Un sueño cumplido

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Mi día comenzó como uno cualquiera. Me sonó el despertador a las seis y media, pero me dormí hasta menos cuarto. Me levanté, me puse las zapatillas y me fui a echarme agua en la cara. Seguidamente me vestí y bajé a desayunar. Esta vez tocaban cereales, así que mi madre me dejó la leche y los tipos de cereales e teníamos en la mesa para que yo eligiera; me dio un beso y se fue (pues ella entra a trabajar a las siete y media y yo entro al instituto a las ocho y cuarto). Después jugué un poco a la tablet; subí de nuevo al baño y me terminé de arreglar (me lavé los dientes, me peiné...). Y por último me fui a esperar al bus.

Era miércoles y, como todos los días a primera hora, tenía un sueño que me moría. Intentaba mentener los ojos abiertos para estar atenta, pero era como si se me cerraran solos. A segunda hora nos tocaba Biología y el profesor siempre alzaba la voz inesperadamente para despertarnos. Lo bueno es que funciona, pero te da unos sustos que saltas de la silla. Sonó la campana. "¡Bien! ¡Recreo!"-pensé. Pero luego cuando salías de clase sentías un frío que hacía que quisieras quedarte en clase. A tercera hora tocaba Mates y una cosa que se me ha quedado grabada es que cuando el profesor estaba dictando, alguien preguntó si podía repetir.-¿Desde dónde?-dijo el profesor.-Desde el principio-respondieron. Así que el profesor empezó a decir: -Hola, buenos días. Hoy vamos a dar...- Y empezó a decir todo lo que había dicho desde el principio de la clase. También hubo un momento en el que me quedé mirando fijamente a un sitio para descansar la vista, me habló y me dijo:-¡Esther! ¿¡Yujuuu!?- Y yo desperté del " coma" al instante. En verdad si estaba escuchando, solo que no estaba mirando.

Penúltima hora. Fue, nunca mejor dicho la mejor clase de Historia de la historia. La profesora nos explicó el punto que tocaba dar: la Primera Guerra Mundial. Nada más empezar me quedé embobada. Al rato me dí cuenta y me puse a pensar "Me he quedado embobada...pero es que es interesante..." Era como un cuento. A la misma vez que explicaba, yo me lo iba imaginando: los soldados escondidos, el zar y su mujer en el coche... Y después nos puso un vídeo sobre ello. Así se me pasó la hora.

Por último, física y química, y ya a casa. Mi madre me llamó para decirme que se le iba a hacer tarde y que no iba a llegar a recogerme; que me fuera con una amiga o, si llevaba dinero, que cogiera el autobús. Cuando llegué y abrí la puerta, mi madre estaba enfrente del hall de entrada cogiendo de la mano a una pequeña niña negrita; tenía los ojos llorosos, pero una sonrisa en la cara. Me quedé sorprendida de felicidad. Entonces mi madre me dice: -Esther, te presento a tu hermana.- Ahí fue cuando rompí a llorar y fui rápidamente a abrazarlas. -Gracias- le susurré al oído. Mi sueño de tener una hermana se había cumplido. -Dile hola a la hermana Esther. -¡Hola!-
-Hola guapa, ¿cómo te llamas?- Kaili.-(escrito Kylie) Y añadí "¿Me das un beso?; y me lo dio. Me moría de lo mona que era. Entonces empecé a agobiar a mi madre con preguntas.
-Mamá y ¿de dónde es?
-Es de África. Su padre murió de meningitis y su madre de una enfermedad respiratoria de la vía baja.-Añadió lo de la muerte de sus padre para evitar las tantas preguntas que sabía que le iba a hacer.
-Y ¿cuántos años tiene?
-Tres.

Comimos y después me puse un rato a jugar con ella.
Fuimos al ático, donde estaban mis juguetes de cuándo era pequeña y Kylie, como es normal, se puso a revolver todo aquello que le llamaba la atención. Vino a mí y me señaló un pequeño cofre de madera de color roble oscuro con acabados brillantes en dorado. Era el típico cofre del tesoro. Lo intenté abrir, pero estaba cerrado así que me quedé con la intriga de qué contenía y seguí jugando con ella.

Aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora