A NEW BEGINNING

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Todo había empezado. China había declarado la guerra a Estados Unidos. El presidente del gobierno Yuang-Lee lo acababa de hacer oficial en un discurso que había sido retransmitido por miles de televisiones de todo el mundo. Ya no había vuelta atrás. Lo que hacía unos meses tan solo eran rumores, en pocos minutos dejaron de serlo, pues las palabras del presidente eran concisas: quería la guerra. Centenas de banderas rojas ondeaban alrededor del palacio de congresos chino mientras que al otro lado del mundo la preocupación se había extendido por todo el continente americano. Bastaba con observar la cara de Phillipe Dumpson para darse cuenta de la gravedad del asunto. Estados Unidos no esperaba aquello, nunca imaginó que aquel conflicto pudiese llegar tan lejos y, desde luego, en ningún caso concibió la posibilidad de una guerra contra China.

Tras la Segunda Guerra Mundial, hacía ya cuatrocientos años, las tensiones entre las grandes potencias del mundo habían ido creciendo desmesuradamente hasta el punto de crear fronteras militares. Inglaterra había cerrado su mercado a Francia y Alemania, sus principales rivales, y amenazado varias veces a Italia, quien se mantenía neutral y evitaba conflictos internacionales. En el sur de Europa, Portugal ponía en marcha su maquinaria más potente, construyendo innumerables navíos que en pocos meses surcarían los siete mares, mientras que España se sometía a una dictadura política que duraba ya demasiados años.

¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? ¿Qué había sido de la Gran Europa y la paz mundial de antaño?


1. CIENCIA Y HIELO

Todo comenzó el 21 de Junio del 2339. Un grupo de científicos trabajaba concienzudamente en la Antártida, estudiando el grosor y resistencia de las capas de hielo, utilizando instrumentos de precisión muy avanzados, cuando uno de aquellos hombres descubrió lo que sería el inicio del caos mundial: un enorme pozo de petróleo.

Según dijeron los medios de comunicación fue un joven llamado George Mc.Farrell quien lo detectó. Irlandés, de veintiseis años, trabajaba en el instituto científico-tecnológico de Dublín y había sido enviado a una investigación especial de cuatro meses a la zona antártica, así lo explicaban los reporteros de todo el mundo. Tras el descubrimiento, los flashes de los periodistas envolvieron al muchacho, quien no pudo decir más que unas pocas palabras: "No me hago cargo del pozo de petróleo, lo dejo en manos de los altos cargos".

Aquello llegó inmediatamente a oídos de los presidentes de los diferentes países, a quienes se les encendió una luz en su cabeza. El ansia de riqueza, de poder, les apartó de las negociaciones legales y les impulsó a lanzarse sobre aquel pozo cargado de beneficios para sus respectivas naciones. Y es que la cantidad de petróleo disponible en el planeta era escasa, prácticamente nula. Pese a que el cuarenta por ciento de los vehículos eran eléctricos, la mayoría todavía funcionaban con gasolina, y los precios de tan demandado bien habían alcanzado cifras estratosféricas. Por las carreteras apenas circulaban coches, los aeropuertos habían reducido el número de aviones a más de la mitad, y muchas compañías se habían visto obligadas a cerrar. El caos que se había generado durante los últimos años a causa de la falta de petróleo había desconcertado a las autoridades, quienes no sabían qué hacer ante tal importante problema.

Y ahora, de repente, cuando peor estaban las cosas, un muchacho descubría una de las mayores fuentes de riqueza, escondida bajo el hielo durante siglos, y la dejaba en manos del gobierno. Aquello fue el inicio del desastre.


2. LA LLAMADA

La reunión había comenzado. Sentados en sus respectivas butacas de terciopelo rojo, veinte hombres y mujeres escuchaban atentamente al presidente del gobierno francés Paul Dogvé, quien gesticulaba con sus brazos señalando las diferentes partes de una presentación tridimensional que él mismo había diseñado. Las imágenes mostraban un plano del pozo de petróleo. Cuando acabó de hablar volvió a sentarse, con alguna que otra dificultad, en el extremo de la larga mesa de congresos, a la vez que dejaba caer su bolígrafo de plata sobre los informes estadísticos que había presentado hacía un momento.

A new beginningWhere stories live. Discover now