de nada siquiera la reacción que fuese a tener su hermana menor.

Al terminar miré a Marta y ella me sonrió. Se acercó y me dijo que se había dado cuenta en aquel abrazo que le di a su hermana. Yo no supe qué decir y seguimos hacia casa con nuestro camino. El resto del camino después de haber dicho lo que sentía me encontré mejor. Bien por eso y bien porque Natalia pasó el brazo por encima de mi hombro y me acariciaba el resto del trayecto. Yo mientras tanto la cogía de la cintura y apoyaba mi cabeza en su hombro.

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Comienzo esta historia sobre el tema Albalia con todo el respeto posible. Espero que alguien la pueda disfrutar mientras yo me entretengo. Nos vemos!

F.

Ni imaginarlo - ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora