1: El rostro del océano

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-¿Te va-vas a comer mi pi-mi pizza? 

La risa de Álvaro inundó todo el buffet, debido a la imagen de su pequeño hermanito mirándole con cara de estupefacción y los carrillos llenos de comida mientras veía como le era arrebatada la última porción de aquel manjar italiano.

-Tete, no te puedo tomar en serio si me miras con esa cara de ardilla asustada- dijo Álvaro, desternillándose.

-No tiene gracia tete. ¡Y devuélveme mi pizza!-contestó un enfurruñado Raoul, aún con la comida dentro de sus mofletes.

-Cuándo dejes de comer como una morsa en celo, que ya te has comido medio buffet tu solito. Además, lo hago por tu salud, ¿no ves que si engordas siendo tan bajito, te vas a volver un tapón humano?

-¡Álvaro, deja de meterte con tu hermano!-intervino Susi-¡Y tú Raoul, para ya de comer, que te vas a poner enfermo!

-¡No puedes prohibirme mi único placer en la vida!-contestó Raoul, que aprovechó un momento de despiste de su hermano para recuperar el trozo de pizza y comérselo como si fuese el único alimento que comía en décadas.

-Pero miras que eres dramático, hermanito-volvió a atacar Álvaro.

-Y tú mira que eres pesado-contraatacó el rubio.

-Chicos, haya paz-interrumpió un exhausto Manolo, ya cansado de las típicas discusiones de sus dos hijos-¿Qué os parece si vamos todos ahora a la piscina de la cubierta?

-Es una idea estupenda, cariño, ¿a que sí chicos? Así aprovechamos el último día del crucero-contestó Susi, a lo que los dos hermanos no pusieron ninguna pega.

Y es que la familia Vázquez había decidido irse de crucero por el mar balear la semana de antes de que su hijo menor empezase su último curso de bachiller, para que empezase este lo más despejado posible, siendo un final de vacaciones más que maravilloso para toda la familia. Sin embargo, como todo lo bueno en esta vida, el viaje estaba a punto de acabarse esa misma noche, cuando el crucero llegase al puerto de Barcelona.

Una vez en la piscina, Manolo y Susi se sentaron en unos tumbonas, leyendo él un libro y ella tomándose un cóctel de frutas, manteniendo una leve conversación. Mientras, el mayor de los hermanos se encontraba dentro de la piscina, hablando con chicas que se le habían acercado, atraídas por su belleza, siendo observado por su hermano, quién se encontraba sentado en el borde, mojándose solo las piernas, debido a que no estaba dispuesto a mojarse su tupé que tanto le había costado peinar aquella mañana. 

Lo cierto es que Raoul estaba ya más que acostumbrado a ver la escena de Álvaro rodeado de féminas; y no era de extrañar, ya que su hermano, aún odioso como el solo, era un Adonis encarnado en el cuerpo de un mortal: sus músculos perfectamente delineados debido al duro entrenamiento al que le sometían en su equipo de fútbol, sus ojos azules y profundos como el mar, y como no, esa altura perfecta con la que Raoul no podría ni soñar. Pero, al contrario de lo que muchos podían pensar, Raoul no estaba celoso para nada de su hermano. Después de todo, ¿de que iba a sentir celos, si jamás le habían interesado las chicas? Simplemente, se mostró indiferente y cerró los ojos, disfrutando de los suaves rayos de sol que acariciaban su piel, pensando en que en poco tiempo podría volver a ver a sus amigos, que seguro que le serían de gran apoyo emocional para el duro curso que se le afrontaba por delante, pero para el que se encontraba totalmente motivado.

Sin embargo, la calma de la que se veía rodeado en aquel momento se desvaneció en cuestión de milésimas de segundo, cuando un fuerte tirón en su pierna provocó que cayese de lleno en la piscina, mojándose todo el cuerpo al completo, lo que si, incluía su maravilloso tupé.

-¡ÁLVARO!-gritó Raoul, rojo de ira, viendo como su hermano se encontraba, desternillándose de la risa en medio de la piscina.

El rubio, que no aguantaba más viendo como su hermano se reía de él en su puta cara, empezó a nadar hacia su hermano, mientras este salía de la piscina rápidamente, huyendo de Raoul, empezando una persecución por toda la cubierta que provocó más de un improperio por parte de algún pasajero.

Sin embargo, debido a la complexión atlética superior de Álvaro, tras unos minutos Raoul tuvo que parar exhausto para coger aire.

Sin previo aviso, una gota fría como el hielo impactó contra su nuca, provocándole un escalofrío. A esta, le siguieron varias, que acabaron en una lluvia típica de una tormenta, y es que en cuestión de minutos el cielo se había cubierto de unos nubarrones negros como el carbón.

"Pero si se supone que hoy no iba a haber ni una sola nube" pensó Raoul, pero una fuerte sacudida le sacó de sus pensamientos, pues la tormenta vino acompañada de olas capaces de sacudir el barco.

-¡Raoul!-oyó gritar a su hermano-¡Vamos dentro, esto se está volviendo peligroso!

Él simplemente asintió, y empezó a correr entre la multitud de pasajeros que se adentraban dentro del barco. Entre diversos empujones, codazos, pisotones, y alguna que otra sacudida, pudo ver a sus padres junto a Álvaro al lado de la puerta, que pusieron una mueca de alivio al verle. Pero cuándo estaba a punto de entrar, un ruido captó toda su atención, obligándose a mirar hacia atrás, encontrándose con una imagen que le puso los pelos de punta: un niño llorando, tirado en medio de la cubierta, y una enorme ola que se acercaba hacia el barco, dispuesta a arrastrar al niño hacía las profundidades del océano.

Todo lo que sucedió después, quedaría grabado para siempre en su memoria: la adrenalina que recorrió su cuerpo, dándole el impulso para correr; el grito de Álvaro, pidiéndole que volviese; el sonido de sus zapatillas contra la cubierta: la suavidad de la camiseta de aquel niño; la imponente imagen de la ola directa hacia ellos; la fuerza con la que lanzó al niño hacia el interior del barco; la expresión de puro terror impregnada en el rostro de su madre, justo antes de que la ola le impactase, sacándolo del barco; el frío que caló su ropa y entumeció sus huesos; la desesperación por salir a flote sin éxito alguno; el asqueroso sabor a sal que inundó sus fosas nasales, impidiendo el paso de oxígeno; y, justo antes de desmayarse, la difuminada imagen de un rostro de tez morena acercándose a él a toda velocidad.

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Y bueno, hasta aquí el primer capítulo de mi primer fic. Y es que después de estar unos meses navegando por la comunidad de ragoney, y ver los maravillosos fanfics escritos por el fandom, me dije: ¿y porque no lo intento yo? Y bueno, este es el resultado xD.

Lo cierto es que no sé si alguien va a leer esto o no, o si es bueno o una reverenda mierda, pero yo hago lo que puedo. Aunque es cierto que no espero sacar una segunda parte hasta la segunda mitad de junio, porque tengo que estudiar para selectividad, pero haré lo que pueda 😂😂😂.

Y bueno, ahora sí, hasta aquí llegamos. Se despide, el humilde escritor de esta novela.

Hidrokinesis | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora