Capitulo lll

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Zwischen immer und nie, por ti en silencio, en algún lugar de Italia, en la década de los ochenta.
—llámame por tu nombre

La sensación en ese momento era inefable, temía acercarme demasiado, podía romperlo, en el momento en donde me olvide de la lluvia, del posible resfriado, donde solo existía ese ser casi místico, inconscientemente ya estaba caminando hacia él con sigilo, de pronto se detuvo de golpe pues se dio cuenta de mi presencia, no sabia si era la lluvia o lágrimas lo que salía de esos par de mares que me invitaban a perderme en ellos, pero sin que nosotros supiéramos no sólo conectamos orbes, tal vez también conectamos almas.

Entre una mirada y la lluvia el cuerpo del rubio empezó a perder equilibrio hasta impactar inconsciente contra el suelo, tardó unos segundos en procesar lo que pasaba hasta que por fin corrió hacia el, se puso en cuclillas y con delicadeza tocó su frente, estaba ardiendo, dio un largo suspiro nervioso, su cerebro le dictaba que lo dejara allí y se hiciera de la vista gorda, pero su corazón le pedía a gritos llevárselo y darle la atención necesaria, así que tomó la decisión de llevarlo a su casa.
—espero no arrepentirme de esto-dijo después de tomar al chico en brazos y como si de una doncella se tratara, camino hacia la calle y paro un taxi para irse a su hogar.
¿Qué estoy haciendo? Siento que mi pecho va estallar.
Pasó media hora hasta que llegó a su casa, le pago al señor y salió cargando al rubio con las mejillas pintadas de carmín, camino hacia la puerta y la abrió con su llave, entro y la cerró, recostó al rubio en su sofá y fue corriendo por toallas empapadas con agua tibia, trajo ropa cómoda , y empezó a quitarle la ropa, intentaba no quedarse embobado con su cuerpo y su tersa piel, tocó delicadamente su abdomen, efectivamente era suave, sintió impulsos de comérselo ahora y ahí, pero se reprimió, ahora el objetivo era atender al pobre rubio que tenía dificultades para respirar, le puso como pudo una camisa que le quedaba grande y unos bóxers, en lo ultimo más de una vez se lamia y mordía sus labios, intentando reprimir sus necesidades carnales, le colocó la toalla en su frente y recorrió con sus dedos el rostro del rubio, delineando sus cejas hasta llegar a sus a sus mejillas y de ahí a esos labios duraznos carnosos, que desde que los vio quería besar, de pronto el rubio empezó a removerse, yoongi se apartó y le colocó una sabana.

Lo observo durante unas horas, que para yoongi equivalía unos minutos pues seguía pensando que esto era un sueño no sabía que tendría que decirle al rubio, hacía mucho que no entablaba una conversación decente, y muy dentro de  sí quiso que el chico se quedará así toda la eternidad para observarlo pues para él era como ver una obra de esas que pintaban los artistas cuando estaban enamorados, estaba ansioso por el bailarín, la primera nota apareció fugazmente en su mente, corrió con ansiedad a una pequeña habitación a un lado de la sala, abrió con prisa la puerta y frente a él se encontraba un viejo pero bien conservado piano de cola camino hacia el y levantó la tapa que protegía las teclas, se puso en una posición cómoda, levantó con elegancia la mano derecha lista para atacar suavemente una melodía que resonaba en su mente, su pecho comenzó arder su expresión era totalmente indescriptible, la mano derecha se unió al compás de el pasaje, se perdió completamente, ya no estaba en la habitación ahora un gran manto de agua se extendía a su alrededor, la luna brindaba su luz haciendo por el reflejo que el agua ahora pareciera un espejo, solo estaba el y su música, se sentía tan libre en ese momento que voló por el cielo nocturno olvidando su propia existencia, se fusionó con la pieza y ya no era más él, simplemente los sonidos cálidamente tenues que se llegaban a filtrar fuera de la habitación.

Pero al lado de esa habitación seguía un chico tendido en el sofá con una manta que ahora permanecía en el suelo, poco a poco fue abriendo los ojos con algo de dificultad, se encontraba en otro lugar, se fue reincorporando y se frotó los ojos, definitivamente esta no era su sala de estar, enfrenta de el a unos cinco pasos se encontraba una televisión, a su derecha si caminabas un poco más una pared dividía lo el suponía que era la cocina pues habían dejado la puerta abierta y llegaba a ver una mesa, a su izquierda había una ventana y a un lado un librero, y detrás de él ahora se encontraba un chico de cabello negro de piel tan pálida que parecía estar muerto, ojos negros como un gran pozo en el que sentía que podía caer en cualquier momento, nariz pequeña, labios delgados y rosados, de complexión algo delgada pero bien definida que juraría que el tipo iba al gimnasio, salió de su trance y un rojo carmesí se apoderó de su mejillas, dio un pequeño brinco por la sorpresa.

—Es bueno volver a verte. —dijo jimin con una sonrisa adornando su rostro como si le estuviera dando la bienvenida al azabache, a pesar del tiempo sus sentimientos seguían intactos. —

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2019 ⏰

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La melodía incompleta ➼YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora