Seimei

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Título: "Seimei"

Pareja: implícita.

El viento sopló un poco más fuerte y los pétalos de cerezo volaron con elegancia. El sol se filtraba entre las hojas de los árboles, apenas bañando la tierra con gentileza, mientras el murmullo del bosque se mezclaba con la tranquilidad de los animales. Una cascada susurraba a unos kilómetros de allí, Yuzuru podía sentirlo a su lado izquierdo. Pero eso no era una molestia para su meditación. Porque estando sentado al borde de aquel río, su concentración era tan estable y poderosa que podía ver los espíritus que lo estaban rodeando.

El kami del agua, de la tierra, de las plantas, del viento y del sol le sonreían, pululando a su alrededor con una forma corpórea, viendo con curiosidad a aquel maestro que los había invocado.

Yuzuru relajó sus manos, desvaneciendo la postura del ritual.

—¿Para qué nos has llamado, onmyoji?—

No fue una voz, sino el conjunto de almas que le preguntó. El maestro se había incorporado inclinándose con sumo respeto ante ellos.

—Soy Hanyu Yuzuru, descendiente y sucesor Abe no Seimei, el nuevo consejero del emperador.— se presentó con sus palabras enmarcando la formalidad y sus pequeños ojos fijos en sus espectadores –Seré el nuevo vínculo entre su mundo y el nuestro, un gusto.—

El murmullo de la naturaleza se asemejo a una melodía y el sol se acercó al maestro, girando entorno al cuerpo del mortal antes de pararse en frente de él. Con esa simple acción, Yuzuru supo que estaba siendo analizado y juzgado.

—Puedes hablarnos cuando nos necesites, onmyoji.—

Los dioses se observaron entre sí, moviéndose apenas en una charla silenciosa que era incomprensible a los oídos de Hanyu. Luego, el kami del agua se acercó un poco más, evaporando su figura humanizada para convertirse en apenas un halo de luz, apoyándose contra el hombro izquierdo del humano.

—A partir de hoy seré tu elemento acompañante. Cuida de mí, por favor.—

La emoción no cabía en el cuerpo de Yuzuru, sonriendo entusiasmado e inclinándose varias veces más a los kami que aún se mantenían en frente de él. Entonces, como si fuera un susurro del viento estos se desvanecieron en el cielo.

Ya no podía ver al kami del agua, pero sabía que ahora estaba a su lado. Terminando satisfecho la sesión, se giró retomando el camino hacia el palacio del emperador. Traía grandes noticias y el orgullo estaba floreciendo en su pecho.

Aún así, antes de llegar a la sala real, fue detenido por unas pequeñas manos que jalaban su traje. Abrió sus ojos sorprendido al observar al pequeño niño que extendía sus brazos hacia él.

—Ryusei-kun, ¿qué haces aquí? ¿Dónde está papá?— preguntó con dulzura en su voz, presionando al infante contra su pecho al cargarlo.

El niño balbuceó algo inentendible, sacudiendo sus brazos en todas las direcciones mientras amenazaba con llorar. El onmyoji parpadeó sin comprender, justo en el momento en que otro niño llegó, mirando con cierto terror que su hermano estaba entre los brazos de Yuzuru. Cuando el adulto lo notó, lo observó con un gesto de su ceja elevada.

—Yo—... ¡Se escapó!— acusó de inmediato, sin saludos, sin otra palabra de por medio.

Hanyu rió con suavidad, inclinándose para dejar al más joven en el suelo y sentarse al lado de ambos críos.

—Saben que no pueden correr por el palacio. No desearán meternos en problemas, ¿no?—

El niño más grande arrugó su nariz pequeña, asintiendo varias veces para abrazar con fuerza a su hermano menor, mientras este intentaba imitarlo al poner gesto serio.

—¿Te falta mucho para que vayas a casa?— la timidez del niño era evidente, abrazando con mayor fuerza al infante.

Yuzuru le sonrió con ternura, extendiendo sus manos a acomodar los cabellos ajenos.

—No. Hoy volveré, lo prometo.—

Ambos niños gritaron con emoción asintiendo, incorporándose del suelo para hacer una reverencia ante él y despedirse con entusiasmo. Yuzuru los vio alejarse, sintiendo cómo el kami del agua se apoyaba con sutileza contra su hombro.

—¿Es tu familia?— le preguntó la voz celestial.

Por unos segundos el onmyoji dudo, para luego sonrío y asintió con su cabeza.

—Lo es...— dijo al final, viendo como esas dos pequeñas figuras se perdían a lo lejos, terminando por incorporarse y sacudirse con cuidado el césped de sus ropas. –Terminemos con esto.—

El kami volvió a desvanecerse, justo en el momento en que Yuzuru retomaba su camino ingresando a la sala real, inclinándose cortésmente frente al emperador.

Fin...

Nota de autora:

Estoy escribiendo 3 fanfics en paralelo y ¿qué hago? Escribo otro (?). Estos serán pequeños relatos sin enlace (o tal vez si, iré viendo). Esta temática me tiene enamorada y estoy considerando en hacer algo más con respecto a esto. Veré cuando tenga tiempo.

Mientras, espero les agrade este pequeño one shot.

¡Nos vemos! 

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