Capítulo dos: el cambio

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Lee

En este momento habían muchas cosas pasando por mi mente, empezando por el hecho de tener que lidiar con el divorcio de mis padres en un sitio bastante lejos de mi hogar.

Cuando decidieron acabar con su matrimonio y empezar de cero cada uno por su lado, no esperaba que mi madre se lo tomara tan en serio. Al poco tiempo me dijo que íbamos a mudarnos de ciudad y que tenía apenas unos cuantos días para despedirme y empacar para irnos, ni siquiera fue un asunto que consultó previamente conmigo, no, fue cuestión de un instante.

Entendía que pasando por esa ruptura ellos quisieran renovarse como personas, intentar cosas nuevas e incluso cambiar de ambiente, por ejemplo, comprando una casa nueva o yo qué sé, nada tan drástico, pero mamá nos trajo hasta aquí, a miles de kilómetros de nuestro hogar. El acuerdo consistió en que la empresa seguiría siendo de los dos, pues decidieron respetar la voluntad de sus padres quienes la fundaron en conjunto. Pero Madelaine Lowell tuvo la genial idea de hacerse cargo de la agencia ubicada en Washington y como la decisión ya estaba tomada, no pude hacer nada al respecto. A los dos días de haberme dicho ya estábamos aquí.

Al llegar todo estaba organizado, la nueva casa, la escuela a la que asistiría, su oficina, todo. Tanto así que a la mañana siguiente ya estaba camino al instituto, justo donde estoy ahora.

Debo admitir que soy un muy mal primíparo, me incomoda demasiado todo el rollo que implica ser el nuevo. Mucho más si ni siquiera pude elegir venir sino que fui técnicamente obligado. Con respecto a eso, no puse ninguna clase de oposición formal porque no quería hacerla sentir peor, con las cuestiones de su separación era suficiente. Y tampoco quise quedarme con papá porque él ya tenía otra familia con quien estar, no podía dejar a mi madre sola en esta situación. Así que aquí me encuentro.

Como a los dieciséis obtuve el permiso para conducir, me fui en mi auto para la escuela. Resultó que calculé mal el tiempo y terminé llegando tarde, así que cuando entré y no vi ni un alma en los pasillos, una amable aseadora me indicó el camino a donde estaban todos congregados. Abrí cuidadosamente la gran puerta de un salón, entré y me ubiqué en un asiento vacío. Escuché al que parecía ser el director dando una charla de bienvenida, nada muy importante.

Me dediqué a observar sutilmente a los chicos a mi alrededor. Se veían jóvenes aún, parecían ser de primero. Su aire de preadolescentes emocionados que pisan por primera vez la secundaria me reconfortó un poco. Al menos no era el único novato en el recinto.

Giré la cabeza cuando sentí una mirada pesada sobre mi nuca, al hacerlo descubrí a dos chicas observándome que al darse cuenta de que las había pillado, no hicieron más que desviar la vista y cubrir sus sonrojados rostros con su cabello. La parte egocéntrica que inevitablemente reside en mí no hizo más que enorgullecerse y burlarse para sus adentros. Mi exterior expresó una sonrisa mínimamente petulante y siguió atendiendo al directivo que se postraba en el paraninfo.

Al terminar los actos protocolarios y estando a punto de salir, un hombre de lentes, aparentemente profesor, me frenó en la puerta para preguntarme si yo era Lee Thompson, el estudiante nuevo de segundo. Ante mi afirmación, me dijo que debía ver al director en su oficina. Me llevó a dicho sitio y allí lo encontré.

—Bienvenido a Preston High, Lee. Yo soy el Sr. Praxon—me tendió la mano y yo respondí a su saludo—. Tus padres y yo somos viejos amigos de la secundaria, hace unos días Madelaine me llamó para decirme que se iban a mudar y que necesitaba un cupo para ti aquí. La situación con tu padre la ha dejado un poco...

—¿Consternada, trastocada, histérica?—continué por él.

—Iba a decir liada, pero tú lo has descrito mejor. En fin, el punto es que realmente me place tenerte como parte del estudiantado. Si necesitas cualquier cosa sólo debes acercarte a mi oficina, ¿está bien?—me tendió una sonrisa amable—Por ahora le diré a una compañera tuya que te enseñe la escuela y te ayude ubicando las aulas de clase. Ella es una excelente excelente alumna. Y viendo tu expediente académico, me parece que los dos serán una buena competencia.

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