Prólogo.

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~La situación.~

Ese día, ese maldito día, el que marcó un antes y un después en mi vida, siempre me atormentará.

«Hacía frío, era diciembre, el 10 de diciembre de 2009 para ser exactos. Justo 3 días antes de mi cumpleaños de los 14.

Mi hermano estaba practicando con su banda y yo los miraba asombrada. Estaban haciendo los ritmos para una nueva canción; Diamonds aren't forever.

Estabamos solos porque mis padres habían salido a comprarme el regalo de cumpleaños y los de navidad, aunque se supone que no debería saberlo. Es evidente que con 14 años sepa ya que no existen ni los Reyes Magos ni Papá Noel, pero mis padres siguen con la ilusión.

Yo me encontraba sentada en el sillón que hay en el garaje para cuando los chicos quieren descansar y cuando hacen fiestas. Encima de mis piernas cruzadas estaban mi libro y apuntes de biología, mañana a primera hora tenía un examen. Se podía decir que me aplicaba bastante en los estudios, siempre me han parecido importantes.

De repente, en medio de la canción, el sonido del móvil de Oliver interrumpe. Oli va hasta el móvil, lo coge y se queda mirandolo con el ceño fruncido.

-¿Que pasa? ¿Es Amanda otra vez? - le pregunté con tono fastidiado y una mueca.

-No, no es Amanda. - se giró hacia todos poniendose un dedo sobre los labios indicandonos que nos callaramos mientras descolgaba el teléfono y se lo ponía en la oreja. - ¿Hola? Sí, yo soy Oliver Sykes.- se movía de un lado hacia otro, mientras se mordía las uñas, signo de que estaba nervioso. Me acerqué a él y articulé con los labios ''¿quién es?''. Él simplemente se giró ignorandome hasta que se paró en seco. Fui hasta donde se había parado y vi que estaba pálido, de una sobremanera que me asustaba.- ¿Qué? Perdone, no lo entiendo. Eso es imposible. - decía, balbuceando.

Al rato colgó y bajó la mano que al estar floja se le calló el móvil al suelo.

-Oli, ¿que pasa?

No recibía respuesta.

-Oliver...

Igual.

-Oliver Scott Sykes, dime que está pasando ahora mismo. - le dije tirando bruscamente de uno de sus brazos para girarlo y que estuvieramos cara a cara. Pude ver como tenía los ojos cristalizados y toda la furia que sentía se fue, no sabía que pasaba y me causaba impotencia. El ver a mi hermano así me rompió el alma y se me cristalizaron los ojos a mi también. - Me estás asustando, Oli...- le señalé con un dedo.

-P-papá y...m-mamá...- se notaba que no podía hablar del nudo que tenía en la garganta al retener las lágrimas.

-¿Que pasa con ellos? - dejé de señalarlo.

-U-un accidente...- frunció los labios y bajó la cabeza.

-P-pero están bien, ¿verdad? - se le escuchaba sollozar, las lágrimas caían por mi rostro con furia.- ¿VERDAD OLIVER? - él sólo negó y no me hizo falta nada más.

Cogí una sudadera y las llaves y salí corriendo al hospital más cercano, supuse que estarían allí. 

Llegué al hospital en menos de 5 minutos por la cercanía y por todo lo que había corrido.

Fui hasta la recepción donde había una mujer detrás del escritorio con cara de pocos amigos, aparentaba unos 50 años, con el pelo gris y muchas arrugas y ojeras.

-¿Sabe dónde están John y Mary Anne Sykes? - pregunté con la voz entrecortada y jadeando por la carrera.

La señora me miró de arriba a abajo con una mueca de desagrado, en ese momento no le eché cuenta porque me preocupaba mas el estado de mis padres.

Dragonfly. [Andy Biersack y tú.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora