Cuenta la leyenda, que la tierra de los mortales estaba gobernada por dos reinos, el de la luz y el de la oscuridad.
Ambos reinos nunca se llevaron bien y la tierra se encontraba dividida en bandos totalmente opuestos, donde en uno siempre brillaba el sol y en el otro la luna adornaba el negro cielo junto a las estrellas. Por eso, se enfrentaban a épicas y catastróficas batallas para poder conseguir el control por completo.
Un día que el sol brillaba más que nunca en el bando iluminado, nació la hija del rey, de piel color miel y hebras doradas, con dulces ojos avellana y tierna sonrisa. Era tan inocente, tan pura, tan brillante, que se convirtió en la luz y energía del reino llenando de amor y esperanza los corazones de hombres y mujeres. Park Chaewon era la heredera que todos esperaban desde hace siglos, la que llevaría a su pueblo a la victoria y gloria eterna.
Su llegada se hizo escuchar hasta donde era siempre de noche, y la luna, emocionada, brilló también como nunca en honor a la princesa, alertando a Son Hyejoo, la reina oscura, de la llegada de su nueva e inofensiva enemiga. Idealizó un plan para hacerse con la princesa y acabar con ella. Mandó a una de sus más queridas aves negras a vigilar a la niña mientras esperaba y esperaba por años al momento perfecto para llevar a cabo su cometido.
Chaewon fue creciendo, siendo más alegre y brillante cada día que pasaba, y aunque siempre le advertían que tuviera cuidado y no cruzara el bosque que hacía de frontera entre ambos reinos, a la curiosa princesa le gustaba pasear cerca, casi pisando la zona que se le era prohibida. Nunca pasaba nada fuera de lo normal, hasta que escuchó a un pequeño pájaro negro que cantaba en una rama de los árboles, ese pájaro que le espiaba sin nunca darse cuenta.
El ave se adentró en el bosque, y así hizo Chaewon hipnotizada por su bello canto, sin pensar en lo que hacía. Lo siguió hasta que el animal despareció de su vista y sin saber como, se vio atrapada en un gran jardín, donde los árboles eran altos con hojas oscuras y los rosales con sus flores negras y llenas de puntiagudas espinas, donde volaban pequeñas luciérnagas y el cielo estaba pintado de oscuros tonos azulados.
Detrás de los gruesos árboles salió una mujer pálida, de ojos parecidos a los de un lobo, vestida de prendas negras y una corona de plata con diamantes incrustados adorando su cabellera color carbón. La pequeña ave se posó en su hombro.
"Por fin nos conocemos, Park Chaewon."
La voz gruesa de la reina hizo que Chaewon se girara sorprendida, ¿era ella la mujer de la que todos le advertían? La pobre princesa estaba en problemas, pues Hyejoo la hizo carcelera en su castillo, robando así la luz del bando enemigo, haciendo que el pueblo se sumergiera cada vez en la profunda oscuridad, y con Chaewon muerta jamás podrían vencerla.
Pero la joven princesa no era para nada ingenua, así que se las ingenió para ganarse la confianza de la malvada reina hasta que esta la dejó salir de su celda, pero no del castillo. Pasaron meses en donde Chaewon y Hyejoo convivieron juntas, a veces la joven le lloraba a la luna queriendo volver a su hogar y Hyejoo terminó por acostumbrarse a la presencia de la princesa. También Chaewon descubrió que la monarca no era mala del todo, pues solo necesitaba un poco de amor y aunque fuera la villana, la reina acabó siendo amable con ella, bueno, lo intentaba. Aún así Chaewon no dudaba en brindarle hermosas sonrisas y cuidar también de ella, ablandando por primera vez su frío corazón.
"¿Porque hace eso conmigo?"
Pensó Hyejoo sin entenderlo, pero cada día que pasaba la pobre reina se encariñaba más con ella. Incluso se sintió celosa de la luna, quien siempre se la llevaba a cuidarla y a mimarla.
"¡Oh mi querida princesa, eres igual que yo. Siempre brillamos!" La luna exclamaba abrazando a Chaewon.
¿Era eso? Celosa, Hyejoo deseó por primera vez brillar para ganarse el corazón de la princesa por completo. La oscura reinase sentía más impotente al no poder controlar sus sentimientos, así que no esperaría más, tendría que acabar con la joven antes de que Chaewon acabara con ella.
Cuando Chaewon se encontraba en el jardín de espaldas, jugando con las luciérnagas, se acercó con cuchillo en mano, alzándolo para por fin matarla, pero Chaewon empezó a lamentarse extrañando a su pueblo y família, quienes podía escuchar llorando por ella a lo lejos.
Con un fuerte dolor en el pecho, Hyejoo bajó el arma blanca y sin darse cuenta, brillantes lágrimas brotaban de sus ojos.
"Mi querida reina, ¿porque está llorando?" Chaewon preguntó preocupada y al ver el arma preguntó de nuevo "¿Que hacía con eso?"
¿Como se suponía que iba a matarla? No podía acabar con su luz, con la luz que nunca pensó que alegraría su vida, que nunca pensó que necesitaría. ¿Que sería de ella sin su ahora querida princesa?
Tiró el cuchillo al suelo, la abrazó y besó su frente suavemente, decidiendo arriesgar su honor que la vida de Chaewon, porqué si ella moría, no solo el pueblo enemigo lo haría, si no que Hyejoo también moriría en vida.
La reina la acompañó hasta la frontera para despedirse, y a la misma vez, volvía a salir el sol en el reino luminoso. Y aunque Chaewon estuviera feliz de nuevo al volver, no quería alejarse de Hyejoo, por eso, antes de volver a su castillo, le juró visitarla todos los días. La reina oscura sonrío y en su reino salió también el gran sol, por primera vez.
Y así fue como se creó el día y la noche, cuando Chaewon estaba en su reino, el sol brillaba contento, y cuando volvía con Hyejoo, la luna y las estrellas aparecían para cantar una nana para que todos durmieran.
Chaewon llevó a ambos reinos a una victoria eterna, donde oscuridad y luz aprendieron a vivir siempre en armonía, porque la una no tendría sentido sin la otra.
Fin
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𝑻𝒉𝒆 𝑳𝒊𝒈𝒉𝒕 𝑰𝒏 𝑻𝒉𝒆 𝑫𝒂𝒓𝒌𝒏𝒆𝒔𝒔; hyewon
Fanfiction¿Qué sería de la luz sin la oscuridad? ➳one-shot ➳cuento ➳fantasy