Cuando entramos lo primero que hice fue ir hacia el salón y buscar a mi familia.
- ¿Marina? ¿Mamá? ¿Papá? – dije gritando lo fuerte que pude.
El humo comenzaba a hacer efecto en nosotros. Yo estaba tosiendo mucho, al igual que Mateo. Haciéndole una seña le dije que fuésemos arriba. Cuando subimos revisamos cada habitación en busca de alguien, sin éxito. Como último recurso en mi desesperación, entramos a mi habitación, vacía. Me sorprendió que las llamas no llegasen ahí, no había ni siquiera humo. Al entrar, Mateo y yo nos tiramos al suelo después de cerrar la puerta, yo tosía por la inhalación de humo y él respiraba entrecortadamente.
- América. ¿Tú estás loca? Casi nos morimos por tu culpa. ¿A quién se le ocurre entrar aquí? Ah, sí, a ti. – dijo levantándose y ofreciéndome la mano para levantarme.
Se la tomé y me ayudó a levantarme.
- Gracias – dije. Volvía a oler el humo. – Rápido, tenemos que irnos de aquí. Pero antes tengo que coger unas cosas – dije cogiendo mi mochila y metiendo cosas.
- Coge solo lo imprescindible – replicó – tienes todos los libros de las sagas largas, estoy impresionado.
- Sí, tranquilo, ya estoy – dije cerrando la bolsa – espera un momento, tengo la sensación de que algo se me olvida.
- Enserio, ¿Cómo te puedes leer todos estos libros? Yo odio leer – dijo tocándolos todos.
Espera. Eso es.
- Ay, Mateo, no sabes lo que te quiero en este momento – dije cogiéndole la cara con las dos manos.
- ¿Qué? Pero si nos acabamos de conocer – dijo él un tanto confuso.
- Cállate, no lo decía en serio – dije – ayúdame a buscar un libro muy importante.
- ¿El diario de Hades? – dijo él buscándolo.
- Exacto, ahora calla y busca.
Después de dos minutos de buscar el libro y de humo, lo encontré.
- Lo tengo – le dije – ya podemos irnos.
- ¿Quiénes son? – preguntó entregándome una foto.
En esa foto estaban mis dos mejores amigos, Alicia y Carlos, habían pasado unos meses desde que no los veía y ya no me acordaba de ellos. El verano hace mucho daño y bien a la vez. Me quedé un rato mirando la foto cuando algo explotó. Por instinto me tiré al suelo y, Mateo encima de mí. Después de unos segundos, él se levantó y yo lo imité.
- Creo que deberíamos irnos de aquí – dijo cargando con mi mochila.
- Vale, pero deja que yo lleve la mochila, es mía. Además, no pesa nada, si lo haces por eso – dije intentando quitársela.
- Tú preocúpate del libro – abrió la puerta – vale, creo que no podemos salir por ahí, la estantería del pasillo se ha caído y no deja paso con las llamas.
- Creo que se el modo perfecto para bajar – dije mirando hacia la ventana.
- Oh, no, te vas a matar, claro que a mí no me pasará nada porque soy un experto en... - otra explosión.
- El único que se va a matar aquí eres tú – dije nerviosa – venga, baja antes de que nos matemos en esta casa.
A Mateo le costó un poco bajar, se nota que no tenía práctica, pero bajó sin hacerse daño. A punto de bajar, con el cuerpo fuera de la casa, escuché como algo se revolvía, como si algo se preparase para... ¡Una explosión! Asomé la cabeza por la ventana para mirar dentro de mi habitación, cuando algo explotó.
No pude agarrarme a nada, la onda expansiva de la explosión me tiró hacia atrás, pensando que me caería al suelo.
- ¡Te tengo! – dijo Mateo.
Él me cogió, pero de la fuerza nos caímos los dos al suelo. Empezaba a pensar que este chico había sacado mi lado torpe, porque desde que lo he "conocido", si a eso se le llama entrar en tus sueños y decir que vayas a ver a un desconocido en medio del bosque, me caigo siempre, o me hago daño, o pasan cosas que no puedo explicar.
- Gracias por cogerme, gatito – dije dándole una palmadita en el pecho.
- De nada, América – dijo levantándose del suelo detrás de mí.
Me quedé un rato observando a mi alrededor, sin saber muy bien que hacer. ¿Dónde estaba ahora mismo mi familia? ¿Por qué mi casa está ardiendo? ¿Qué hago ahora? ¿A dónde voy? Mi cabeza ahora mismo era un volcán en erupción a punto de estallar.
- ¿Qué hacemos ahora? – dije girándome para mirarlo.
- He escuchado tus pensamientos, tienes un montón de preguntas, pero antes de... - dejó de hablar y escuchamos una sirena – creo que deberíamos irnos de aquí.
- A ¿sí? – dije cruzándome de brazos - ¿y a donde mierda quieres que vayamos?
- A mi casa, por ejemplo – dijo él bien tranquilo – y si puede ser antes de que venga la policía, no quiero tener que darle explicaciones a nadie.
Le miré perpleja. Se ve que con entrar en mi sueño y entrar también en mi casa en llamas le habían dado la confianza suficiente como para invitarme a su casa. Él se fijó en mi expresión.
- Solo es temporal. Hasta que sepamos a donde ir – se giró y comenzó a caminar. Después de dos pasos, se giró de nuevo – podríamos pasar una noche en mi casa y luego nos iríamos al campamento más cercano, tengo un listado de ellos en mi biblioteca. – vio mi cara poco convencida – vamos, solo será una noche, dormiremos en habitaciones distintas, mi casa es muy grande, puedes quedarte en una lejos de la mía.
Puse los ojos en blanco.
- Está bien. Solo una noche – dije – ¿por dónde es?
Me señaló hacia una montaña muy alta.
- ¿Enserio? ¿Voy a tener que subir una montaña gigante caminando toda la noche? – dije como una niña pequeña.
- Tú, por preguntar sí – dijo travieso – pero yo, me voy a abrir un portal y a dormir unas horas hasta que llegues.
Vale, eso no me lo esperaba.
- Sí, puedo abrir portales – me miró – con un poco de entrenamiento, tú también podrás. ¿Vienes? – dijo levantando su mano para que la estrechase.
- ¿Y ahorrarme varias horas de una caminata por la montaña a la luz de la luna? – dije.
- Muy bien, te espero allá – dijo moviendo las manos para crear el portal.
- Espera, era una broma – dije tomando su mano – para leerme la mente no pillas mis bromas.
- Mis disculpas, señora – abrió el portal en un segundo – ¿vamos?
Le sonreí a modo de respuesta.
Cuando cruzamos el portal, no estaba preparada para semejante cosa que vería. Su casa. Eso no era una casa, no podía serlo. Yo nunca me he quejado por el tamaño de mi casa, al contrario, es grande. Pero ¿esto? Esto supera cualquier nivel de medida de espacio o distancia. La palabra "mansión" se quedaba corta, lo que más se le acercaba era la palabra "castillo". Tenía hasta su valla con su segurata y todo. En este punto, ya no se que va a ser una mayor aventura, sí encontrar a mis padres e ir al campamento o explorar todo este país que Mateo llama "casa".
Bueno amorcitos míosss,¿ qué tal os ha parecido esta parte? ¿Cómo lleváis la cuarentena?
Me gusta leeros.Este capítulo ha sido más larguito, los siguientes serán así, mas o menos, si todo va bien.
PD.: Escribí el capítulo escuchando la canción del inicio, no tiene nada que ver con la historia.
Hasta el próximo capítulo amorcitos,
Nasty.
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La Vida Del Destino
Teen FictionLa vida de todos está en las manos de América, ella será la única que podrá salvarnos a todos, o destruirnos... Te invito a leer esta historia de Nuevasociedad05. Disfruten fanses xd