El tiempo pasaba lentamente. Era como una rueda para ella, todos los días las misma labores, todos los días la misma gente, todos los días las mismas injusticias.

A menudo les reprochaba silenciosamente a su gente su falta de visión. El cómo no veían las claras diferencias de género, las claras diferencias en todo. 

Kaila era chica. Y además, semiyan. Ni siquiera tenía la sangre pura como los de su raza. Simplemente no cumplía las expectativas en lo relativo a los dioses. 

¿Qué era ella exactamente? No era una celeste solamente. Ni una yan, aunque deseaba serlo enteramente. Estaba en el medio de ¿qué exactamente?. Ni una cosa ni la otra, ni siquiera la consideraban como algo entero.

Simplemente estaba allí. Al menos era útil, y podría dar hijos a la comunidad. Eso si alguien quería acercarse a alguien de sangre impura.

Aunque eso a Kaila no era lo que más le molestaba. De hecho, ella no quería seguir el ejemplo de una buena ciudadana sumisa, devota. Observó a las mujeres del clan, con su oscura piel y sus ojos rojos, que representaban la idea del dios Aldun. En cambio, Kaila lucía una piel azul celeste, como el cielo; y unos ojos bicolores, violeta y rojo. 

Vio cómo se balanceaban las jarras de agua en sus estilizados peinados, y cómo más de una dejó de hablar con sus compañeras porque algún pequeño le robaba la atención. Los pequeños eran los únicos que querían la opinión, la atención o las palabras de las mujeres. Eran los únicos que, en ese poblado, contaban con ellas para algo.

Aunque fuese solo por una necesidad, ya fuera de la atención que nadie más les daba, o de la comida que ellas les proporcionaban.

Kaila no las envidiaba más que por su piel perfecta y sus ojos que llevaban el fuego de Aldun. Jugueteó con sus rastras, de un inusual color violáceo, mientras se decía a sí misma que si parecer esculpida por los deseos de Aldun y ser hermosa como un oasis conllevaba a no darse cuenta de la casi inexistente importancia y voz en la aldea con la que las mujeres yan contaban, prefería no ser como ellas.

Prefería tener voz, poder gritar a los vientos de Johavir que ella, a pesar de no ser de una raza completa, estaba allí viéndolo y recordándolo todo. Y que podía delatar esas injusticias cuando quisiese.

Porque ella las había notado como ninguna otra.




Aclaro. No quiero decir que tooodos los poblados yan sean así. Solo he querido poner el ejemplo de una mujer mestiza, e ir dando a conocer las injusticias que pasa en ese poblado. Además, que se sepa que he localizado este Fanfic de "Memorias de Idhún" mucho antes de las historias de la Tríada y que las civilizaciones, obviamente, cambian de ideales con el tiempo ( y el sudor de gente que quiere cambiarlas por encima de ellos), así que a día de hoy el mismo poblado puede no seguir fomentando esas injusticias.





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⏰ Last updated: May 05, 2019 ⏰

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Más allá del lugar sin Soles ni LunasWhere stories live. Discover now