Narra audrey
Me encontraba en mi habitación, ya habian pasado algunas semanas desde que liberaron a los villanos, sus hijos y secuaces pero sin embargo, a pesar de que me sentía feliz por al fin comprender que los villanos podian venir de cualquier parte del mundo, algo no andaba bien y es que al momento de que la madre de mal atravezara la barrera y con ayuda del hada madrina recuperara su estatura natural, me sentí rara y un hueco se apoderó de mi estomago pero decidí dejarlo pasar y no culpar al hada malvada de mi mal estar y preocupación ya que en primera, nadie me creería y en segunda, estaba aprendiendo a tener mente abierta y no culpar al primer villano que viera de algun problema o inquietud que tuviera pero es que la idea no dejaba de circular en mi mente.
Como sea, estaba terminando de escribir mi relato del día a mi diario, tal vez asi lograría sacar esas tontas ideas de mi cabeza. Me bañé y cambie por una pijama rosa pastel para despues acostarme a dormir que debo decir, me tatde un poco en hacerlo pero al final lo logré
<en el sueño de audrey>
Buscaba algun lugar para salir de este espantoso bosque pero la niebla azul con rosado no me dejaba ver por donde pisaba, incluso algunas veces tropezaba o caía mientras que una diabólica risa se escuchaba cada vez más cerca que parecía ser de una mujer y se me hacía familiar pero trataba de ignorarla mientras pedía ayuda.
Al fin encontré la cabaña en donde las hadas habían criado a mi madre, entré rápidamente y aseguré la puerta para que nadie entrara pero al darme media vuelta me encontré con un humo ahora de color negro el cuál entraba a mi garganta y me hacía toser
-cof cof cof ¡Ya muestra tu rostro y dime en donde están todos!- grité algo demandante, desesperada y asustada pero solamente escuché una risa por respuesta, esa risa que jamás me olvidaré a quien pertenece
-al parecer la princesa audrey no ha cambiado en realidad y sigue siendo una princesita caprichosa- apenas y pude distinguir algo por el humo que era lo que más sobresalía y unos ojos verdes limón, sin duda era ella...era maléfica.
La miré mientras se asercaba a mi a paso lento y yo abría sigilosamente por atrás la puerta y al ya tenenerla sin seguro estaba a punto de escapar pero sus palabras detubieron mis movimientos
-creo que tu serás buena aliada para cuando me apodere de auradon-la miré confundida y asustada
-tu y yo jamás nos aliaremos y menos si es para hacerle daño a auradon- dicho esto, salí corriendo lo más rapido que pude en dirección hacia el castillo pero a mitad del bosque tropecé con una rama y caí al suelo sintiendo como mi vestido se rasgaba.
Me estaba por levantar pero una voz muy peculiar me habló nuevamente, ya eran muchas emociones por hoy y sólo quería descanzar o tomar un día completo en el spa pero no, tenía que estar aquí enfrentandome a... ¿mi misma?.
-te dije que serías muy buena aliada pero lo que no te dije es de cual de las dos hablaba- era maléfica quién ahora portaba su cetro mientras me veía y reía tetricamente junto a una chica igual a mi que portaba la varita del hada madrina, al parecer esa es mi versión malvada y ahora, a lo mejor acabaran conmigo para que ella se quede como la única audrey y que todos me teman sin saber la verdad, que somos dos y no una sola.
-¡dejenme ir! ¡No obtendran nada de mi!- retrocedi en el suelo ya con lagrimas en los ojos.
-oh querida pero si tu no vas a elegir, esto será a la fuerza y cuando acabe contigo, seguiré con tus amiguitos ¿y sabes que es lo mejor? -negué con la cabeza- que ellos te recordarán como audrey, la reina del mal que engañó a todos y les arruinó la vida