3: Agoney

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Gran parte del miedo que se había instalado en el pecho del rubio, se desvaneció temporalmente con tan solo la figura de esa persona, ya que su sola existencia dotaba a Raoul de una necesidad urgente en aquel momento: información, de todo lo que había presenciado en la isla y, con algo de suerte, alguna manera de salir de allí y poder volver con su familia.

Debido a que tenía el sol justo en frente, no podía vislumbrar gran parte de los detalles de aquel sujeto, pero suponiendo que este no se había percatado todavía de la presencia del rubio, supuso que estaría de espaldas.

Sin esperar ni un segundo más, y con cierta energía renovada debido al subidón de positivismo, el rubio empezó a correr hacia aquella figura.

-¡Eh, oye!-gritó Raoul, provocando que la persona de la orilla diese un pequeño respingo, y se girase hacia él. Sin embargo, en cuanto este se giró, el cuerpo de Raoul se paró en seco, quedando su cara prendada de una mueca de sorpresa.

Aquella persona, que según se había ido acercando, identifico como de género masculino, resultó ser el chico más guapo que había visto en su corta vida. Más o menos de su edad, el chico era perteneciente de una piel tostada digna de un dios griego, y sus cabellos sedosos y rizados caían sobre su frente de una manera que a Raoul le resultó tremedamente sexy. Su cara, digna de ser la musa de miles de artistas, estaba presidida por unos ojos color café tan profundos en los que a Raoul no le hubiese importado ahogarse. Su nariz era estaba adornada por un pequeño lunar presente en su lado izquierdo, y sus labios, rosados y aparentemente suaves, estaban rodeados de una barba perfectamente recortada, que solo conseguía realzar sus maravillosos rasgos.

-Oh, veo que ya estás despierto-dijo el chico de tez morena, portador de una melodiosa voz enmarcada con un exótico acento, y una preciosa sonrisa curvada que solo provocó que el embelesamiento de Raoul aumentase todavía más.

Tras unos segundos en los que el rubio no hizo ademán alguno de moverse, el moreno soltó una pequeña risita, que Raoul no puedo evitar comparar con la del ángel más puro sobre la faz de la tierra.

-Eh, ¿estás bien rubio?-dijo el moreno, y de como si de unas palabras mágicas se tratasen, el rubio salio de su ensimismamiento.

-E-eh claro, si claro que estoy bien. Bueno todo lo bien que se puede estar en una isla desierta, aunque bueno, no tan desierta porque estás tu también, pero bueno ya me entiendes, jeje-contestó al fin el catalán, mientras sus mejillas adquirían un tono rojizo.

"Si es que solo sabes cagarla, muy bien Raoul"

-Que gracioso eres rubio- volvió a reír el moreno- pero bueno, algo querrías decirme, por como me has llamado.

-Eh si, bueno, ya sabes, te quería preguntar, pues eso, dónde coño estamos, que haces aquí, como salimos, que es todo eso que me acabo de encontrar en el bosque, y, un momento... ¿Como sabías que estaba durmiendo? ¡¿ Acaso me has visto tirado en la playa y has pasado de mi como de la mierda?! ¡¿PERO QUIEN COJONES TE CREES QUE ERES?!- Contestó el rubio, subiendo gradualmente el tono de voz conforme iba hablando.

-Wow, relájate un poquito rubio.

-No me llames rubio. ¿Tengo nombre sabes?

-Ya, ¿y como quieras que lo sepa, si es la primera vez que tenemos una conversación? ¿Acaso tengo cara de adivino?- respondió el de barba, con una sonrisa pícara mientras cruzaba sus brazos, lo cuál hizo que Raoul se sonrojase todavía más.

-Ese no es el punto. La cosa es que me has visto medio muerto en la arena y ni siquiera has tenido la decencia de-

-Chsst, tranquilo muchacho. Antes de que sigas despotricando tu ira contra mí, te diré que si que me acerqué a ti, y tomé las constantes vitales. Al ver que no tenías ningún problema grave, empecé a zarandearte para ver si te despertabas, pero chico, debes tener el sueño más pesado que el de un oso hibernando, así que dejé de intentarlo, y vine aquí a pescar algo para que pudieses comer, porque imaginé que tendrías hambre.

Justo en ese momento, el estómago de Raoul empezó a rugir, provocando que el rubio volviese a adoptar aquel tono rojizo que ya parecía ser su color natural.

-Oh, bueno, lo siento... No me imaginé esa posibilidad, y claro, me alteré, porque no todos los días uno es empujado por una ola de un barco, ni naufraga en una isla desierta ni se encuentra a un tío que está buenísimo y...

-Espera, espera, espera ¿un tío qué?-le interrumpió el de rizos, con los ojos abiertos de par en par, y un leve rubor en sus mejillas

-Majísimo, un tío majísimo- contestó un Raoul nervioso y del color de un pimiento- perdona, no quería decir eso, osea, no es que seas feo, que si eres guapo, pero que no se porque he dicho eso, que a veces mi cabeza se confunde y tal.

"Joder Raoul, cállate de una puta vez, se va pensar que eres imbecil"

Pero, para sorpresa del menor, el moreno empezó a reírse como si le fuese la vida en ello, incluso saltándose alguna lagrima de aquellos ojos enmarcados por una largas pestañas.

-Tranquilo rubio, que no pasa nada. Ahora, ven conmigo- hablo el chico, empezando a andar de camino al bosque.

-¿Eh, a dónde vamos?- preguntó el rubio, corriendo hacia la posición del moreno, quien no parecía tener la mínima intención de esperarle.

De lo que Raoul no se dio cuenta en ese momento, es que pese a que le había dicho que estaba pescando, aquel chico no tenía ni una misera red o caña de pescar.

-A lo se podría denominar como "mi casa"-contestó el mayor, haciendo comillas con los dedos.

-¿Te refieres a la cabaña que hay en el claro?

-Oh, veo que ya has pasado por ahí. Una pena, así se arruina el factor sorpresa- volvió a hablar el moreno, mientras empezaban a adentrarse en el bosque- por cierto, ten cuidado al pisar, hay algunas trampas colocadas por aquí

-¿Trampas? ¿Y quién las ha puesto?

-Pues yo, ¿es que ves a alguien más por aquí?

-No, pero ¿en serio vives aquí solo?

-Agh, haces muchas preguntas rubio, y eso que ni siquiera me has dicho tu nombre.

-Raoul. ¿Y el tuyo?

Entonces, el moreno se paró en mitad del camino, y se giró con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro, y mirando a Raoul a los ojos, le contestó.

-Agoney. Me llamo Agoney.

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Antes de empezar, siento muchísimo haber tardado tanto en subir esta tercera parte, pero entre todo el estrés de prepararlo todo para la universidad, una obra en casa y una falta de inspiración, me ha costado la vida escribirlo. Pero de verdad que no la voy a abandonar, y tengo un montón de ideas para este fic. Aunque también tengo que admitir, que los principios de las historias siempre son lo que más me cuesta escribir. Y bueno, se que es un cap corto para la larga espera, pero quiero que todo lo que viene a continuación quede en un solo cap.

Y, eso es todo por ahora. Espero que os haya gustado, y nos vemos en el próximo cap. Se despide, el humilde autor de esta novela.

Hidrokinesis | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora