Único

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Estaba fastidiado, esa podía ser la excusa que tenía para poder haberse quedado prendido en aquellos ojos castaños que no paraban de mirarle. No estaba seguro por qué, pero tenían un brillo muy particular y que le llamaba la atención, sobretodo porque a pesar de haberse visto descubierto, no desviaba la mirada tímidamente.

Amano Shinji estaba cansado de la espera el banco. Al parecer habían tenido un problema con el sistema o alguna de esas tonterías que hacían que todo se detuviera. Ni siquiera debía estar ahí, pudo haber mandado a alguien a hacer ese pago pero justo pasaba cerca del banco y decidió que podría ir él mismo. Nunca tenía que esperar, el supervisor siempre le hacia pasar enseguida y pedía a la cajera que le resolviera el problema sin tener que esperar. ¿Porque en qué banco harían esperar a alguien que tiene un traje Armani negro? que viste con unos zapatos del mismo color brillantes, prácticamente nuevos, con una corbata elegante de un tono violeta, sombrío, como se veía su persona con aquel pelo negro y corto, arriba de las orejas.

No sabía si era por eso que había llamado la atención de aquel joven castaño, que vestía una camisa blanca, abiertos los dos primeros botones que le hacia parecer como una persona que siempre tenía calor a pesar de estar en aire acondicionado, o más bien alguien despreocupado de cómo se veía. Esos cabellos castaños que le llegaban al hombro sumaban a ese aire de total despreocupación, mientras que esos jeans entallados, azules y casi desgastados podrían hacerle ver como alguien que pudiera tener ese aire hippie como poco se encuentra en estos días. Tal vez tiene un aire de aventurero, pensaba Tora mientras mantenía la mirada y notaba que el otro le sonreía de una manera coqueta, obviamente descarada, entonces Tora entendió las intenciones de aquel castaño.

Tragó saliva desviando por unos momentos la mirada al ver el reloj. En realidad no tenía la intención de regresar al trabajo, tenía cosas pendientes pero nada urgía, de lo contrario no se hubiera quedado ahí. Podría ser que... realmente estaba pensando hacerlo? Jamás lo había hecho en una situación así y por alguna razón el solo pensar que podría pasar le hacía aumentar la adrenalina. Se sentía tembloroso pero se controló cuando regresó la mirada al castaño, quien con un gesto con los ojos, le señaló una salida del banco y volvió a sonreír antes de salir de la fila.

-Disculpe, saldré un momento -le dijo Shinji al ejecutivo, levantándose del asiento donde había permanecido cómodamente por invitación del jefe del banco.

-No se preocupe señor, vaya -le respondió el ejecutivo nervioso y apenado por hacer esperar a alguien tan importante. Shinji le hizo una leve reverencia mientras que el hombre al otro lado del escritorio se levantó también para regresar el saludo antes de que el moreno camine hacia la salida que le había indicado el castaño.

Ni siquiera sabía su nombre, tenía unos minutos de conocerle, aunque no sabía desde cuando el castaño le estaba mirando pues llevaba una media hora esperando. Las piernas le temblaron un poco mientras caminaba pero disimulaba bien con aquel caminar seguro de la que se caracterizaba, con el semblante serio y sin duda. Por más que se estuviera muriendo de nervios, no lo iba a denotar.

Cruzó la puerta, estaban en la parte de atrás del banco, la salida de emergencia en caso de algún desastre. Sintió una mano que le tomó el brazo y le jaló, en un abrir y cerrar de ojos ya tenía aquellos ojos castaños de cerca, pudiendo sentir su respiración acelerada.

-Hola -le dijo el castaño con aquella sonrisa coqueta que por algún extraño motivo le hacia derretirse, de lo contrario no estaría ahí.

-Hola -respondió Shinji y antes de que pudiera decir algo más, sintió esos labios callando todas las palabras, poniéndole la mente en blanco. No supo en qué momento había abrazado su cintura, aprisionándolo contra la pared con el cuerpo, devorando esos labios que le supieron dulces sin entender a qué le recordaba ese sabor. Tampoco se detuvo a meditarlo, simplemente quería más.

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