Capítulo único.

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Hola, que tal.

Bueno, lectorxs, esto forma parte de una nueva tanda de OS de la que ya habréis leído algo; #EstimulOS

Nos hemos repartido en grupos y nos hemos sorteado unas imágenes que serán un poco la "base".

Así que, como aquí siempre es mejor prevenir que curar, aviso que en este OS habrá SEXO EXPLÍCITO y que, por lo tanto, si no es de tu agrado no lo leas.

También comento que es la primera vez que escribo algo de este tipo, así que no me lo tengáis muy en cuenta. (Aunque me ha gustado, así que habrá que hacer más para praticar y mejorar, ¿no? 😉😏)

También que sepáis que mis pencos no usan protección en este OS porque al escribirlo no me ha salido, yo que sé. Pero están limpios, de hecho creo que lo aclaran al final, pero yo por si acaso.

Bueno, una vez aclarado esto, comencemos.



—Chiquita mierda.

El grifo se escapa de nuevo entre sus manos cuando trata de abrirlo. Nada, ahí tampoco sale caliente. Sus piernas tiemblan y su piel pide a gritos que la limpien. Que no puede estar sucia más tiempo, que necesita borrar el sudor, el alcohol, el tiempo, los recuerdos, las huellas ajenas. Que necesita borrarlo absolutamente todo.

Su estómago ruge de nuevo e implora la comida que no se le da desde el desayuno, pero a Agoney no le importa. Podría alimentarse del dolor que siente ahora mismo extenderse por todo su cuerpo y tener de sobra para días. Total, lo único que ha ingerido en las últimas horas ha sido alcohol, nada le podría hacer más daño, la verdad. Y por lo menos llena el vacío que debería estar ocupando una persona. Pero es así, y se siente como una presa de agua recién destapada, a la que se le escapa todo por todas partes. Se desborda, y no sabe si quiere ahogarse ahí o quedarse seco del todo. Quizás porque las dos opciones le darían la calma que tanto tiempo llevaba buscando.

Morir. Desaparecer. No volver a sentir(le), a ver(le), a oler(le), a oír(le).

Vuelve a intentarlo con la ducha, pero la caldera no enciende y si sigue así va a acabar por ducharse a base de tazas con agua al microondas. Y es que está desesperado, necesita fregar con fuerza su piel y que se desprenda de lo que ha pasado en las últimas horas.

Es que él le ha llamado. Le ha llamado, joder, y ha caído como el débil que es. Como el ratón que cae una y otra vez en la misma trampa aún sabiendo que se va a encontrar el mismo queso de siempre, rancio con el paso de los días pero cada vez más apetecible solo por el morbo de alcanzarlo. Y vaya puta mierda, la verdad.

Le ha llamado, le ha hablado, le ha tocado y le ha destrozado.

Las piernas y los brazos tiemblan a cada paso que se acerca, el eco de los pies descalzos que se pegan al parqué en un sonido hueco retumba en su pecho, las lágrimas bañan sus mejillas y, posteriormente, su camiseta. La tristeza habitual después de la rabia se anuncia con el peso de sus hombros y los suspiros ahogados de su garganta. Cadenas invisibles atan sus alas al suelo y le duele ser incapaz de volar. No están presas, están cortadas. Él se las cortó y es el momento que recuerda con más dolor de todos los vividos. Jodido imbécil, que le quitó lo único que tenía, lo único que sentía plena y completamente suyo; la libertad.

"No eres nada sin mi"

Pero con él tampoco. La cabeza le da vueltas y los pensamientos se aturullan en alguna parte de su cerebro y nadan en alcohol, llantos y quejidos desesperados. Su voz se cuela dentro y cala sus entrañas, le recuerda tan cerca que casi es capaz de verlo ahí, parado a su lado. Quiere vomitar solo de formarse la imagen.

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