Aquel día

La llave

Más tarde me puse a hacer mis deberes y, al rato vinieron familiares a visitarla. Estábamos en el salón, todos hablando y, mi tía, sentada al lado mío en el sofá, se puso a hablarme. Pues, tan metida estaba en mi mente que hasta que no se tiró encima mía, no me enteré de que me estaba hablando. Lo que estaba haciendo era mirar una llave antigua que había en la repisa de la chimenea. "Esa llave no la había visto nunca; o ¿Siempre ha estado ahí?; ¿De qué será?" eran algunos de los pensamientos que se me pasaban por la cabeza.

Esperé al momento adecuando para que mi madre no me viera y me preguntara. -Me voy a la cama. No te acuestes muy tarde.-me dijo; lo típico que dicen todas las madres. Y yo:-Sí, sí. Claro, claro.

Estaba leyendo un libro y me faltaba poco para terminarlo, así que para mi madre no sospechara (porque ella cuando dice "me voy a la cama" se queda un rato viendo la tele, mirando por el rabillo del ojo la rendija de la puerta) de que me iba muy "temprano" a la cama (en verdad no era temprano, eran las diez de la noche; pero para mi sí) me quedé un rato más leyendo; cogí la llave y una linterna y me fui al ático. -Mamá me voy a la cama-le dije.
Casi me delata el que se me cayera la llave al suelo. Por suerte mi madre no se enteró, así que seguí. Encendí la linterna (¡qué miedo da el ático de noche!) y ahí estaba el reluciente cofre. Lo abrí. Nunca imaginé que dentro tan solo hubiera una carta.