Capítulo 10: El bloqueo

1K 72 3
                                    

Tras la llegada a casa todo pasó muy rápido. Ella me mandaba los mensajes a diario, pero yo no sé por qué razón no los respondía. Sólo respondía de vez en cuando, cuando notaba que podía afectarle mucho a ella. No dejé de quererla, pero supongo de me entró el pánico de aquel nivel de compromiso que tenía Natalia sobre mí.

A las pocas semanas empecé a salir con un chico al que conocía de la universidad. Sabíamos que debió pasar algo entre nosotros entonces, pero no nos dimos cuenta hasta que acabó. Él me quería y yo lo quería a él, aunque en ningún momento había dejado de querer a Nat. Entre nosotros había algo diferente y especial, pero yo no sentía lo que sentí con Natalia mientras estaba con él.

Pasó el tiempo y llegó abril cuando recibí un mensaje de Marta sobre su hermana. En aquel mensaje estaba escrito – Sólo voy a hablar contigo para decirte cómo la has hecho sentir a mi hermana; no le respondes y no es capaz ni de estudiar para poder llegar a pasar de curso; lleva cuatro suspendidas este semestre y como no las apruebe en las finales repetirá segundo de carrera por ti – continuó – Sé que aún te quiere, pero no entiendo la razón por la que dejaste de quererla tú; si fuese por mí te abría mandado a la mierda hace tiempo; date cuenta de lo que le has hecho –.

Tras leer eso llamé a la Mari y le dije que la necesitaba. Quedé con ella en el mismo bar en el que tomábamos algo todas las veces y entonces le enseñé lo que me había mandado Marta. Mientras lo leía comencé a llorar. No había reaccionado hasta entonces y me di cuenta de que llevaba meses sin darme cuenta de lo que estaba haciendo. Cuando María terminó la miré y le dije que tenía que ir urgentemente a Madrid y ver a Natalia. Sabía que probablemente Marta no me dejase verla, pero necesitaba intentarlo.

María me vio con aquella cara de culpabilidad y me dijo que me acompañaría. También me preguntó por lo que había pasado entre nosotras y le respondí que tuve miedo y que hasta ahora había estado bloqueada por ello. Añadí que para tapar aquello que sentía empecé a salir con Guille y llevaba ya varios meses con él. Ya se lo había dicho antes, lo que pasa es que ella no entendió en el momento por qué lo cambié todo. Entonces me preguntó por lo que iba a hacer con él y yo le respondí que no sabía en aquel momento lo que haría con mi vida. También le dije que nunca había dejado de quererla, aunque empezase a salir con él.

Fuimos aquel viernes a la estación de trenes y cogimos el primer tren que salía hacia allí. La última semana me sentía un poco extraña, estaba muy sensible y esto que ocurrió fue lo que colmó el vaso. Me pase más de la mitad del viaje llorando e intentando que Mari no lo viese, pero ella ya lo sabía. Mientras tanto Mari veía las películas que pusieron en el tren y cuando se daba cuenta de cómo me sentía me daba la mano como señal de apoyo. Yo con aquello no tenía suficiente, pero me di cuenta de que fue peor que aquello lo que le hice a Natalia.

Cuando llegamos cogí el metro para ir donde ellas vivían mientras llamaba a ambas intentando hablar con ellas. En una de estas llamadas Marta me cogió y respondió que no quería ni escuchar mi voz y que por mi culpa su hermana pasaba los días encerrada en la habitación. Le fui a decir que estaba en su portal cuando ella me colgó. Entonces le toqué el timbre y Marta respondió – ¿Quién es? – le dije que era yo, que había ido a verlas. Esta colgó el portero automático y no me abrió la puerta. Volví a intentarlo varias veces más pero entonces Marta ni siquiera iba a responder al timbre.

Me quedé sentada frente a su portal con María hasta que entró alguien y sujeté la puerta. No esperé ni al ascensor, subí las escaleras corriendo y le toqué el timbre de casa. Marta miró a través de la mirilla y me dijo que me fuese. Intenté hablar con ella de lo que me había pasado, pero no conseguí que me abriese. Nos quedamos sentadas en la puerta de su casa más de media hora, hasta que se me ocurrió mandarle un mensaje a Natalia.

Ni imaginarlo - ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora