Capítulo 1

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Hola queridos lectores.

Hace algunos días me estuve dando la oportunidad de mejorar esta historia. Hace algunos años inicié con este proyecto y creo que ya es tiempo de retomarlo, quizá no de manera constante por cuestiones académicas y personales, pero pondré mucho de mi parte para que tenga un buen desenlace.

Les agradezco a todos por sus mensajes dándome a conocer el agrado que tienen por la historia.

Sin más por el momento, les dejo la historia con pequeñitos cambios.

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SUPERANDO LOS FANTASMAS

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Ha pasado un año desde que terminó la guerra, pero el ambiente era como si tan solo hubiera sido ayer, la memoria de sus padres había sido borrada, simplemente para protegerlos pues no tenían la culpa de ser los padres de una simple sangre sucia, ella no quería que los dañaran o que tuvieran una muerte dolorosa, sin embargo, al intentar recuperar sus recuerdos no fue capaz o al menos no era el momento adecuado.

Se sentía tan rota que prefirió estar con la única persona que le quedaba y la entendía, su abuela Nayvi. Decidió quedarse con ella un tiempo; vivía en Quebec y supuso que alejarse de Inglaterra le ayudaría, pues del otro lado del gran océano el ambiente era sumamente triste y la nostalgia le embargaba al caer en cuenta que personas que un día estuvieron en su vida, simplemente ya no lo harían más.

Por el profeta y el quisquilloso podía enterarse sobre los mortifagos que eran atrapados y la sentencia que se le había impuesto, además de la reconstrucción del colegio que en unos meses más abriría sus puertas nuevamente para todos aquellos alumnos que decidieran retomar sus estudios, aunque ella ya había tomado una decisión al respecto.

Durante un tiempo, no había sabido nada de sus amigos, aunque realmente no sabría cómo comportarse ante ellos pues simplemente los abandono sin siquiera dejarles una carta de despedida, pero lo prefirió así, aun debía cerrar ciertas heridas que la guerra había causado.

Estar con su abuela la reconfortaba, ella sabía lo que era y por lo que había pasado los últimos meses, lo único bueno dentro de tanta maldad era que nadie del mundo mágico sabia sobre ella y pudo mantenerla a salvo.

Su abuela también había pasado por una guerra (2da guerra mundial) a una temprana edad, por lo que sabía lo que era vivir con miedo, el no poder dormir tranquilamente y estar siempre alerta.

Cuando intentaba descansar y cerrar un momento sus ojos, las imágenes llegaban a su mente como una fuerte lluvia, los gritos y el olor a sangre era tan palpable que despertaba gritando en medio de la noche; cada vez que eso sucedía Nayvi siempre se encontraba sentada al borde de la cama para reconfortarla.

Era muy complicado vivir de esa manera y siempre se preguntaba si eso era vida, huyo de las personas porque le aterraba el darse cuenta que las personas a las que le había tomado cariño no lo estarían nunca más, por lo que se había vuelto tan introvertida para sobrellevar todo lo que lo rodeaba

Era un 25 de mayo de 1999, el reloj marcaba las 7:30 de la mañana. La castaña se encontraba sentada en sofá junto a su ventana contemplando la lluvia caer, su mano derecha sostenía su varita, sus ojeras notablemente pronunciadas adornaban su rostro.

Dormir ya no era una opción y no quería seguir preocupando a su abuela, pues también había decidido estar con ella para cuidarla y no al revés. Lo que la reconfortaba era que el miedo había disminuido y se había permitido dentro de lo que cabe llevar una vida normal.

Siempre trataba de animarla llevándole un libro nuevo cada que tenía la oportunidad para mantener su mente ocupada pues siempre se perdía en sus pensamientos como en ese preciso momento.

Unos golpes en la puerta la sacaron de su ensimismamiento haciéndola reaccionar, su posición se convirtió en una de defensa y lista para atacar, pero se relajó al escuchar esa dulce voz.

- Hija, el desayuno está listo.

- Ya voy abuela – respondió un poco fuera de sí, hasta percatarse de la hora.

Se paró rápidamente para asearse, pues después del desayuno iría a trabajar. Atendía una pequeña cafetería a unas cuantas cuadras, en la cual recibía un ingreso del que se permitía apoyar en los gastos de la casa, sabía que tenía suficiente dinero por las gratificaciones por pertenecer al trio dorado y vencer al que no debe ser nombrado, sin embargo, no se encontraba lista para tener contacto con aquel mundo que le recordaba la triste y cruel realidad.

Al bajar las escaleras percibió el delicioso aroma del desayuno recién preparado y al entrar a la cocina su abuela ya se encontraba en su lugar en la mesa.

– Buenos días – se acercó depositando un beso en la mejilla contraria.

– Buenos días, cariño. Tardaste mucho en bajar. ¿Todo en orden?

– Lo siento abuela, es solo que...

- Lo sé cariño, esas pesadillas no se irán de la noche a la mañana y no tienes que disculparte, es normal tomando en cuenta la situación. Al menos me alegro de que ahora sean más esporádicos esos episodios, aunque me preocupa que sigas sin poder descansar como se debe.

- Eso intento, de verdad que lo hago. Solo, ya no quiero seguir despertándote en la madrugada.

- No te preocupes por mi hija yo ya estoy vieja y tú tienes una vida por delante, debes recuperarte y seguir con tu vida donde conozcas a un chico, te enamores, te cases y formes una familia.

- Supongo que sí, pero... – suspiró, era tan complicado - No creo que eso sea para mí.

- Tonterías aún eres joven y bella. Además, la vida te dio una segunda oportunidad, no por nada sobreviviste a tanto.

- Quizá tengas razón.

- Sabes que siempre tengo razón.

- Lo se abuela, tú nunca te equivocas - y de su cara surgió una pequeña sonrisa.

El desayuno pasó en silencio y una vez terminado levantó los platos para comenzar a lavarlos, luego se despidió de su abuela para comenzar otro día más superando los fantasmas.

Encontrando la paz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora