cap 4

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09/04/1851

La tarde estaba cálida, Cattleya estaba en el balcón disfrutando del clima, entraron a su habitación lo que hizo voltear a ver quién era, William quien la miraba profundamente como si quisiera descubrir algo -¿Qué haces aquí?- pregunto mientras el avanzaba hacia a ella, la agarró del brazo y la jalo haciendo que entrara, cerro la ventana y la volteo a ver -No es bueno que estés en el balcón-dijo avanzando lo que hizo que la menor retrocediera hasta llegar a la pared, la acorralo-Eres muy bonita- dijo tocando su mejilla, ahí fue cuando ella se dio cuenta que no iba por buen camino- Aléjate de mí- dijo tratando de quitarse, pero el garro sus brazos y la volvió a pegar a la pared, la beso pero ella pudo separase agarro un jarrón de vidrio y se lo tiro, salió de su habitación llorando. Tropiezo con alguien, se limpió las lágrimas para poder ver de quien se trataba y era su abuela – ¡Fíjate!- dijo percatándose que estaba llorando, la tomo del mentón haciendo que la viera –Haber ¿porque lloras mocosa?-pregunto viendo unas macas rojizas en los brazos-William se quiso aprovechar de mi –dijo con un tono triste – ¿segura que tu no fuiste que quien te le insinuaste?- pregunto – ¡Cómo crees que una niña de 11 años se le va insinuar a un chico de 17!, ¿!como piensas que soy¡?-pregunto alterada – recordando cómo era tu madre de ofrecida, si –dijo mirando de pies a cabeza – ¿!COMO PUEDES HABLAR DE ASI DE ELLA¡?- grito -NO ME ALSES LA VOZ NIÑA, MIRATE FISICAMENTE ERES IGUAL QUE ELLA Y LO QUE FALTABA QUE TAMBIEN TE VOLVIERAS OFRECIDA- grito haciendo llorar a Cattleya –MENOS MAL QUE ME PAREZCO A ELLA, PORQUE QUIEN SE QUISIERA PARECER A USTED Y UNA COSA LE PUEDO ASEGURAR, MI MADRE Y YO NO SOMOS OFRECIDAS- grito con una voz rota, haciendo que su abuela Norma le pegara en la cara, Edgar escucho los gritos desde el sótano subió para ver qué pasaba y vio a su madre pegándole a su hija-¿Porque le estas pegando?-pregunto viendo a su hija tirada en el suelo –Me alzo la voz y anda de ofrecida con su hermanastro-dijo –no es cierto, yo no ando de ofrecida- se defendió, él se acercó hasta ella la agarro del mentón –Sabes no te creo nada-dijo fríamente, la hija lo miro a los ojos y las lágrimas volvieron a brotar, se levantó y subió al tercer piso para estar sola, ella gritaba y lloraba por todo lo que sentía.

vivir es doloroso ¿aun así quieres seguir?

Familia CastilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora